Las palabras también pueden matar, asesinar, conspirar en la sombra para obtener el poder, para que nadie esté por encima del rey, y ese rey quiere ser Ricardo III.
¿Quién le pone el anillo en un dedo a la dama que acaba de perder a su marido y a su suegro? Solo puede hacerlo un rey. Ese rey rastrero, vil, que es capaz de ofrecer su reino por un caballo cuando ya está casi derrotado.