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"La sangre del padre", de Alfonso Goizueta

Ed. Planeta. 2023
martes 23 de diciembre de 2025, 21:20h
La sangre del padre
La sangre del padre
Estamos ante una muy laureada novela-histórica, que nos acerca, muy documentadamente, a la vida y a la obra del Rey Alejandro III “el Magno” de Macedonia. El autor realiza una aproximación prístina al aspecto más íntimo, e incluso ciclotímico del personaje. Tras el magnicidio de Filipo II de Macedonia, Alejandro Magno tendrá la obligación moral ineludible de superar los logros de su padre, y, sobre todo, llevar a buen puerto los deseos paternos ya planificados de derrotar al Imperio de los persas sasánidas.

El joven monarca es un personaje solitario, al margen del resto de los magnates griegos que le acompañan. El libro presenta y estudia el componente más íntimo del monarca de Macedonia. Son de destacar las relaciones de influencia de su madre, Olimpia, conformadas por un vínculo materno-filial muy fuerte, que le va a afectar a su cosmovisión y, obviamente, en sus decisiones sociopolíticas.

Recordaba el día en que lo mataron, a su padre. Recordaba que no sintió nada, poco más que la indiferencia de un desconocido. Fue la sensación de quien es testigo de alguna otra injusticia trivial y ajena; sí, hasta furia y compasión hacia el que la sufre; pero nada que permanezca en la mente más de unos instantes. Lo hizo un capitán de la guardia real, seguramente pagado por los persas, durante la celebración de un triunfo, frente a toda la corte. Lo acuchilló varias veces. La sangre manó espesa y humeante; era un día de otoño. Su madre sí lloró y eso le produjo una mezcla de extrañeza y de admiración: sabía que, sentía exactamente la misma indiferencia que él, lo habían hablado muchas veces, pero eso no le impidió romper el cielo con su grito, igual que si le hubieran arrebatado al amor de su vida. Alejandro pensó que lo miraba reprendiéndolo furiosa, temiendo quizá que, a la hora de sucederle en el trono hubiera quien se opusiese alegando que no había amado a su padre y que muy probablemente por ello fuera responsable de su asesinato. De inmediato trató de buscar entre sus recuerdos alguno que tal vez pudiera soltarle la lágrima antes de que alguien notara su frialdad, pero al mirar en la memoria se dio cuenta de que estaba vacía, como si todos sus recuerdos de hijo -que los había-, todos los pesares, los odios, las alegrías -que las había- hubiesen volado en bandada”.

Cuando se encuentra en el inicio de su ataque al Imperio de Persia, el recuerdo de su madre será un auténtico lastre emocional, pero Olimpia del Epiro (5ª esposa de Filipo II) no está a su lado en esa expedición, por lo que el vacío dejado por su progenitora será ocupado por la madre, llamada Sisigambis, del enemigo regio persa Darío III Codomano de Persia, la influencia es explícita, en ocasiones, pero otras veces es apenas perceptible, aunque siempre se encuentra a su lado. La obra se ciñe a este intimismo, que seguramente lo hubo, sin dejar de lado los aspectos bélicos de conquista y la estrategia militar imperialista del monarca citado, Alejandro III “el Grande” de Macedonia. Parecer ser, por lo que nos mencionan los cronistas más o menos contemporáneos y posteriores, que el soberano macedonio fue un hombre muy complejo, que bebía en exceso, lo que generaba estereotipaciones caracterológicas muy acendradas, inclusive asesinando a su mejor amigo (Clito “el Negro”), por una plausible conspiración, ya que Clito no estaba de acuerdo con la excesiva orientalización de la política de conquista del Rey de Macedonia.

En esta completa novela-histórica, Alejandro Magno nos presenta, sin ambages, su más acusada personalidad, compuesta de miedos, contradicciones y un inequívoco desorden interno, que es el paradigma global del gran personaje histórico, como realmente lo fue Alejandro III de Macedonia. Quizás hubiese sido preciso y necesario una mayor profundización en el carácter de sus compañeros, pero eso sí falta en la obra. Las mujeres ocupan un lugar esencial en el devenir vivencial de Alejandro “el Magno”, ya que buscará hasta una esposa no griega en la tierra por conquistar, que se llama Roxana, quien inclusive le dará hasta un hijo, Alejandro IV, aunque ella y su hijo serán asesinados en la complicada corte de Pela, a pesar del apoyo que les prestará el general Perdicas, llegando hasta a eliminar a la otra esposa de Alejandro de Macedonia, llamada Estatira. Casandro será el fautuor de los crímenes reales, acabando así con el linaje alejandrino. Cuando el mencionado general macedónico está ya en el año 323 a.C. en Babilonia, se colige que tuvo algo que ver con la extraña muerte del ya mencionado monarca y centro de la obra. Alejandro III Magno de Macedonia nació en Pela, la capital regia, el 21 de julio del año 356 a.C., y pasaría a mejor vida terrenal en Babilonia, el 10 de junio del año 323 a.C.

De Filipo II de Macedonia jamás supo lo que era el amor de un padre. Cierto era que nunca lo había obligado a nada, ni lo había mandado a curtirse con los nobles del norte, que no eran griegos sino bárbaros; lo había dejado en la capital de Pela con todas las comodidades, bajo la tutela de su madre y del gran maestro Aristóteles, con una compañía exquisita de amigos, le había regalado a su amado caballo Bucéfalo… Pero a él, a su figura, rara vez lo había encontrado a su lado. En verdad no lo había echado en falta, pues cuando sí estaba, sus palabras iban siempre llenas con reproches decepcionados e insultos velados por su debilidad y su sensiblería. De niño lo hería por una hombría que no llegaba; de joven porque la que tenía no le parecía adecuada. Ni cuando triunfaba se lo reconocía. Así sucedió en Queronea: fue su primera gran victoria en el campo de batalla. Acababa de cumplir dieciocho años. Para otro príncipe un día así habría sido una fuente de inspiración para su reinado futuro y de bella nostalgia en la vejez. Para Alejandro no”.

Este libro no es una obra de historia, sensu stricto, ni una biografía de Alejandro Magno al uso, sino un estudio novelado, pero con un buen % de historiografía rigurosa y seria. Esta obra responde a la realidad de la Historia del soberano de Macedonia, porque se siguen las fuentes que narraron la vida y los hechos vivenciales del Rey Magno, sin salirse un ápice de todo lo que escribieron, sobre él, los diversos historiadores que le analizaron. No obstante, el Alejandro Magno de este libro es muy familiar, ya que presenta, prístinamente, todo aquello que abruma a los seres humanos de La Tierra. El autor reconoce que ha limitado el número ingente de compañeros del soberano o hetairoi a únicamente seis, aunque en la Historia de Alejandro constituían los jefes de la milicia macedónica, y eran, asimismo, jinetes de élite. El autor indica, asimismo, que su obra está basada en el estudio riguroso de la arqueología alejandrina.

«Tras el asesinato de su padre, Alejandro asciende al trono de Macedonia. Acaba de heredar no solo el título, sino también el deber de salir victorioso en la misión que le reclama su pueblo: arrebatar a los persas las tierras que una vez fueron griegas y devolverles la libertad. Sin embargo, no puede detenerse ahí; la sangre de reyes, de héroes, de dioses que corre por sus venas lo obliga a llevar a cabo una empresa mucho más ambiciosa. Quiere conquistar Babilonia, Persépolis y todas las ciudades en su camino hacia el este, hasta vencer al último rey aqueménida, el temible Darío, y acabar con el Imperio persa para siempre. Sabe que es su destino. Solo él puede lograrlo, solo él puede conquistar el mundo; solo él es Alejandro Magno. Una novela épica y colosal sobre el hombre que quiso salvar a los pueblos de la tiranía en aras de la libertad».

Para que la narración sea más ágil, el autor ha realizado una oportuna reducción del número de ciudades en las que el monarca de Macedonia fue dejando datos sobre sus viajes o su periplo. Alfonso Goizueta nos indica las dos obras de la Antigüedad clásica en las que se fundamentó para la realización de este volumen, de 602 páginas. La primera de ellas es la de las VIDAS PARALELAS de Plutarco, y la segunda es la dedicada a la ANÁBASIS DE ALEJANDRO MAGNO de Flavio Arriano. Y, además, nos indica su pretensión, que creo que ha podido conseguir, de recrear un marco histórico adecuado para su colosal epopeya, y, consiguientemente, poder analizar el estudio de este ser humano en su deambular por la vida terrenal.

Ese día se enfrentó a la dura realidad de que a veces los hijos derraman lágrimas, sangre y coraje, incluso se arriesgan a la muerte inútil para probarse dignos de sus padres, y aun así no consiguen ni siquiera una mirada orgullosa por su parte. La noche antes de partir durmió con su madre, apoyada la cabeza sobre su cálido regazo para que así le viniera el sueño esquivo. Olimpia le acarició suavemente la mejilla”. Por lo tanto, estoy claramente a favor de la calidad, indubitable, de esta obra histórica, dentro del mundo de la Novela-Histórica, que tanto ayuda a los que nos dedicamos a la Historia como estudio. Por consiguiente, deseo indicar, sin circunloquios, que recomiendo plenamente esta obra como ser merecida del Premio Planeta, y que es muy notable en su estudio narrativo e historiográfico. «Ut ab ómnibus eum iniuriis dignitas concessa defendat».

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