El autor, presenta en este libro una biografía del monarca leonés Ramiro III (961-987) que subió al trono con solo cinco años y gobernó en un tiempo de crisis y enfrentamientos.
Ramiro III se convirtió en Rex Legionis et Galecie en el año 966, tras la muerte de su padre Sancho I, un monarca que pasó a la historia tanto por sus conflictos políticos como por el drástico tratamiento médico al que fue sometido en la corte de Córdoba para reducir su extrema obesidad. Durante su minoría de edad, su tía Elvira Ramírez asumió la regencia consolidando una política de estabilidad frente a los musulmanes y gestionando con inteligencia las tensiones internas del reino.
Sin embargo, los nobles gallegos se alzaron en su contra en 982, proclamando rey a su primo Vermudo II, lo que sumió al reino en una guerra civil. Las luchas intestinas, sumadas a las incursiones de Almanzor, debilitaron el poder de Ramiro III, quien acabaría falleciendo en Destriana, cerca de Astorga, el 26 de Junio de 985.
Otro de los aspectos destacados en la obra es la referencia a la Nodicia de Kesos, un documento redactado durante el reinado de Ramiro III en el Monasterio de Rozuela. Considerado el primer texto escrito en un proto-romance leonés este documento refleja la evolución lingüística de la época y es un testimonio de la administración del reino, ya que parece ser un registro de impuestos en especie pagadas al monarca.
El autor subraya que Ramiro III sufrió, siendo muchas de sus acciones atribuidas a su rival Vermudo II. Sin embargo, su reinado dejó huellas en la historia leonesa, tanto por su relación con la nobleza mozárabe del reino como por el protagonismo que se concedió a las mujeres en la política.
Este libro, fruto de una rigurosa investigación histórica, pretende rescatar del olvido a un monarca que, pese a sus dificultades, dejó una impronta imborrable en la historia del Reino de León.
Cuando fallezca, Ordoño III de León, primogénito del Magnus Basileys, Ramiro II "el Grande o el Invicto de Simancas", será sustituido por su hermanastro Sancho I, cuya obesidad mórbida le impedirá hacer frente a sus obligaciones regias.
En estas condiciones se dirige a buscar ayuda a la corte de su abuela la reina Toda Aznárez de Pamplona.
Las crónicas refieren que llegó a pesar unos 240 kilos. Su comida copiosa conllevaba hasta la ingesta de alimentos por siete veces diarias, con 17 platos elaborados en gran parte de ellos por carne de caza muy sazonada.
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