www.todoliteratura.es

Nuestro poema de cada día
Rubén Darío
Rubén Darío

Rubén Darío invoca a Don Quijote: una letanía contra el materialismo moderno

En “Cantos de vida y esperanza” está incluida la célebre “Letanía de Nuestro Señor don Quijote”. En ella, Darío le suplica a Don Quijote con insistencia -“ruega por nosotros” (estrofas 6 y 7); “pro nobis ora" (estrofa 7); “por nos intercede, suplica por nos” (estrofa 8), “ora por nosotros” (estrofa 12)- para que nos ayude a superar el materialismo en el que estamos instalados -que nos lleva a excluir el idealismo en nuestros comportamientos-, y para que nos libre -“líbranos, Señor” (estrofas 9 y 10)- de la miseria moral -la falta de caridad, la maledicencia, la vileza, la ausencia de nobles ideales...-; un don Quijote que encarna la utopía de un mundo mejor en el que triunfen los grandes valores del espíritu.

Obras completas de Rubén Darío
Obras completas de Rubén Darío

Letanía de Nuestro Señor Don Quijote

Rey de los hidalgos, señor de los tristes,

que de fuerza alientas y de ensueños vistes,

coronado de áureo yelmo de ilusión;

que nadie ha podido vencer todavía,

por la adarga al brazo, toda fantasía, [5]

y la lanza en ristre, toda corazón.

Noble peregrino de los peregrinos,

que santificaste todos los caminos

con el paso augusto de tu heroicidad,

contra las certezas, contra las conciencias [10]

y contra las leyes y contra las ciencias,

contra la mentira, contra la verdad...

Caballero errante de los caballeros,

barón de varones, príncipe de fieros,

par entre los pares, maestro, ¡salud! [15]

¡Salud, porque juzgo que hoy muy poca tienes,

entre los aplausos o entre los desdenes,

y entre las coronas y los parabienes

y las tonterías de la multitud!

Tú, para quien pocas fueron las victorias [20]

antiguas y para quien clásicas glorias

serían apenas de ley y razón,

soportas elogios, memorias, discursos,

resistes certámenes, tarjetas, concursos,

y, teniendo a Orfeo, tienes a orfeón! [25]

Escucha, divino Rolando del sueño,

a un enamorado de tu Clavileño,

y cuyo Pegaso relincha hacia ti;

escucha los versos de estas letanías,

hechas con las cosas de todos los días [30]

y con otras que en lo misterioso vi.

¡Ruega por nosotros, hambrientos de vida,

con el alma a tientas, con la fe perdida,

llenos de congojas y faltos de sol,

por advenedizas almas de manga ancha, [35]

que ridiculizan el ser de la Mancha,

el ser generoso y el ser español!

¡Ruega por nosotros, que necesitamos

las mágicas rosas, los sublimes ramos

del laurel! Pro nobis ora, gran señor. [40]

(¡Tiembla la floresta de laurel del mundo,

y antes que tu hermano vago, Segismundo,

el pálido Hamlet te ofrece una flor!).

Ruega generoso, piadoso, orgulloso;

ruega casto, puro, celeste, animoso; [45]

por nos intercede, suplica por nos,

pues casi ya estamos sin savia, sin brote,

sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote,

sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Dios.

De tantas tristezas, de dolores tantos, [50]

de los superhombres de Nietzsche, de cantos

áfonos, recetas que firma un doctor,

de las epidemias, de horribles blasfemias

de las Academias,

¡líbranos, señor! [55]

De rudos malsines,

falsos paladines,

y espíritus finos y blandos y ruines,

del hampa que sacia

su canallocracia [60]

con burlar la gloria, la vida, el honor,

del puñal con gracia,

¡líbranos, señor!

Noble peregrino de los peregrinos,

que santificaste todos los caminos [65]

con el paso augusto de tu heroicidad,

contra las certezas, contra las conciencias

y contra las leyes y contra las ciencias,

contra la mentira, contra la verdad...

Ora por nosotros, señor de los tristes, [70]

que de fuerza alientas y de ensueños vistes,

coronado de áureo yelmo de ilusión;

que nadie ha podido vencer todavía,

por la adarga al brazo, toda fantasía,

y la lanza en ristre, toda corazón. [75]

Rubén Darío: Cantos de vida y esperanza. Madrid, Editorial Cátedra, 2003, 5.ª edición. Colección Letras
Hispánicas, núm. 403. José María Martínez Cachero, editor literario.

