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"Momentum. Entrevistas a Pablo Iglesias, Ada Colau, Alberto Garzón, David Fernández" de Orencio Osuna (Prólogo de Enric Juliana).

Icaria, Barcelona, 2015

martes 20 de junio de 2017, 08:44h
Momentum
Momentum

Bajo del formato de entrevistas en profundidad, Orencio Osuna nos acerca el pensamiento de cuatro representantes de la denominada “nueva política” española. En este sentido, el autor participa de las reflexiones de sus entrevistados aunque no con el objetivo de condicionar las respuestas de aquellos.

La obra se vertebra alrededor de una serie de temas clave como la corrupción, las dinámicas soberanistas perceptibles en Cataluña, el concepto de “casta política”, el fenómeno del 15M o la crisis económica por la que ha transitado España durante los últimos años. La suma de este conjunto de fenómenos ha motivado la irrupción primero y el protagonismo después, de las formaciones lideradas por Colau, Iglesias y Fernández.

Las respuestas que hallamos pueden calificarse de complementarias, interpretando en la mayoría de las ocasiones los fenómenos objeto de estudio en clave social. Así sucede, por ejemplo, con el “derecho a decidir”. Colau sostiene que ha sido el neoliberalismo y no el nacionalismo el que ha provocado la reivindicación de lo que legítimamente se puede entender como derecho de autodeterminación. En función de este argumento, la actual alcaldesa de Barcelona atribuye un rol protagonista a la sociedad catalana ya que ésta ha obligado a formaciones como CIU a liderar esa petición que ha mutado en exigencia (págs. 67-68).

Asimismo, aunque Colau critica al modus operandi convergente, en ningún caso puede interpretarse como un reproche al nacionalismo catalán en su conjunto, del que sólo cuestiona la corrupción que ha asolado a algunos de sus cuadros dirigentes. En consecuencia, no se desmarca de las “verdades oficiales”, responsabilizando al PP de la aparición de independentistas de nuevo cuño.

Tampoco se desmarca Pablo Iglesias de los “lugares comunes” en sus apreciaciones sobre las dinámicas que vienen sobresaliendo en Cataluña. Así, concibe “el derecho a decidir” como una cuestión de salud democrática (p. 24), mantra que también hace suyo Alberto Garzón, si bien éste lo envuelve dentro de una reflexión más compleja que concede prioridad a lo social frente a lo territorial (p. 102).

Asimismo, sobresale que el líder de Podemos interpreta lo que acontece en Cataluña a partir de “claves españolas”, lo que le lleva a reflejar una imagen negativa de CIU, asociada principalmente al apoyo que en otra época dio a los gobiernos del PP y del PSOE. En el reparto de culpas que efectúa Iglesias, la izquierda tradicional española no sale bien librada, en particular por no haber sabido entender las razones de la crisis por la que atravesaba nuestro país, lo que provocó la aparición de Podemos. En este sentido, un aroma mesiánico permea por las intervenciones de Iglesias: “somos otra cosa, no soy partidario de que nos parezcamos a una izquierda que ha cometido errores innumerables” (p.44).

La figura de Alberto Garzón cobra protagonismo por dos razones complementarias. Por un lado, por su liderazgo en Izquierda Unida, formación representante de esa “vieja política” tan denostada por los Colau, Iglesias y Fernández. Por otro lado, por haber “reconducido” a IU, integrándola en esa peculiar modernidad que implica Podemos, proceso no exento de tensiones internas.

Finalmente, David Fernández tampoco se desprende de algunas ideas que, si bien resultan fácilmente rebatibles, permanecen como argumentos estables a la hora de justificar el descontento “de Cataluña” con España. Una de ellas, aunque va perdiendo fuelle por la propia inercia del soberanismo, es la que vincula el actual malestar catalán con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut.

Osuna también concede plena validez a esta tesis, omitiendo que la elaboración y aprobación del Estatut no contó con la participación del PP o que también fue recurrido por el Defensor del Pueblo. No obstante, sí que puede concluirse que la ya famosa sentencia cumple todos los requisitos para ser considerada como el enemigo externo que todo nacionalismo precisa ya que capta nuevos seguidores y une a los existentes (p. 126).

David Fernández es independentista y no busca subterfugios léxicos para enmascarar esa elección personal. El autor lo explica en los siguientes términos: “la disidencia de David Fernández respecto al independentismo nacionalista que pregona el tándem Mas/Junqueras no es, por supuesto, solo cultural y estética. La cuestión radica en que él y su grupo son independentistas a fuer de ser anticapitalistas y, para colmo, contrarios al nacionalismo identitario” (p. 115). A pesar de estas diferencias, las CUP vienen avalando y sosteniendo al gobierno de Cataluña, lo que legítimamente puede interpretarse como una contradicción.

En definitiva, una obra que merece la pena leer y analizar en profundidad porque refleja ideas y tópicos asociados a las cuestiones que dominan la agenda mediática y política española. Los cuatro entrevistados y el autor no se esconden en sus aseveraciones, con las cuales interpretan la realidad de forma binaria, susceptible de resumirse en la dialéctica “ellos vs nosotros”.

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