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teatro infanta isabel

RICARDO III

La ambición desmedida
09/11/2025@10:55:13

Las palabras también pueden matar, asesinar, conspirar en la sombra para obtener el poder, para que nadie esté por encima del rey, y ese rey quiere ser Ricardo III.

HOY NO ESTRENAMOS

Así es el teatro

Primera toma de contacto: se va a formar un grupo de teatro o, más bien, un grupo de terapia teatral, gente de la calle, como tú y como y yo y como usted que, de repente, sienten la necesidad de ¿expresarse?, ¿de conocer a gente?, ¿de liberar tensiones?, ¿de no aburrirse?

LA INCREÍBLE HISTORIA DE ELZÉAR DUQUETTE:
La vida en un reloj de arena

Lo que te depare la vida es solo cuestión de desearlo, pero también de ponerse a ello, aunque después no haya tal triunfo, se trastoquen los planes, si es que los hubiere, o no sea el final esperado, si es que esperábamos uno concreto.

CABEZAS DE CARTEL

El ego de los artistas, que quieren que sus campos siempre estén llenos de flores, de luces por supuesto, aunque en el fondo sientan un poco de vergüenza y se emocionen y les duela si es otro el que se lleva el premio.

PARA LA LIBERTAD

Miguel Hernández para siempre

MIGUEL HERNÁNDEZ GILABERT, hecho a sí mismo, valiente, necesitado de gente y casi siempre solo. Miguel Hernández, tuviste mala suerte, pero fuiste fuerte, y no abandonaste nunca tu camino; si te halló pronto la muerte, no se alegraron tus enemigos, porque tus amigos fueron creciendo poco a poco.

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LA REINA DE LA BELLEZA DE LEENANE:
Soledad frente a frente

Se detuvo el tiempo en una mecedora y se trenzan los reproches por algo que sucedió y ahí se va quedando. La infección no solo está en la orina y no se pueden evitar los arrebatos de la ira, de la inquina, aquellas sensaciones amargas que acompañarán a los personajes ya para siempre. Los demás miembros de la familia han huido previamente.

EL CUENTO DEL TOMATE FRITO:
Hacerlo todo bien

"Cuéntame un cuento y verás qué contento me voy a la cama y tengo lindos sueños", dice la canción de Celtas Cortos.

"Muerte de un viajante", de Arthur Miller en el Teatro Infanta Isabel de Madrid: un mundo imaginario y su falsa verdad

Buscar el éxito sin encontrar recompensa alguna es como encaminarse al abismo con los ojos vendados. Una apuesta difícil de entender para el que la pierde, y a la que no le sirve de nada que te des cuenta de tu falsa verdad cuando ya estás muerto o acabado. Ambos, estados inútiles para su propósito. El éxito y su tiranía precisa de esclavos, tan ciegos como autoritarios, pues siempre necesitarán de esa inconfesable e inquebrantable cerrazón que le hace ver —a quien la sufre— su propio jardín siempre verde y lleno de flores por más que el resto le digan que es un secarral que, por no tener, no tiene ni semillas sembradas con las que poder invocar el milagro de la esperanza. No hay vida sin esperanza, ni falso éxito sin su mentira, porque como se nos recuerda en un momento de la obra: «Hay que romperse el cuello para ver las estrellas». Inútil esfuerzo el de aquel que no sabe dónde se encuentra el cielo ni la posibilidad de iluminar un camino que no tiene salida, y sobre el que solo da vueltas y vueltas hasta desgastar del todo las suelas de sus zapatos.