La historia inicia cuando Manuel Godoy es convencido por Badía para que financie una expedición científica hacia Marruecos. Sin embargo, detrás de esa fachada académica se esconde una misión de carácter político que requiere un cambio drástico: la obtención de información crucial sobre los equilibrios de poder en el norte de África y Oriente Próximo. Para alcanzar este objetivo, Badía no solo se dedica al estudio del árabe y del Corán, sino que también lleva a cabo una reconstrucción total de su identidad. Su metamorfosis alcanza su punto culminante con un acto radical: se somete a la circuncisión en Londres. Así surge Alí Bey, un príncipe ficticio pero convincente, capaz de recitar suras (versos del Corán) con gran fluidez y de ganarse la confianza de ulemas y sultanes.
Recorriendo Tánger, Fez, Marrakech, El Cairo, Jerusalén, Damasco y La Meca, ciudad a la que los no musulmanes no pueden acceder, se mueve bajo esa identidad. Cada fase del viaje representa un delicado equilibrio entre el conocimiento y el riesgo, una travesía que requiere de astucia constante y nervios firmes. Si es descubierto, la muerte no es una posibilidad lejana: se convierte en el precio inevitable a pagar. Mientras tanto, sus informes llegan a Madrid repletos de análisis políticos y observaciones tácticas sobre fuerzas militares, alianzas tribales y tensiones imperiales. Además, transmite una fascinante perspectiva hacia otras culturas.
La obra "Alí Bey" va más allá de la aventura y presenta una reflexión sobre las máscaras que elegimos o que nos vemos forzados a asumir para poder sobrevivir. Badía no se define como un espía distante ni como un héroe idealizado. Se trata de un individuo complejo, lleno de ambición, inteligencia y contradicciones. Como un hombre ilustrado, toma la decisión de convertirse en uno de los suyos para poder entender el islam.
La prosa sobria de Torremocha se entrelaza con una ambientación precisa. En gran medida, el tono de la novela evoca memorias, lo que permite al lector experimentar el viaje desde una perspectiva interna. Los escenarios, como el zoco de Fez, los rituales en La Meca y las estancias diplomáticas en Damasco, están descritos con un detalle justo y sin excesos. La narrativa se fundamenta en fuentes reales: los diarios de Badía, cartas de la época y archivos oficiales. Esta sólida base documental no solo asegura el rigor, sino que también transforma la narración en una representación vívida de los hechos históricos. Así, se logra una ficción rigurosa que posee la intensidad de un testimonio.
En el actual panorama literario, donde la novela histórica entra en un nuevo siglo, "Alí Bey" resalta por su singularidad. En lugar de batallas o reyes, la trama se centra en un hombre solitario y disfrazado que navega entre dos realidades. Esta historia, que había permanecido olvidada durante mucho tiempo, revive a una figura fundamental de la historia española y plantea una interrogante que trasciende el contexto histórico: ¿Qué identidad nos queda cuando desaparecen todos los disfraces?
Antonio Torremocha Silva (Algeciras, 1950) es doctor en Historia Medieval, fue profesor en la UNED y dirigió el Museo Municipal de Algeciras. Es miembro de instituciones como la Academia Andaluza de la Historia y la Sociedad Española de Estudios Árabes. Su obra abarca tanto la investigación como la narrativa histórica, con títulos como "La cautiva de la Alhambra", "El bibliotecario de Medina Azahara" y "El héroe traidor". Con "Alí Bey" reafirma su capacidad para unir precisión histórica y tensión narrativa.
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