FRONTERIZAS – MARI PAULA Confidente y no confinante

Por Alberto Morate

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domingo 25 de febrero de 2024, 20:24h

Todos somos fronterizos, mendigos, seres de desechos, quizás. Pacientemente nos vamos amoldando a nuestro entorno, construyendo sobre nuestros propios materiales de derribo, desde los restos de óxido de nuestras relaciones.

Mari Paula, coreógrafa y bailarina brasileña, afincada en Cantabria, nos trae a la frontera de Madrid, a los Teatros del Canal, sala Negra, este Fronterizas de sonido y luces, abriéndonos las puertas de su propio sentir, “una obra de autoficción que aborda temas como la lucha, el cansancio y la aceptación del fracaso”, según ella misma nos cuenta.

Y nos lo hace extensivo ante la impotencia de sí misma, que se traduce en creatividad creciente de movimiento repetido, de samba, desprendiendo bajo diferentes lunas de distintos colores, la necesidad de iluminar rincones que nunca nadie mirará.

Envuelta en su propio lenguaje coreográfico, explora esos mundos fronterizos donde la palabra, la música, el sonido, la luz, el baile, no necesitan un nombre específico.

Así, va desaprendiendo lo que nosotros desconocemos, el silencio, buscando las retaguardias de las cosas, para darle el sentido y el sentimiento, para alumbrarnos con versos que no están escritos ni recitados.

Puede que encuentre su camino, o no. No importa, porque no es el destino lo que subyace en su creación, sino el trayecto mismo.

Mari Paula vuelve a amanecer en este febrero que está concluyendo. Amanece desde la penumbra hacia la observación de sus propias inquietudes. Con el sustento de las tecnologías lumínicas de Carlos Molina y las tecnologías sonoras de Jaime Peña, no va a tientas, sino que vuela en un suelo testigo de su cuerpo como centro de la tierra.

Fronterizas amanece. Desde un rincón del norte, en Cantabria, dando vueltas al abrigo del viento que la lleva donde se puedan encender las ganas de contar los defectos y las virtudes que todos poseemos.

Fronterizas en Mari Paula, que se sitúa enfrente de nosotros, confidente y no confinante, que nos aglutina en torno a la mejor danza.