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Hoy se celebra el centenario del nacimiento del Premio Nobel de Literatura

Camilo José Cela Conde
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Camilo José Cela Conde (Foto: Julia María Labrador Ben)

Se presenta “Cela, piel adentro” de Camilo José Cela Conde

“Por definición, mi padre no se arrepentía de nada”

miércoles 11 de mayo de 2016, 09:20h

Con motivo del centenario de Camilo José Cela Trulock el 11 de mayo, la editorial Destino reedita una nueva versión de la biografía que sobre él escribió su hijo Camilo José Cela Conde, retitulada "Cela, piel adentro" y repleta de modificaciones derivadas de la aparición de nuevos documentos privados del escritor, en concreto las cartas a su mujer Charo. Además, Destino va a volver a editar todas sus obras, algunas de las cuales ahora resultan difíciles de encontrar. La primera reeditada es La familia de Pascual Duarte, dentro de su colección más selecta y exclusiva, la colección Clásicos.


  • Camilo José Cela Conde y Emili Rosales


  • Emilio Rosales

Camilo José Cela Conde
Camilo José Cela Conde (Foto: Julia María Labrador Ben)

Camilo José Cela Conde es profesor de Antropología y también escritor, incluso novelista, aspecto que se resaltó en la presentación. Su nuevo libro, Cela, piel adentro, parte de una primera edición aparecida en el año en que le otorgaron el Premio Nobel, Cela, mi padre, obra que enriquece ahora con las cartas entre Cela Trulock y su mujer Charo. Esos materiales justifican por qué el gran placer de este libro reside en descubrir al Cela íntimo. Aunque el estilo de las cartas no esté cuidado tan formalmente como el de sus manuscritos, están muy bien escritas. Cuenta a veces historias tan divertidas como las de sus Apuntes carpetovetónicos, otras veces resulta irónico.

Pensando en el centenario tenía sentido poner al día Cela, mi padre. La actualización era posible porque Cela Conde se había metido a fondo en las cosas de su madre, que lo había guardado todo tanto de su marido como de su hijo (incluidos los primeros artículos de éste último, textos que él tiró nada más encontrarlos).

Su madre se había referido a ellas así: “Son cartas de tu padre, no tienen ningún interés”, nada más lejos de la realidad, pues son de épocas de formación de Cela, momentos decisivos y fundamentales de su vida: su noviazgo, la redacción de La familia de Pascual Duarte, la estancia en casa de Rodríguez Losada en la Coruña, es decir, cuando está naciendo un escritor. Sorprende que no cuadra nada con el Cela posterior, está en sus antípodas: esas más de mil cartas muestran a un Cela contradictorio: muy joven, muy angustiado, muy cargado de contradicciones, capaz de tener un empleo en la censura de Franco y a la vez de estar escribiendo La familia de Pascual Duarte, algo que su hijo nunca entendió que pudiera ser posible, aunque lo fue.

En el nuevo libro se incorporan muy pocas cartas porque no se trata de hacer una edición crítica de ellas. Se usan como ilustración de ese Cela diferente que su hijo no fue capaz de ver. Hasta se podría hacer una edición de bibliófilo, pero lo normal es que vayan apareciendo en la prensa.

El oficio de escritor es inventar personajes y el primero que inventan es el de ellos mismos. Cela se creó varios: el Vagabundo, por ejemplo, no tiene nada que ver con el personaje de las entrevistas públicas. En realidad no se trata de una impostura, sino de una reconstrucción literaria. El Cela personaje devoró en algún momento al Cela escritor, pero lo había creado el escritor. Cela estuvo huyendo constantemente de ese personaje y lo logró. En Viaje al Pirineo de Lérida dice que quiere morir como un lobo solitario. En la escritura a veces queda prendido el deseo de poder seguir dentro del libro una vez terminado: en general no es posible, pero él lo logró algunas veces.

En las cartas descubrimos una faceta inédita: cuando se siente solo, en América, con un océano por medio, se acentúa su sensación de lejanía. El lema de su escudo nobiliario es una tautología: “el que resiste gana”, quiere decir que sólo ganan los que no se quedan por el camino.

De repente surge una duda: si todo lo que escribe un escritor es una ficción, ¿no sucederá lo mismo con las cartas? La respuesta nos la da la antropología: en las cartas se escribe pensando que sólo esa persona a la que van destinadas es quien las va a leer, y eso provoca que en ellas aflore el núcleo de la propia alma.

Recibir el premio Nobel lleva a Cela a la paradoja más absoluta de no poder seguir escribiendo tras recibirlo. Pero guardaba Madera de boj, obra maestra de la literatura que enlaza con sus primeras obras (Mrs. Cadwell, Pabellón de reposo), un libro importante que además se convirtió en su canto de cisne, pues murió un año después. Es la novela que había dicho sesenta años atrás que quería escribir, la de la Galicia de Finisterre.

Cela Conde opina que no se puede obligar a leer, en vez de eso hay que poner los medios para que puedan leer si quieren. Él mismo odia la poesía porque le obligó su padre a leer Platero y yo. Curiosamente, algunas de las obras de Cela Trulock son lectura obligada en el colegio.

En su casa, Cela nunca hablaba ni de sus libros, ni de las adaptaciones cinematográficas, y ni siquiera de literatura. No obstante, su hijo deduce que la adaptación de La colmena le tuvo que gustar muchísimo porque salía un personaje que le fascinaba, el inventor de palabras, que casualmente interpretó él. En cambio, Pascual Duarte le pudo causar perplejidad, dado lo lejos que está de la novela. Con respecto a su centenario, es posible que estuviera encantado, sobre todo al ver que lo que más se busca en él son sus libros.

Entre los papeles de ese cajón existen poemas inéditos, alguna obra teatral incacabada, pero ninguna novela. Al hablar de la obra de su padre, su hijo confiesa que Carrera ciclista para neófitos es el cuento más divertido que ha leído de él.

En Cela, piel adentro no aparecen cartas de su madre por el plazo que ha tenido Cela Conde para escribirlo. Incluso recuerda que, puesto que su madre tenía dos años más que su padre, su centenario ya ha pasado. Respecto a cómo afloran los sentimientos de ambos: ella le quería tanto como él a ella, la única diferencia es que los vascos son más contenidos en todo, los gallegos se guardan para sí lo que piensan pero se nota. Lo lógico sería escribir un nuevo libro en el que se incorpore el panorama completo tras la lectura de las cartas de su madre. Lo esperaremos con interés.

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