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Ricardo Menéndez Salmón y Mauricio Fernández
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Ricardo Menéndez Salmón y Mauricio Fernández (Foto: Javier Oliaga)

Ricardo Menéndez Salmón presenta la obra ganadora del Premio Biblioteca Breve 2016

“Hay una identificación de la literatura como un lugar de resistencia”

miércoles 02 de marzo de 2016, 07:51h

Con “El SistemaRicardo Menéndez Salmón se ha hecho con el Premio Biblioteca Breve 2016. La obra es radicalmente diferente a lo que nos tenía acostumbrados el escritor asturiano aun manteniendo los temas que habitualmente le preocupan. La novela podríamos calificarla de distopía y es una obra de la que jamás nos podríamos imaginar que iba a conseguir un premio literario por su alejamiento de lo comercial.

  • Ricardo Menéndez Salmón

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Ricardo Menéndez Salmón
Ricardo Menéndez Salmón (Foto: Javier Oliaga)

Realidad es una isla en forma de rectángulo dividida en diecisiete Sustancias. El protagonista, el Narrador, nació en la número dieciséis, una vigorosa zona que se vino abajo a raíz de la crisis de la minería, pesca y siderurgia. ¿Les suena? Algo de parecido tiene con nuestro país y con Asturias, tierra del escritor, que dice de sus convecinos que “vivimos de espaldas al resto de España, mirando al mar”.

Realidad forma parte de un archipiélago denominado el Sistema. Los habitantes viven obsesionados por la aparición de los que ellos llaman los Ajenos y el Narrador es uno de los vigilantes que tiene el Sistema para prevenir las posibles invasiones. En ese futuro más o menos lejano conviven dos fuerzas: los Propios y los Ajenos. “Los enemigos son los Ajenos, con lo que esa palabra connota; puesto esto en el contexto que nos ha tocado vivir en las últimas décadas, es una novela en la que se reflexiones sobre los límites de la inclusión, de la exclusión, sobre la capacidad de construir un discurso sobre lo que nos pertenece frente a lo que queda fuera de nuestra tradición o de nuestros valores y de las personas que viven o no viven en estos valores”, explica Ricardo Menéndez Salmón sobre “El Sistema”.

El personaje que toma la voz en al menos tres cuartas partes de la novela es el Narrador, con mayúsculas. “Esta es una novela de mayúsculas que encarna en mi sentir arquetipos, figuras a las que se puede reconocer fácilmente y no hay por qué darles un nombre propio”, señala el autor gijonés. El Narrador irá dando un cambio según el lugar que va ocupando dentro del Sistema. Si al principio de la narración trabaja como vigilante, cuya función es vigilar que nadie ajeno al sistema penetre en su territorio, a lo largo del tiempo, esa percepción de sí mismo irá cambiando según va cambiando los lugares en donde transcurre la novela”, apunta.

Son muy importantes los lugares donde la narración se encarga, hasta tal punto que son un tipo de personaje más. La novela arranca en un lugar de vigilancia que es un estación meteorológica, pasa a la Academia del Sueño que es un “gran panóptico” de gran centro de control, después se desarrolla en un barco llamado la Aurora, para terminar en un espacio extraño que se denomina simplemente la Cosa.

“En cada uno de estos espacios, la voz narrativa cambia. En la estación meteorológica es en tercera persona. En la Academia es en una primera persona. En la tercera parte, que es el viaje en el Aurora, es en la segunda persona del singular, para terminar en la Cosa, una especie de epítome de todos nuestros temores y también de nuestros anhelos que es una voz omnisciente de la novela canónica que lo que hace es introducir al Narrador como un personaje más”, expone con rotundidad el autor de “El Sistema” y de “Niños en el tiempo” que acaba de firmar los derechos para ser publicada en Francia, entre otras.

Para el escritor asturiano “los temas que trata la novela son muy ambiciosos. Aborda todo lo que está en el tablero en estos momentos y que haga reflexionar al lector sobre el tiempo que vivimos”. Se abre, pues, a muchos asuntos actuales y si se tratan estos temas tan actuales, ¿por qué escribir una distopía?, se pregunta el autor. “Porque vivimos en una realidad muy urgente y yo quería tomar una cierta distancia con los acontecimientos actuales y jugar a un cierto futuro post humano”, dilucida.

“Me apetecía mucho, como escritor, crear un mundo dentro del mundo. Hasta ahora estaba basado en el aquí y ahora y nunca se había creado un espacio que generase un espacio alternativo a la realidad”, afirma Ricardo Menéndez Salmón. Quería que un mundo posible dialogase con el mundo real. Proponer un mundo alternativo. “Algo que ya habían hecho George Orwell o Aldous Huxley pero que fuese más allá. Mis influencias de J. G. Ballard, un escritor injustamente olvidado, un hito de la ficción contemporánea; Michel Houellebecq y Don de Lillo, el escritor al que más admiro, han aportado mucho para el resultado final del libro”, advierte.

Ahora que es muy difícil separar la literatura de la industria, para Ricardo Menéndez Salmón hay una “identificación de la literatura como un lugar de resistencia. Un lugar donde discutir al poder a través de otra forma de discurso”, opina. Una de las funciones de la literatura es precisamente esa, discutir y enfrentarse con el poder por su mal uso de la educación. “La literatura tiene que ser la conciencia crítica de la sociedad, no sólo un lugar de entretenimiento. Tiene que ser un lugar de trascendencia”, aclara. Para intentar parar este tiempo de involución al que nos vemos sometidos.

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