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"Vida y muerte del príncipe don Juan. Historia y literatura", de Ángel Álcala y Jacobo Sanz

Ed. Junta de Castilla y León. Consejería de Educación y Cultura. 1999.
martes 22 de marzo de 2022, 21:05h
Vida y muerte del príncipe don Juan. Historia y literatura
Vida y muerte del príncipe don Juan. Historia y literatura

Me voy a ceñir al capítulo de lo esencial y trágico de su vida, que fue sensu stricto su paso a mejor vida, es decir su muerte. Deseo reconocer, fehacientemente, la enorme calidad de la colección bibliográfica de la Junta de León y Castilla. Es obvio, que los historiadores que escriben desde dentro del aparato cultural de la Junta, tienen la convicción absoluta de que hay que borrar el concepto histórico de León de la faz de la tierra, sobre todo de la Junta política de León y Castilla. Pero, sus libros, obviando este error, son magníficos. Y, este es uno de ellos.

Dos entradas del llamado ‘Libro de las joyas’, citado anteriormente con otro fin, nos iluminan ahora respecto a la cronología tanto como a la raíz del fatal mal. Una dice así: ‘Una ropa de grana que tiene cinco varas, que se fizo en Medina del Campo, estando S. A. de las viruelas. Mandó dar la grana la Reina, nuestra Señora, de su cámara’. Según esto, estando en Medina Su Alteza el Príncipe ha recaído en las temidas viruelas, que según testimonio único del Cronicón de Valladolid había contraído ya, al menos una vez, años antes. El otro testimonio es igualmente revelador: ‘Un tabardo [abrigo] de damasco negro, guarnecido de unas tiras de oro tirado. Hízose el dicho tabardo en Medina del Campo a 20 días del mes de septiembre año de 97 años, de doce varas de damasco negro que dieron [sic, por dió] Pantaleón, por cédula del Comendador Mayor; e las tiras de oro tirado dio Covarrubias’. El atento lector recuerda que dicho comendador era Gutierre de Cárdenas, mayordomo mayor de la casa del príncipe”. Y, sobre todo, es el gran COMENDADOR DEL REINO DE LEÓN.

Según el texto citado, parece ser que el príncipe de Asturias ya ha tenido una nueva patología variólica, enfermedad muy grave y mortal para la época, y asimismo en Medina del Campo; la ciudad que en otrora época había sido capital de cortes leonesas del Reino de León. Para tratar de abrigarlo, y en función de la astenia muy importante que presenta, se le crea un abrigo-gabán especial. Se cita, también, que la curia regia de los Reinos de Castilla y de León se encuentra reunida en esa magnífica villa de las ferias, en el 20 de septiembre. Esa enfermedad explica que se haya aplazado hasta en dos meses el viaje curial hacia la frontera con el Reino de Portugal. “Se aproximaba la fecha previamente negociada con Portugal para entregar a Isabel y se hubo de decidir sobre la marcha la diversidad de rumbos: una reducida comitiva acompaña a los jóvenes esposos a Salamanca, donde Deza podrá atender al enfermo con cariño paternal, mientras el grueso de la corte prosigue el proyectado itinerario con los reyes y las tres infantas núbiles: Isabel misma, María y Catalina”. En estos momentos la ciudad leonesa de Salamanca tiene un componente urbanístico de gran capital cultural medieval del Reino de León, con su gran Universidad legionense, creada por el magistral monarca Alfonso IX de León “el de las Cortes”, presidiendo la vida urbanita. Es una polis de 20. 000 habitantes. En el mes de febrero de 1497, el mismo príncipe Juan ha ordenado que se adecenten y se realice el empedrado de sus calles.

El músico culto legionense helmanticense, por antonomasia, es Juan del Enzina; quien consigue representar, en el palacio de los Duques de Alba, muy elaboradas comedias pastoriles, en las que sus protagonistas hablan en uno de los dialectos de la llingua llionesa o del Reino de León, en este caso es el sayagués, sobre los amores de los campesinos y los ovejeros. En sus escuelas universitarias se estudia Derecho, Teología, Medicina, y las nacientes y extraordinarias Humanidades. Entre el 23 y el 29 de septiembre, fray Diego de Deza ha escrito varias epístolas, bastante angustiosas, a sus regios padres, sobre la enfermedad principesca que se va agravando. “Es notable, en este sentido, la discreción de fray Diego, quien procura situarse en muy segundo término respecto a la necesidad de cariño familiar del príncipe, el cual, por otra parte, es entrevisto como no obediente en demasía a las prescripciones de los médicos y del propio maestro. Se ve que el pobre obispo, además, no sabe qué hacerse ante tamaña responsabilidad”.

Está claro que los médicos más eximios tratan de salvar la vida del príncipe heredero, por lo que significa su vida para la estabilidad de los Reinos de León, de Castilla y de Aragón; entre otros de mayor o menor enjundia destacan, tales como el Doctor Hernando Álvarez de la Reina; proveniente de familia de conversos, pero gozando de la total confianza de los Reyes Católicos. Otros galenos son el doctor Soto y el licenciado Guadalupe; amén de otro de estirpe de conversos como el Doctor Juan de la Parra. Una vez recibida la misiva, Fernando V de León y de Castilla, II de Aragón y I de Navarra “el Católico”, corre a la cabecera de su moribundo hijo, acompañado por su médico y secretario Dr. De la Parra; a este último se le cita, maliciosamente, como el culpable de la muerte del príncipe por envenenamiento; el hecho torticero proviene de los sefarditas, que se vengan de su expulsión encenagando la fama de los conversos.

Item, se dieron al Doctor Parra, por 10 días que aquí estuvo curando a Su Alteza, 10.000 maravedís”. Cincuenta años después, el cardenal metropolitano de Toledo, Martínez Siliceo, que es furibundo anti judío, lo que incluye a los conversos, recoge la maledicente noticia; ya que defiende, sin ambages, la habitual maldad de los judíos y de los conversos; estando a favor, sensu stricto, de que se le niegue toda posibilidad de formar parte de la clerecía católica, a todos aquellos hebreos que se hayan convertido al cristianismo-católico, y que son los vilipendiados conversos o marranos.

Fue pública voz y fama, que el príncipe don Juan de gloriosa memoria, hijo de los Reyes Católicos, fue muerto con yerbas, que los confesos le dieron, por se haber mostrado contra ellos, arrojando en el fuego un día a un su criado pariente muy cercano de estos confesos, que hoy día trabajan de desasosegar esta Sa. Iglesia, los quales, aunque al presente se llaman Çapatas (su nombre fue primero Chapetones), descienden de casta muy baja de judíos”. No existe la más mínima posibilidad de que don Juan se cure, por ello pasará a mejor vida, sub altare Dei, dejando a sus padres hundidos moralmente y en la depresión más absoluta. Estamos ante otro estupendo libro de historia, que merece todos los parabienes y loas habidos por haber, por lo que otorgo sobresaliente sin problemas a esta obra. ¡Recomendación plena! «Iurare iussit numquam me in amicitia cum romanis fore. ET. Diuide et impera».

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