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Nuestro poema de cada día
Celia Viñas
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Celia Viñas

El legado literario de Celia Viñas: Entre versos y pedagogía

Cuando Celia Viñas llega a Almería, en marzo de 1943, para encargarse de la cátedra de Lengua y Literatura de su único instituto -hoy Escuela de Arte- cuenta con 28 años. Y en esta típica ciudad provinciana de posguerra pasó los 11 años que le quedaban de vida, truncada tras una intervención quirúrgica para extirparle una serie de miomas en el útero.
Portada de la primera edición de Canción tonta, en el Sur
Portada de la primera edición de Canción tonta, en el Sur

La canción de los tres niños

Labriego,

labriego quisiera ser,

lanzar en ritmo a la tierra

a la dorada semilla

con pulso que nunca yerra

y la mirada sencilla.

Labriego, labriego quisiera ser

para la siega y la trilla.

Marino,

marino quisiera ser,

y en la proa de la nave,

tendido en su duro suelo,

mirar la curva del ave

en la mitad de su vuelo.

Marino, marino quisiera ser

en medio del mar y el cielo.

Gitano,

gitano quisiera ser,

amo y señor de un pandero

y de una verde carreta,

de un osezno bullanguero

y de una mona coqueta.

Gitano, gitano quisiera ser,

el rey de la pirueta.

Celia Viñas: Canción tonta, en el Sur.
Almería, edición de la propia autora en la Imprenta Peláez, 1948.

Artículo de Francisco Galera Noguera: “Celia Viñas y su Canción tonta en el Sur”.

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2162202

Celia Viñas llegó a Almería, en marzo de 1943. Un año antes, en septiembre, se había casado, en Palma de Mallorca, con el almeriense Arturo Medina, jubilado en 1984 como profesor de la Escuela de Magisterio “Pablo Montesinos” de Almería, y encargado de la publicación póstuma de la obra inédita de su mujer, así como de la recopilación de sus muchos artículos, editados con el título De esto y aquello; también se ocupó de catalogar la obra de Celia Viñas y cuanta documentación encontró sobre ella, fondo que donó en 1993 a la Diputación de Almería.

Es de justicia recordar que los 11 años que vivió en Almería le permitieron desarrollar una estimable labor pedagógica, y no solo con sus alumnos -a los que entusiasmaba con sus actitudes vitales y la calidad de su magisterio-, sino entre la población, a la que se sintió muy unida. El auge que su “ímpetu renovador” llevó a Almería no tuvo continuidad en aquella época tras su muerte.

En el ámbito literario, Viñas hizo alguna incursión en el ensayo (Estampas de la vida de Cervantes. Almería Ayuntamiento; Madrid: Dirección General de Archivos y Bibliotecas, 1949); en la novela (Tierra der Sur, 1945); en la narrativa infantil (El primer botón del mundo y 13 cuentos más, 1951); e incluso en el teatro (Plaza de la Virgen, 1947). Pero Viñas es, ante todo, poetisa, y especialmente para los más pequeños, hacia los que demuestra una gran ternura. con unos versos ricos en imágenes coloristas. Sus mayores logros poéticos los alcanza con títulos como Trigo del corazón (Almería. Talleres Tipográficos La Independencia, 1946), Canción tonta en el Sur (1948), El amor de trapo (1949) y Palabras sin voz (Alicante, Editorial Ifach, 1953), todos ellos publicados en vida de la escritora. E incluso escribió un libro poético en catalán, publicado en Palma de Mallorca por la Editorial Moll, en 1953: Del foc i la cendra [Del fuego y la ceniza]. Con posterioridad a su muerte, su marido publicó Como el ciervo corre herido. Poemas sacros (Almería, Talerres Tipográficos Emilio Orihuela, 1955), Canto (Madrid, Ágora, 1964), Poesía ultima (Edición del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Almería, 1979) y Las islas del amor mío: El libro de las décimas (Almería, Editorial Veloz quietud, 2015). (En 1976, la editorial Rialp publicó una Antología lírica, recopilada por quien fue su profesor, Guillermo Díaz-Plaja, en la colección Adonáis).

El poema elegido pertenece a Canción tonta, en el Sur, un libro sencillo e ingenuo, prologado por Guillermo Díaz-Plaja y epilogado por Eugenio de Bustos. Contiene 66 poemas “de niños y para niños”, en los que la poetisa vierte todo su potencial pedagógico, y que permite, además, a cualquier lector retrotraerse hasta la época de su infancia para revivir su paulatino descubrimiento de la realidad que se va abriendo ante sus ojos; un libro que respira ternura y amor por los niños. Razones suficientes para que, a día de hoy, muchos de los libros de texto que emplean los alumnos más pequeños en el sistema educativo nos sigan sorprendiendo con la presencia de poemas de Viñas extraídos de este libro.

Pero detrás de cada poema y de su simplicidad en todos los órdenes, se esconde un gran dominio de la técnica literaria, y el poema “La canción de los tres niños” es buen ejemplo de ello.

