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Clara Janés
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Clara Janés

La influencia de Don Quijote en el poema de Clara Janés: Entre la realidad y el idealismo

Elegida (silla «U») el 7 de mayo de 2015, la poeta y traductora Clara Janés ingresó en la Real Academia Española (RAE) el 12 de junio de 2016 con el discurso titulado «Una estrella de puntas infinitas. En torno a Salomón y el “Cantar de los cantares”». Le respondió, en nombre de la institución, Soledad Puértolas.

Resonancias. Antología poética 1964-2022. Madrid, Ediciones Cátedra, 2022. Colección Letras Hispánicas. Jenaro Talens, editor literario.
Resonancias. Antología poética 1964-2022. Madrid, Ediciones Cátedra, 2022. Colección Letras Hispánicas. Jenaro Talens, editor literario.

DEFENSA DEL EMBRUJO

“Yo sé y tengo para mí que voy encantado, y esto me basta para la seguridad de mi conciencia”.
Don Quijote de la Mancha

¿Cómo vivir sino en encantamiento,

viendo lo que no ven los ojos,

regido nuestro gesto por la imagen oculta?

¿Cómo luchar si al monstruo

no amansamos en molino de viento

para cortar de un tajo

las cien cabezas de la hidra del mal

con el mero deseo?

En el laberinto de la niebla

se oye un susurro

de congoja y de hambre

y atendemos sus súplicas,

fieles a la inocencia de nuestro afán.

Y seguimos andando por un rayo de luna

hasta el borde del lago misterioso

donde se ve el reflejo

de la cara de un ángel que alimenta la fe,

en vez del propio rostro macilento.

Clara Janés. Poema publicado en “Poesía Barcarola”.
Barcarola. Revista de creación literaria. Albacete, julio de 2025, número 108/109, pág. 15

En este enlace se puede seguir el acto de ingreso:

https://www.youtube.com/watch?v=DHtNrVY0CFA

Y en este otro enlace está el discurso en formato digital:

https://www.rae.es/sites/default/files/Discurso_ingreso_Clara_Janes.pdf

Biblioteca Virtual Migue de Cervantes.

Clara Janés. Antología poética.

https://www.cervantesvirtual.com/obra/antologia-poetica--43/

El acápite que precede al poema está tomado el capítulo XLIX de la Primera parte de El Quijote: “Donde se trata del discreto coloquio que Sancho Panza tuvo con su señor don Quijote”. Y para mejor comprender el contexto ideológico en el que se sitúa el poema de Clara Janés, vamos a completar las palabras de don Quijote: “Yo sé y tengo para mí que voy encantado, y esto me basta para la seguridad de mi conciencia, que la formaría muy grande [que formaría cargo de conciencia, que supondría excesivo escrúpulo] si yo pensase que no estaba encantado y me dejase estar en esta jaula perezoso y cobarde, defraudando el socorro que podría dar a muchos menesterosos y necesitados que de mi ayuda y amparo deben tener a la hora de ahora precisa y estrema necesidad”.

El poema está compuesto por 18 versículos, es decir, sin rima ni metro fijo, si bien predomina el heptasílabo (versículos 4, 6, 8 -coincidiendo con la segunda interrogación retórica-; 11, 12 y 16); hay también dos alejandrinos con cesura central y hemistiquios heptasilábicos (versículos 3 -que cierra la primera interrogación retórica-, 14 y 17). Y son 5 los endecasílabos (versículos 1, 5, 7, 15 y 18; de lo cuales el 15 y el 17 poseen un ritmo más marcado: “hasta el borde del lago misterioso”, endecasílabo melódico; y “en vez del propio rostro macilento”, -endecasilabo heroico-). Tenemos claro, pues, que aunque la escritora maneje el versículo, el número de sílabas de los mismos y su ubicación en el poema ayudan a crear un cierto ritmo, al que acompaña la sintaxis elegida para la expresión de las ideas. Por eso, entre otras razones, reparamos en los encabalgamientos de los versículos 10-11 (“se oye un susurro de congoja y de hambre”, dos versículos de innegable intensidad dramática), 15-16 (“hasta el borde del lago misterioso donde se ve el reflejo” -un encabalgamiento de tipo oracional-) y 16-17 (“donde se ve el reflejo de la cara de un ángel que alimenta la fe”). Y advertimos también la fuerza expresiva lograda con el tartamudeo silábico que se produce en el versículo 12 (“y atendemos sus súplicas”), así como la oscuridad que aporta al significado del versículo que cierra el poema la presencia del fonema vocálico /o/ en la combinación sintagmática “propio rostro”: “en vez del propio rostro macilento”. En este sentido, nos parece que la aportación del plano fónico a la interrelación de los diferentes plano lingüísticos es enormemente significativa.

