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artículo de investigación

«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra
14/05/2023@11:11:00

La estirpe de Miguel de Cervantes Saavedra tiene incuestionablemente raíces argandeñas, pese al casi total silencio de muchos investigadores cervantinos, y en algunos casos prácticamente el absoluto desconocimiento de los 107 testimonios fiables sobre la familia Cortinas de Arganda del Rey.

El 5 de mayo de 1945 fue liberado el campo de exterminio de Mauthausen de las garras nazis; dos días después se firmó la capitulación alemana ante las fuerzas aliadas. Fue la 65ª División de Infantería de las tropas estadounidenses la que llevó a cabo la entrada en dicho establecimiento de muerte y las fuerzas aliadas se sorprendieron al ver pancartas y banderas republicanas españolas colgadas en el interior de la entrada. Aprovechando esa aciaga efeméride tuve ocasión de visitarlo en el 78 aniversario de su liberación; el día anterior se había ofrecido una recepción a las autoridades austriacas e internacionales. El campo fue conocido como el campo de los españoles ya que se calcula que por allí pasaron algunos más de 7.200; aunque según pude comprobar en una placa rusa se contabilizaron 6.502, de los que unos 5.000 perecieron en él.

«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

El benemérito historiador burgalés Jesús Villalmanzo Cameno, distinguido archivero del Archivo del Reino de Valencia y autor de los ejemplares trabajos de investigación, verbi gratia, «Fray Juan Gil: datos para su biografía. Documentos y estudios» (Trinitarium: Revista de Historia y Espiritualidad Trinitaria, 2018); «Nuevos documentos sobre Miguel de Cervantes Saavedra hallados en el Archivo del Reino de Valencia, 1580-1581 (Anales cervantinos, 2017); «Cervantes, fray Juan Gil y los mercaderes valencianos» (Anales cervantinos, 2016); y La música en la parroquia de los Santos Juanes de Valencia durante el siglo XVIII (Generalitat Valenciana, 1992), descubrió nuevos documentos de inestimable magnitud para la biografía del «Manco de Lepanto», Juan Gil, y Antón de la Bella.

«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

El benemérito historiador José María Carmona Domínguez, director del Archivo Municipal de Carmona y de la revista Tocina Estudios Locales. Revista de Investigación Local, (1985-), y autor de los espléndidos libros: Bibliografía General de Carmona, (2012); Parroquia de San Vicente Mártir de Tocina. Archivo Histórico, (2000); y Libro de Privilegios de la Encomienda de Tocina 1242-1692, (1999), da a la estampa dos documentos inéditos sobre el héroe de Lepanto, en su excelente trabajo: «Un tal Miguel de Cervantes vino a Carmona en febrero de 1590», en Trigo y aceite para la Armada. El Comisario Miguel de Cervantes en el Reino de Sevilla, 1587-1593 (2015, pp. 35-53).

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«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

Dedicado al Regimiento de Infantería, «Tercio Viejo de Sicilia, N.º 67», y a todos nuestros héroes que dieron su vida por la defensa de «nuestra dulce España, patria querida» y por la de sus invencibles banderas, las que deberían ondear en todo el mundo.

Por primera vez desde el óbito del «Rey de la Literatura Española», o sea 406 más tarde, tengo un gran honor dedicar un breve estudio a las invencibles banderas del glorioso Manco, quien las amó con todo corazón y con toda alma y las defendió con la más alta dignidad, nobleza y valor porque «más bien parece el soldado muerto en la batalla que vivo y salvo en la huida» (El Quijote, II-XXIIII).

Aquí vienen como anillo al dedo las palabras del General de División (R), Rafael Dávila Álvarez:

«nada hay como el soldado español

y a mi única aspiración siempre ha sido estar a su altura»

(https://generaldavila.com/).

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Dice un famoso coach de esos que te cobran un pastizal por soltar obviedades y paridas, que digerir el éxito es más difícil que gestionar el fracaso. Mira, colega, dos cositas te voy a decir, la primera, que coach tenías que ser. Y la segunda, que el acervo popular lo ha sentenciado mejor que tú: “Dios da pañuelo a quien no tiene mocos”.