Apoyo léxico y referencias contextuales.

Letanía (título). Oración cristiana que se hace invocando a Jesucristo, a la Virgen o a los santos como mediadores, en una enumeración ordenada. (La letanía de la Virgen se suele cantar o rezar después del rosario, con sus elogios y atributos colocados por orden). Señor de los tristes (verso 1). En el capítulo XIX de la Primera parte de Don Quijote de la Mancha, Sancho se refiere al hidalgo manchego con el apelativo de el Caballero de la Triste Figura (de la mala facha, de la desgarbada figura): “Don Quijote preguntó a Sancho que qué le había movido a llamarle el Caballero de la Triste figura, más entonces que nunca. / -Yo se lo diré -respondió Sancho-; porque le he estado mirando un rato a la luz de aquel hacha que lleva aquel malandante, y verdaderamente tiene vuestra merced la más mala figura, de poco acá, que jamás he visto; y débelo de haber causado, o ya el cansancio de este combate, o ya la falta de muelas y dientes”. Teniendo a Orfeo (verso 25). Darío alude a que Don Quijote tuvo en Cervantes -Orfeo- un excelso cantor -Orfeo embelesaba con su voz y el sonido de la lira a hombres y dioses, y la naturaleza toda se conmovía a sus acordes-, mientras que en la actualidad es cantado por un coro inarmónico que desvirtúa los valores que Cervantes inculcó en su personaje. Divino Rolando (verso 26). Don Quijote queda equiparado a Rolando, el héroe de la épica francesa cuyas hazañas se cantan en La Chanson de Roland. Clavileño (verso 27). Maravilloso caballo de madera en el que don Quijote y Sancho debían trasladarse, volando, a un país país imaginario -Candaya- para ajustar cuentas con el encantador y gigante Malambruno, que había poblado de ásperas barbas los rostros de la Dolorida -la condesa Trifaldi- y de sus compañeras. (Cfr.: Capítulos XXXIX a XLI de la Segunda parte de El. La complicada historia ha sido urdida por los Duques, que han sabido crear el adecuado ambiente caballeresco en torno a don Quijote, con objeto de mofarse de él. Pegaso (verso 28). Caballo alado que logró ascender hasta el Olimpo -sin su jinete Belerefonte, que salió despedido al ser picado aquel por un tábano-. Simboliza la inspiración poética. Segismundo / Hamlet (versos 42-43). Segismundo es el protagonista del drama de Calderón de la Barca La vida es sueño; y Hamlet, el de la tragedia de Shakespeare que lleva precisamente este nombre. Superhombres de Nietzsche (verso 51). El filósofo alemán Nietzsche encuentra en su concepto de superhombre la superación de los valores de la moral tradicional, que niegan el predominio de los instintos vitales sobre la razón, lo que supone, a juicio de Nietzsche, el empobrecimiento del hombre. Darío alude a la destrucción de los valores del Cristianismo -entre otros, la resignación, el ascetismo, la piedad- que el superhombre comporta, instalado más allá del bien y del mal. Cantos / áfonos (versos 51-52). Literalmente, cantos faltos de voz; es decir, que nada dicen. Malsines (verso 56). Malsín es una voz de procedencia hebrea que significa cizañero, soplón. Canallocracia (verso 60). Acuñación léxica de Darío, formada por la voz canalla (gente baja, ruin) y el elemento compositivo -cracia (que indica dominio o poder). El neologismo podría significar, por tanto, el predominio de los ruines en el gobierno político del Estado.

**********

La Letanía de Nuestro Señor Don Quijote fue escrita con ocasión del tercer centenario de la publicación de la primera parte de la novela cervantina -hecho que se produce en 1605-. Darío invoca en esta composición -imitando las formas rituales propias de las oraciones- la protección del héroe caballeresco contra los males que afligen al mundo moderno; un mundo que ha olvidado los nobles ideales quijotescos -a los que se alude en las dos primeras estrofas- para reemplazarlos por un grosero materialismo que se ha instalado en una sociedad “encanallada y entontecida"” en la que Don Quijote se ha quedado sin imitadores: “¡Salud, porque juzgo que hoy muy poca tienes, / entre los aplausos o entre los desdenes, / y entre las coronas y los parabienes / y las tonterías de la multitud!” (versos 16-19).