Como significativo nos parece, también, el título del poema: dos palabras perfectamente elegidas: “defensa”, porque la escritora se apresta a presentar un alegato en favor de la utopía vital quijotesca para dar sentido a la vida; y “embrujo”, porque la figura de don Quijote sigue ejerciendo sobre ella -y queremos suponer que sobre todos nosotros, ya que el poema tiene una clara intencionalidad conativa- una atracción misteriosa y oculta; es decir, que nos fascina, que produce en nosotros una especie de “encantamiento”. Porque aquí reside el tema del poema y la intencionalidad de la escritora: hacernos ver que o la figura mítica de don Quijote pasa del sueño a la realidad para “depurar” nuestros comportamientos -y de ahí nuestra fascinación ante ella-, o perdemos el norte como sociedad y nos quedamos sin dignidad personal.

Se alinea, así, Clara Janés con una posición que no es nueva en la literatura y tiene precedentes histórico-literarios de gran interés. Por ejemplo, Rubén Darío incluye en Cantos de vida y esperanza (1905) la célebre “Letanía de Nuestro señor don Quijote”: Darío invoca a don Quijote suplicándole con insistencia para que nos ayude a superar el materialismo en el que estamos instalados -que nos lleva a excluir el idealismo en nuestros comportamientos-, y para que nos libre de la miseria moral -la falta de caridad, la maledicencia, la vileza, la ausencia de nobles ideales...-; un don Quijote que encarna la utopía de un mundo mejor en el que triunfen los grandes valores del espíritu. Y el poeta León Felipe, en su poema “Vencidos”, escrito hacia 1920 -y que forma parte de Versos y oraciones de caminante-, ante un sentimiento de soledad y derrota, consecuencia de sus múltiples vicisitudes en la vida, se identifica con ese “caballero del honor” que simboliza el hidalgo manchego. Y en el título del poema ya se condensa la amargura de quienes han sido derrotados en sus más elevados anhelos vitales (como lo fue don Quijote en la playa de Basrcino por el Caballero de la Blanca Luna), pero, no obstante, en ese “caballero del honor” el poeta cifra todas sus “esperanzas de salvación” en los momentos difíciles. Y no nos olvidamos de Blas de Otero y de su breve poema “Letra” -de En castellano (1960)-, en el que, tras recordar unas líneas del capítulo VIII de la Primera Parte de la obra cervantina (“...y dándole una lanzada en el aspa, la devolvió el viento con tanta furia…”), proclama su admiración por la grandeza de ánimo de don Quijote, en unos sencillos versos: “Por más que el aspa le voltee / y España le derrote / y cornee, / poderoso caballero / es Don Quijote”.

Volvamos ya al poema de Clara Janés. La interrogación retórica que se extiende a los tres primeros versículos parece remitir al mito de la caverna platónica, prescindo de elementos filosóficos (que, por cierto, son muy del gusto de la escritora, de una gran preparación intelectual): “¿Cómo vivir sino en encantamiento, / viendo lo que no ven los ojos, / regido nuestro gesto por la imagen oculta?”. En realidad, la escritora no pregunta, sino que con este recurso enfatiza una afirmación con vistas a provocar una reflexión en el lector. Y dicha interrogación retórica descansa en la palabra “encantamiento”: hay que vivir hechizados bajo el influjo de don Quijote -como más adelante se expondrá, aunque al personaje no se le cite expresamente en el poema, sino por referencia a algunos fragmentos de la obra cervantina-, que es la única forma de desentrañar el trasfondo de una realidad que los ojos son incapaces de percibir (versículo 2: “viendo lo que los ojos no ven”). La segunda interrogación retórica alcanza los versículos 4-8 y, como la anterior, la introduce el adverbio interrogativo “cómo” seguido de infinito: “¿Cómo luchar…?” (en el versículo 1, “¿Cómo vivir…?”); y no parece casual que esta nueva interrogación retórica se cierre con la combinación “adjetivo+nombre (versículo 3: “mero deseo”), al igual que la primera se cierra con la combinación “nombre+ adjetivo (versículo 8: “imagen oculta”). La escritora tiene en cuenta hasta los más aparentemente insignificantes detalles de tipo gramatical para obtener, así, un perfecto equilibrio en la forma expresiva, lo cual es una manera de dotar de ritmo al poema. Y esta segunda interrogación retórica, que implica una mayor participación afectiva del lector, nos adentra ya en el mundo del Quijote; un lector al que se alude mediante un plural sociativo en presente de indicativo, como forma verbal que, además, actualiza el contenido: “amansamos”. Y de manera indirecta, salen a colación los molinos de viento contra los que luchaba don Quijote teniéndolos por gigantes (“que es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de la faz de la tierra”) (I, 8); pero también el segundo de los doce trabajo de Hércules, que le habían sido impuestos por el rey Eritreo: matar a la Hidra de Ledna, una monstruosa serpiente venenosa de agua de nueve cabezas a la que Hércules tuvo que enfrentarse con el inconveniente de que por cada cabeza cortada le salían dos nuevas; y a la que finalmente mató con ayuda de su sobrino Yolao. “El mero deseo” (versículo 8) de acabar con la “hidra del mal” (versículo 7), cortando “de un tajo / las cien cabezas” (versículos 6-7), aunque sea algo mítico, ya nos sitúa en la estela quijotesca. Y hasta aquí lo que consideramos la primera parte del poema (versículos 1-8).

