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Antonio Manzanera
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Entrevista a Antonio Manzanera, autor de “La tercera versión”

“Tener infiltrados en un servicio de inteligencia es una buena señal”

lunes 19 de enero de 2015, 22:16h

Antonio Manzanera tiene la rara habilidad de perturbarnos en todos sus libros. En esta ocasión se mete en el mundo del espionaje y contraespionaje y lo que muestra nos deja preocupados. ¿En manos de quiénes estamos? ¿Quién dirige nuestros destinos? La respuesta es, como hemos dicho antes, perturbadora. Porque en este mundo no existe la verdad absoluta, lo que existen son muchas verdades que pueden distorsionar la visión final. En “La tercera versión” nos muestra el mundo de los espías desde distintas perspectivas.

  • Antonio Manzanera en el Ateneo de Madrid

Antonio Manzanera (Fotos: Javier Velasco)
Antonio Manzanera (Fotos: Javier Velasco)

El mundo del espionaje nos lo ha enseñado a la perfección John le Carré, uno de los escritores favoritos del autor murciano, “El espía que surgió del frío”, quizá sea la mejor novela de espías que se haya escrito y “El topo” la que mejor refleje este mundo. Leyendo la novela de Antonio Manzanera nos damos cuenta de que lo que escribía Ian Fleming eran simples divagaciones de un escritor enfebrecido y que el mundo de los espías se parece más a lo que nos mostraba el gran Ibáñez en sus cómics de Mortadelo y Filemón. En esta ocasión, partiendo de hechos verídicos, parece que son los agentes de la TIA los protagonistas de esta novela.

Para Antonio Manzanera el mundo de los espías tiene una cualidad fundamental, “se pretende llegar a la verdad a través de las mentiras”. Es un mundo donde el polígrafo es el dueño y señor. Un aparato al que, con el debido entrenamiento, se puede engañar, como ha escrito el autor en otro sitio. Su novela se divide en cuatro partes: un preludio y tres versiones diferentes de un mismo hecho. El preludio y las dos primeras versiones “son bastante reales” y en la tercera la ficción se apodera de la realidad. “Se podría decir que en La tercera versión, la parte real se va desvaneciendo según avanza el libro, mientras que la parte de ficción va aumentando”, nos dice el escritor en la entrevista que hemos tenido con él en el Ateneo madrileño y puntualiza que “novelo una historia que ocurrió de verdad”.

Vitaly Yurchenko es el protagonista del libro. El autor se acerca a él desde cuatro posiciones diferentes, desde cuatro miradas diferentes. La suma de esas cuatro nos dan un retrato lo más aproximado posible, pero como dice Antonio Manzanera, “es imposible saber la verdad de lo sucedido”. Lo que nos muestra es una aproximación que puede ser rigurosa, creíble y verosímil, pero no sabemos realmente lo que sucedió.

Por ambos bloques se han producido numerosas deserciones. La última, la de Edward Snowden, que ni siquiera era espía, ni pertenecía a la CIA, sólo era un contratista que desveló secretos de Estado que hicieron temblar los cimientos de Estados Unidos. “Es la chapuza elevada al cubo en el mundo de los servicios de inteligencia y lo que podríamos definir como una chapuza de dimensiones considerables”, se expresa el autor de la novela, un auténtico especialista en los servicios de inteligencia del mundo.

“Los servicios de inteligencia suelen estar divididos en tres departamentos: inteligencia, contra inteligencia y servicios especiales. Conforme el servicio sea más agresivo, mayor importancia tendrán los dos últimos servicios”, nos explica. Para el autor murciano es el Mosad la mejor agencia de inteligencia del mundo, la que tiene mejores medios, porque se encuentra rodeada de potenciales enemigos. Otro servicio de inteligencia que destaca es el cubano. ¿Y el CNI español?, le pregunto. “Es un servicio eminentemente defensivo. Es muy bueno teniendo en cuenta su presupuesto y las directrices políticas a las que está sometido”, opina con seguridad y añade que “nació con muchas taras”. Una de ellas es el sometimiento a dictados políticos. “La Casa –como popularmente se conoce al CNI- está bajo las directrices de Vicepresidencia del Gobierno, aunque es el general Félix Sanz Roldán, un auténtico experto, quien lo dirige”, apostilla.

Antonio Manzanera es un escritor que da mucho valor a la documentación y es muy rápido escribiendo. Su profundo conocimiento del mundo de los espías se lo permite. Desde que se le ocurrió la idea de escribir La tercera versión hasta finalizarlo sólo pasaron seis meses, de los cuales tardó un único mes en redactarla. “No empiezo a escribir un libro hasta no saber cómo termina. Primero escribo el guión de la novela, el esqueleto que voy a seguir y luego tengo que saber lo que va a ocurrir en cada capítulo”, subraya enfáticamente. Y nos desvela el secreto de su estilo: “Yo cuento la historia mediante diálogos. Sé que por mi estilo no voy a ganar premios literarios, pero lo que quiero conseguir es que los lectores se lo pasen bien con mis libros”.

En su último libro adopta varios estilos diferentes en la narración que se van entremezclando, según el narrador de cada capítulo. En este libro se percibe un mayor tono de humor con respecto a sus novelas anteriores. “En ésta soy más extrovertido, más irónico, más como soy yo cotidianamente”, nos descubre. Intenta la variedad y lo consigue y también “pretendo ser original, aportar algo nuevo en mis obras”, apunta.

Con algunas de mis preguntas se muestra esquivo. Da la sensación de que sabe mucho más de lo que desvela, pero que no debe decirlo. Si le pregunto cuál de los servicios de inteligencia es mejor, el americano o el ruso, no se moja totalmente, eso sí, reconoce que Rusia se aprovecha de la debilidad de un presidente como Obama. “Con los últimos presidentes demócratas, los rusos han hecho lo que les ha dado la gana”, sentencia convencido. Manzanera echa de menos a un presidente como Ronald Reagan, quizá el mejor de los últimos tiempos pese a su impopularidad.

“El antiguo KGB tenía varios mecanismos de reclutamiento: la extorsión, el dinero, los motivos ideológicos o el ego del traidor”, puntualiza con precisión. Ahora las condiciones han cambiado y los servicios de inteligencia están muy influenciados por las nuevas tecnologías, de ahí que ya no sean tan necesarios el infiltrado o el espía. Además, es muy difícil en el tiempo actual. “Por ejemplo, en España la única amenaza que tenemos, prácticamente, es la del terrorismo yihadista y es muy difícil infiltrar a alguien o conseguir información a cambio de dinero. El aliado que tenemos en este punto es Marruecos y no es un país muy fiable”, afirma con contundencia.

Para terminar nos desvela dos claves del mundo de los espías. “Los fracasos son muy sonados, mientras que las victorias no deben ser aireadas y conocidas”, refiere y concluye “tener infiltrados en un servicio de inteligencia es una buena señal, quiere decir que alguien está interesado en lo que se hace”. El tener infiltrados es lo más común en ese mundo. De eso, Antonio Manzanera sabe mucho. pero no nos lo dirá, sabe que, a veces, los silencios pueden ser más elocuentes que la verborrea.

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