Las estrofas séptima y octava constituyen una durísima diatriba contra el materialismo del mundo actual: los versos 38-40 (“¡Ruega por nosotros, que necesitamos / las mágicas rosas, los sublimes ramos / de laurel!”) aluden con claridad a la ausencia de idealismo en el obrar, sustituido por un pragmatismo que persigue solo el beneficio material; y la invocación a Don Quijote se acrecienta en la estrofa octava (“Ruega generoso, piadoso, orgulloso; / ruega casto, puro, celeste, animoso; / por nos intercede, suplica por nos,” -versos 44 a 46-), en cuya segunda mitad se reconoce explícitamente la quiebra de los ideales que representaba Don Quijote, arrinconados por un materialismo que se ha apoderado de las conciencias: “pues casi ya estamos sin savia, sin brote, / sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote, / sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Dios.” (versos 47-49).

Pero es en la estrofa décima -que, con sus ocho versos, rompe en cierta manera la unidad métrica del poema- donde la invocación de Rubén Darío a don Quijote para que nos libre de la maledicencia, de la estulticia, de la mezquindad instalada en el poder, de la deslealtad... alcanza ribetes de gran dramatismo -en una progresión emocional de altísima eficacia poética-; conductas antiquijotescas que dañan seriamente la dignidad humana. Los recursos estilísticos empleados por Darío -el polisíndeton: “De rudos malsines, / falsos paladines, y espíritus finos y blandos y ruines, / [...] ¡líbranos, Señor!” (versos 56 a 58, y 63); y la construcción asindética: -“del hampa que sacia / su canallocracia / con burlar la gloria, la vida, el honor, / [...] ¡líbranos, Señor!” (versos 59 a 61, y 63)- ayudan a subrayar la necesidad de apartar de la sociedad cuanto está reñido con los valores que preconiza don Quijote, cuyo idealismo queda reflejado en el retrato -por lo demás “idealizado”- que el propio Darío traza en la estrofa que abre el poema.

Desde un punto de vista métrico, el poema pone de manifiesto esa renovación de los moldes métricos que Darío supo inyectar a su poesía, con originales innovaciones rítmicas y estróficas. El poema se compone de 75 versos -de los cuales 67 son dodecasílabos; y los ocho restantes, hexasílabos: los versos 54, 55, 56, 57, 59, 60, 62 y 63-, agrupados en 12 estrofas. La primera de ellas, con ligeras variantes léxicas que no tienen la menor repercusión métrica, se repite al final del poema: “Rey de los hidalgos, señor de los tristes,” (verso 1); “Ora por nosotros, señor de los tristes,” (verso 70); y la segunda (versos 7-12) vuelve a aparecer como estrofa undécima y penúltima (versos 64-69); repeticiones ambas que constituyen el auténtico eje temático del poema y que, por el lugar que ocupan en el conjunto general, le confieren a este una profunda unidad de sentido.

La estructura rítmica de los docecasílabos -divididos por la cesura en dos hemistiquios iguales: 6+6- es de lo más variada. Y así, se combinan dodecasílabos trocaicos -compuestos por dos hexasílabos trocaicos, y acentos en las sílabas impares, según el esquema óo oo óo : óo oo óo; por ejemplo: “, para quien pócas fuéron las victórias” (verso 20); “y ántes que tu hermáno vágo, Segismúndo,” (verso 42)-; dodecasílabos dactílicos -formados por dos hexasílabos dactílicos, y acentos en segunda y quinta de cada hemistiquio, de acuerdo con el esquema o óoo óo : o óoo óo; por ejemplo: “que nádie ha podído vencér todaa,” (verso 4); “sopórtas elógios, memórias, discúrsos,” (verso 23)-; dodecasílabos polirrítmicos -que combinan las variedades trocaicas y dactílicas con versos mixtos de hemistiquios de ambos tipos-; por ejemplo: “Réy de los hidálgos, señór de los trístes,” (verso 1, esquema óo oo óo : o óoo óo); “barón de varónes, príncipe de fiéros,” (verso 14, esquema o óoo óo : óo oo óo); etc., etc.