Y de este poema vamos a empezar por considerar sus aspectos métricos, a base de recurrencias silábicas, rítmicas, tímbricas y estróficas, en las que se concentra la función poética. El poema está formado por tres conjuntos estróficos con idéntica estructura: ocho versos, cada uno de los cuales presenta la misma distribución de versos en cuanto al número de sílabas y ubicación, y también en lo que se refiere a la disposición de las rimas. En cada uno hay un verso trisílabo (el primero), seis versos octosílabos (el segundo -que es agudo-, el tercero, el cuarto, el quinto, el sexto y el octavo), y un verso endecasílabo (el séptimo -que es agudo-); y de estos versos, el primero es un verso suelto, porque no formas rima con ningún otro; el segundo rima con el séptimo, del que, en parte, es repetición; y riman con diferentes rimas consonantes el tercero con el quinto, y el cuarto con el sexto y el octavo. Expresado gráficamente, según el número de sílabas de los versos y las correspondientes rimas:

Primer agrupamiento estrófico

Verso 1: Labriego, [3, /é-o/]

Verso 2: labriego quisiera ser, [8, /é/]

Verso 3: lanzar en ritmo a la tierra [8, /é-.a/]

Verso 4: a la dorada semilla [8, /í-a/]

Verso 5: con pulso que nunca yerra [8, /é-a/]

Verso 6: y la mirada sencilla. [8, /í-a/]

Verso 7: Labriego, labriego quisiera ser [11, /é/]

Verso 8: para la siega y la trilla. [8, /í-a/]

Segundo agrupamiento estrófico

Verso 1: Marino, [3, /í-o/]

Verso 2: marino quisiera ser, [8, /é/]

Verso 3: y en la prosa de la nave, [8, /á-e/]

Verso 4: tendido en su duro suelo, [8, /é-o/]

Verso 5: mirar la curva del ave [8, /á-e/]

Verso 6: en la mitad de su vuelo. [8, /é-o/]

Verso 7: marino, marino quisiera ser [11, /é/]

Verso 8: en medio del mar y el cielo. [8, /é-o/]

Tercer agrupamiento estrófico

Verso 1: Gitano, [3, /á-o/]

Verso 2: gitano quisiera ser, [8, /é/]

Verso 3: amo y señor de un pandero, [8, /é-o/]

Verso 4: y de una verde carreta, [8, /é-a/]

Verso 5: de un osezno bullanguero [8, /é-o/]

Verso 6: y de una mona coqueta. [8, /é-a/]

Verso 7: Gitano, gitano quisiera ser, [11, /é/]

Verso 8: el rey de la pirueta. [8, /é-a/]

Entremos ahora en el contenido del poema y en su estructura morfosemántica. Cada uno de los tres niños manifiesta lo que quiere ser: “labriego”, “marino” y “gitano”, respectivamente. Y cada una de dichas palabras se repite hasta cuatro veces: dos: en posición anafórica (versos 1 y 2); y en las otras dos, la reiteración es consecutiva (verso 7). El esquema de la primera estrofa se reitera, pues, en la otras dos, de acuerdo con el siguiente esquema:

Labriego,

labriego quisiera ser...

Labriego, labriego quisiera ser…

Y una vez que cada niño ha expresado lo que quiere ser, se aducen las razones en el resto de las estrofas. Y aquí hay también ciertas recurrencias en las construcciones morfosemánticas, a la hora de adentrarse en los porqués. El que quiere ser labriego habla de la “dorada semilla” (verso 4, con el adjetivo antepuesto al nombre), que lanza con pulso ‘firme’ (verso 5: “que nunca yerra”; se ha preferido el rodeo por la construcción de relativo), y de la “mirada sencilla” (verso 6, con el adjetivo pospuesto al nombre). Por lo demás, “la semilla”, “la siega y la trilla” pertenecen al léxico del mundo agrícola en que se desenvuelve el labriego. [Y obsérvese que la poetisa ha preferido la palabra “labriego” a “labrador”, tal vez porque podrían no se voces del todo sinónimas: este trabaja la tierra cuando es de su propiedad, mientras que aquel se dedica de forma habitual a las labores del campo; si bien, según el lugar, pueden desentrañarse aspectos connotativos que determinan el uso de una u otra palabra].

El que quiere ser marino, desea tenderse en el “duro suelo” (verso 4, con el adjetivo antepuesto al nombre) para contemplar las evoluciones del vuelo de las aves, teniendo a sus pies el mar y sobre su cabeza el cielo. [Y repárese también en que la poetisa emplea la palabra “marino” como sinónimo de “navegante”, que es el que se desplaza por el agua en una embarcación; y no la palabra “marinero”, que es el que presta servicio en una embarcación. Entramos de nuevo en los confusos límites de la sinonimia, que el contexto y la situación comunicativa son los encargados de precisar a la hora de usar los vocablos con la propiedad requerida.

Y el tercero de los niños quiere ser “gitano”, quizá por su carácter ambulante y libre, pero también por algunas de sus ocupaciones de antaño: entretener al público callejero con sus acrobacias (verso 8: “el rey de la pirueta”) y sus habilidades para hacer bailar, al toque de un “pandero”, del que es “amo y señor” (verso 3; y otra vez estamos ante una sinonimia de insospechadas connotaciones), a un “osezno bullanguero” y a una “mona coqueta” (versos 5 y 6, con los adjetivos pospuestos a los nombres: “bullanguero” con el significado de “bullicioso” y “coqueta” con el significado de “presumida”). En cambio, en el verso 4, el adjetivo va antepuesto al nombre, como en las dos estrofas anteriores: “verde carreta”; una “carreta” que les sirve como medio de transporte. Quizá el color “verde” atribuido a la “carreta” sea un desplazamiento calificativo de un entorno que no se menciona en el poema. Y nos trae a la memoria aquel otro poema de Rafael Alberti (incluido en La amante) en el que, hablando con un carretero, le dice que tiene “un carro de ruedas verdes”).

Sea como fuere, ahí están los tres niños con sus anhelos infantiles vistos desde la perspectiva poética con que la sensibilidad y el sentido estético de Celia Viñas es capaz de trasladar al verso.

“La voz de Almería”, en 1965, y con motivo del 50 aniversario del nacimiento de Celia Viñas, publicó un especial bajo el título “Palabras para Celia”. Este es el enlace en que puede leerse:

https://historiamujeres.es/celia/bibliografia/20040622-al-20040626-Palabras-para-Celia.pdf

Puedes comprar sus libros en:

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