La segunda parte del poema la conforman los versículos 9 a 13, en los que se hace referencia a la indigencia humana: “se oye un susurro / de congoja y de hambre” (versículos 10 y 11, con un expresivo encabalgamiento que contribuye a su sonoridad); pero imbuidos de un espíritu de ayuda, auxiliamos con humildad a quienes lo necesitan (versículo 12, metafóricamente interpretado); y frente al extravío “en el laberinto de la niebla” (versículo 9), continuamos “fieles a la inocencia de nuestro afán” (versículo 13); un versículo este que pivota sobre tres palabras cuyo significado se carga de connotaciones positivas: “fieles” (sin defraudar la confianza depositada) “inocencia” (sin hacer el mal) y “afán” (con esfuerzo o empeño grandes). Toda una declaración, pues, de ideales quijotescos con la que se cierra la segunda parte del poema, que viene determinada -como la primera- por su estructura sintáctico-semántica.

La tercera parte del poema la componen los versos 14 al 18, y en ellos la escritora nos traza el camino que hay que continuar recorriendo para no romper el hechizo quijotesco (en el versículo 14 de nuevo emplea el plural sociativo: “Y seguimos andando”). Ese “rayo de luna” del versículo 14 es una alusión metafórica a la iluminación espiritual. Y frente a la del propio rosto que presenta rasgos de debilidad (versículo 18: “macilento”), la imagen que devuelve su reflejo sobre la superficie de un “lago misterioso” (versículos 16 y 15, en los que persiste el encantamiento quijotesco) es la de su transformación en una cara angelical que irradia rectitud y honradez (versículo 17). Y esa es la senda que la escritora nos propone para que el trasfondo del mensaje vital que la figura de don Quijote encierra nos sirva de orientación. Es, en definitiva, “la cara de un ángel que alimenta la fe”; ¡la nuestra! Defendamos su embrujo.

[FERNANDO CARRATALÁ]

[Movimientos insomnes recoge una amplia selección de la obra poética de Clara Janés (Barcelona, 1940), una de las figuras centrales de la poesía española contemporánea.

Partiendo del libro inaugural Las estrellas vencidas (1964), este volumen, preparado por el poeta y crítico Jaime Siles -quien ha escrito asimismo un iluminador estudio preliminar-, da cuenta de todas las vetas y líneas de despliegue de una obra que ha ido creciendo y madurando con los años, haciéndose cada vez más rica y rigurosa. Reconocida también como traductora (en 1997 recibió el Premio Nacional a la obra de un traductor por sus numerosas traducciones de poetas checos, turcos y persas, entre otros), Clara Janés ha operado una actualización de la tradición mística que es a la vez un viaje a sus fuentes en la literatura persa, árabe e india, y una lectura poética, necesariamente subjetiva, de aquellos territorios que la física contemporánea ha hecho visibles, sin olvidar el diálogo con el arte contemporáneo, manifiesto en las series que ha dedicado, por ejemplo, a Eduardo Chillida o Martín Chirino].

[Clara Janés (Barcelona, 1940) pertenece por edad a la llamada generación de 1970, si bien la originalidad de sus propuestas siempre la ha situado en un lugar excéntrico tanto desde la perspectiva temática como desde el punto de vista de la crítica, su escritura ha ido evolucionando mediante la máxima de "menos es más", es decir, a través de la eliminación de todo lo superfluo en un proceso de depuración casi minimalista, rasgo en el que confluyó con los principales autores de la llamada poesía del silencio. La presente antología pretende dar una muestra amplia y representativa de la rica obra poética de esta autora].

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