En cuanto a los hexasílabos, presentan, igualmente, diferentes andaduras rítmicas: hexasílabos trocaicos, con acentos en sílabas impares, según esquema óo óo óo; por ejemplo: “¡branos, señór!” -versos 55 y 63-; “del puñál con grácia,” -verso 62-; hexasílabos dactílicos, con acentos en segunda y quinta, de acuerdo con el esquema o óoo óo; por ejemplo: “de rúdos malsínes,” -verso 56-; “del hámpa que sácia” -verso 59-; etc., etc.

La estrofa básica del poema -con ligeras variantes en las estrofas 3, que consta de siete versos; 9, cuyos dos últimos versos son hexasílabos; y 10, formada por ocho versos, de los cuales dos son dodecasílabos y los otros seis, hexasílabos- es el sexteto de dodecasílabos, construido en forma simétrica con dos versos formando pareado en cada semiestrofa y otros dos dodecasílabos agudos rimados entre sí en la terminación de las semiestrofas. Esta es, pues, la estructura de las diferentes estrofas:

  • Estrofas 1, 2, 4, 5, 6, 7, 8, 11 y 12: AAB':CCB'. (Es decir, que el sexteto está compuesto por dos dodecasílabos pareados en cada mitad de la estrofa, y dos dodecasílabos finales agudos rimados entre sí).
  • Estrofa 3: AAB':CCCB (con siete versos dodecasílabos).
  • Estrofa 9: AAB':Ccb' (con los dos versos finales hexasílabos).
  • Estrofa 10: aaAbbC'bc' (modificación libre de la octava aguda).

Además de extraer del lenguaje todas sus posibilidades rítmicas -y sensoriales-, Rubén sabe organizar perfectamente la estructura interna de su poema, y para ello recurre a diversos procedimientos estilísticos que usa con sorprendente maestría, al lograr una perfecta interacción entre elementos rítmicos y sintácticos; procedimientos entre los que destacan el quiasmo -ordenación cruzada de dos secuencias bimembres paralelas, de modo que en la segunda secuencia se invierte el orden de la primera-; y la bilateralidad o basculación -ordenación de los elementos correspondientes según la fórmula A, B, C... / A', B', C'... -. Y así, el verso 46 constituye quiasmo -“Por nos intercede, suplica por nos,”-, al igual que sucede con el verso 50 -“De tantas tristezas, de dolores tantos,”; versos en los que existe una perfecta simetría, tanto en el aspecto morfosintáctico como rítmico-. En cuanto a la bilateralidad, son muchos los versos, distribuidos por todo el poema, divididos en dos miembros equivalentes -es decir, que los elementos correspondientes se ordenan según la fórmula A, B, C... / A', B', C'...-; tal y como puede observarse en varios versos de la primera estrofa, de la que elegimos el verso primero para su análisis:

nombre + preposición + determinante + nombre, +

Rey de los hidalgos

miembro 1

[signo ortográfico]: coma +

eje

nombre + preposición + determinante + nombre

señor de los tristes

miembro 2

Sin duda, Darío ha logrado en este poema plasmar no sólo la estética modernista, sino golpear las bases materialistas por las que se movía -y se sigue moviendo- la sociedad; una sociedad en la que parece que ya no tienen cabida las auténticas esencias quijotescas, reemplazadas por esa canallocracia que se burla de la dignidad humana. Más de un siglo años después de su composición, el poema de Rubén Darío no ha perdido un ápice de actualidad y vigencia.

Puedes comprar sus obras en:

Félix Rubén García Sarmiento (Rubén Darío) (1867-1916). Monumento dedicado a Rubén Darío, busto obra del escultor José Planes Peñalver, inaugurada en 1967. El monumento está ubicado en la Glorieta de Rubén Darío de Madrid
Félix Rubén García Sarmiento (Rubén Darío) (1867-1916). Monumento dedicado a Rubén Darío, busto obra del escultor José Planes Peñalver, inaugurada en 1967. El monumento está ubicado en la Glorieta de Rubén Darío de Madrid
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios