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"Arcadia desolada", de Pedro Juan Gomila Martorell

domingo 17 de enero de 2016, 18:55h
Arcadia desolada
Arcadia desolada

Eidolon (ειδωλον), según la mitología griega es una copia astral de un difunto, este doble espectral de forma humana, que se remonta a la Odisea de Homero, llega hasta nuestros días gracias a la obra del poeta mallorquín Pedro Juan Gomila Martorell, que le ha dedicado un díptico compuesto por los poemarios "Arcadia desolada" (Eidolon I) y "En la tierra de Nod" (Eidolon II, 2015), ambos publicados por la colección de Poesía de Ed. La Lucerna.

Nos detendremos en el primer título, segundo poemario del autor, que marca un verdadero punto de inflexión en su poética y determina un rasgo de estilo muy peculiar, que se alimenta de la propia experiencia y se engalana de un clasicismo de raigambre grecolatina.

Precede a los versos un extenso prólogo de José Luis Reina Segura, donde éste da cuenta de su amistad con el autor y señala algunas de las claves necesarias para comprender su mundo, esa Arcadia sumida en el dolor, la amargura y la tristeza por efecto de una realidad adversa que obliga al poeta a transmutarse en fantasma, mera copia en carne y hueso de una conciencia que se sabe ajena a los dictados de una sociedad puritana e hipócrita.

Las citas de Javier Sologuren, Alberto Escobar y Arthur Rimbaud señalan el tema que guiará todo el poemario, la búsqueda de la identidad sexual en conflicto con el entorno. El libro se articula en forma de diario íntimo, así los poemas se suceden de forma continua, sin separación formal en partes, y hacen partícipe al lector del conflicto interior de un poeta atormentado por los convencionalismos imperantes. Nos encontramos por lo general con largos poemas, la mayoría de una sola estrofa, dos o tres a lo sumo, y versos de arte mayor, donde el decasílabo, el endecasílabo y el dodecasílabo se combinan en un léxico rico en adjetivación que roza el barroquismo.

Nazco de tu vagina lata y dura,/ con la entraña colérica de lava, así comienza un poemario que va de la infancia al presente, donde el poeta se siente como pájaro atrapado entre barrotes y emplea un lenguaje culto barnizado de hermetismo para declarar su mensaje, que se caracteriza por una veracidad doliente. Y es que para Pedro Juan Gomila Martorell la poesía es un ejercicio de exorcismo para liberarse de las ataduras morales, en este sentido podemos definir su poética como una rebelión ética, y es que compartir es un acto de amor libre.

Sé que apenas atesoro el tiempo breve/ de los fuegos de San Telmo en la tormenta, con estos versos finaliza esta Arcadia que brilla por una mordacidad que recuerda a los maudits de fin de siècle. Poesía confesional, purgatoria si se quiere, pero poesía al fin y al cabo, compleja y tributaria de múltiples referentes, todo con el firme propósito de enfrentarse a los prejuicios sociales para afirmar su identidad en un mundo ambivalente.


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