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"Cuatro días de enero", de Jordi Sierra i Fabra

El final de la República en Barcelona
Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
Cuatro días de enero
Cuatro días de enero

El 22 de enero de 1939 el Gobierno de la República abandona Barcelona dejando a su suerte a los habitantes de la ciudad, sin posibilidad de defensa alguna. En medio de este caos, una ex prostituta denuncia a la policía la desaparición de su hija adolescente.

La policía, en esos momentos, es un sólo inspector, Miquel Mascarell, que ha sido el único en no abandonar la ciudad porque tiene a su esposa enferma de cáncer. Ante esta situación, el inspector no hace caso a la vieja prostituta y la manda a su casa, diciéndola que ya aparecerá su hija. A la mañana siguiente, decide visitarla y, ante su sorpresa, la encuentra muerta a la entrada de su casa, probablemente por suicido. O, al menos, eso es lo que quiere que crea el supuesto asesino.

Con esta trama comienza la novela de Jordi Sierra i Fabra, Cuatro días de enero, el escritor catalán más leído en el mundo, que se adentra en el género de novela negra, policíaca, un género en donde se le nota que disfruta. Donde el protagonista, el último héroe, casi al estilo de Solo ante en peligro de Gary Cooper, comienza una investigación, que probablemente sea la última, ya que con la entrada de las tropas franquistas, él, posiblemente, sea depurado. Obviando la realidad, decide que este caso sea el último de su carrera, sobre todo cuando descubre en la morgue el cuerpo violado brutalmente de la adolescente Merche, hija de la ex prostituta.

La atmósfera que envuelve a la obra es la del perdedor, el que sabe que haga lo que haga ya no hay futuro para él. En sus pesquisas va descubriendo un submundo de personajes que viven en medio del frío y del hambre, mientras escuchan por la radio y leen en los periódicos que la guerra, pese a todas las evidencias, se puede ganar. Con ellos conviven quintacolumnistas que esperan su momento para reaparecer en la vida de la ciudad. Mientras tanto, los almacenes de la República están a rebosar. La imagen del saqueo de éstos, es estremecedor, se describe cómo la gente se pelea y corre para coger los alimentos que escaseaban.

El sentido del deber del inspector Mascarell es impresionante. No sólo quiere resolver el caso sino que quiere limpiar su conciencia, el recuerdo de su hijo, de la ex prostituta, de los que han huido dejando a la población inane. Con precisión de historiador describe los cuatro últimos días de la República de una Barcelona derrotada. El final…, mejor será que lo descubra el lector. Merece la pena su lectura, y descubrir, paso a paso, lo que va desgranando el autor de la mano del protagonista. La trama va in crescendo y los resultados no dejan de sorprender.

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