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Javier Calvo
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Javier Calvo (Foto: Javier Oliaga)

Entrevista a Javier Calvo, autor de “El fantasma en el libro”

“Cada vez la traducción es menos literaria”

Por Javier Velasco Oliaga
sábado 26 de marzo de 2016, 09:23h

Javier Calvo es uno de los más reputados traductores literarios del inglés. Ha traducido a escritores como Don DeLillo, Joan Didion o Salman Rushdie, entre otros. Además, tiene en su haber varias novelas publicadas que han obtenido el reconocimiento de la crítica. Ahora nos trae un pequeño ensayo sobre la profesión de traductor titulado “El fantasma en el libro” que acaba de publicar Seix Barral.

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Javier Calvo (Foto: Javier Oliaga)

Los problemas de los traductores son similares a todos los sectores de la edición. “Estamos con una mano delante y otra detrás. El sector editorial estaba sobredimensionado y la crisis se ha llevado a muchos traductores, además hay sobre abundancia de oferta, cada vez hay más gente que quiere traducir, lo cual ha traído mucho paro a la profesión. El panorama es muy negro. Sin embargo, yo no me puedo quejar. Soy un privilegiado. Nunca me ha faltado trabajo”, explica el traductor barcelonés en una charla que hemos mantenido en la cafetería de una conocida librería catalana de Callao.

“Empecé en la profesión en 1990. Durante todos estos años he ejercido como traductor y autor sin faltarme trabajo”, recuerda Javier Calvo. Incluso ha heredado algunos autores para traducir debido a las nuevas normativas sobre escritores y traductores jubilados. “Si cobran por traducir, ya no pueden cobrar la pensión”, apunta. El actual gobierno nunca ha tenido una política coherente sobre cultura y episodios como este demuestran la falta de tacto que tienen sobre los profesionales de la cultura.

El fantasma en el libro” está dividido en dos partes diferenciadas: el pasado y el hoy, con su corolario del mañana. “He pretendido hacer una contraposición entre las dos épocas”, señala. A la del pasado la ha denominado heroica por lo poco que se traducía y las pocas personas que se dedicaban a ello. “Eran cosas de reyes, de filósofos, pocas personas estaban preparadas para acometer esa empresa”, puntualiza.

En la actualidad hay dos tendencias claramente diferenciadas por culpa de lo industrializado que está el sector. “Cada vez la traducción es menos literaria. Las editoriales buscan traducciones más planas. El traductor ha pasado de ser un literato a un técnico, pero la traducción es más que una técnica, de ahí que el oficio haya pasado a estar en crisis”, analiza con precisión el traductor afincado en Nueva York.

Hasta hace más o menos un siglo, la profesión de traductor tenía algo de esotérico. “Muy poca gente se atrevía con la traducciones, básicamente eran poetas. Ahora, el democratizarse el tema de aprender idiomas, ha hecho que el conocimiento de lenguas sea más generalizado y, por tanto, haya más gente dispuesta y capacitada para traducir”, describe el traductor. Javier Calvo mantiene que estas nuevas condiciones hacen prácticamente imposible saber qué va a suceder en el futuro. Lo que sí tiene claro es que estas condiciones no suponen una esperanza de cambio en la profesión.

Javier Calvo se muestra crítico con las tendencias de las editoriales, pero también con las tendencias de ciertos autores como Nabokov u Ortega que abordan la traducción como si fuese una ciencia. “Yo soy más borgiano, de la escuela argentina. La traducción ha de ser fluida y fácil de leer”, se decanta el traductor barcelonés.

Hay lenguas minoritarias que están teniendo problemas en las traducciones. “Hay lenguas nórdicas en las que apenas hay traductores. En Cataluña ocurre lo mismo, hay pocos traductores de ciertas lenguas. El caso catalán es complejo pero interesante ya que ahora hay bastantes escritores catalanes que están abordando sus traducciones de manera personal, desde que la enseñanza del catalán se normalizó hay gente que escribe indistintamente en los dos idiomas”, describe.

Más de la mitad de las traducciones que se realizan en España provienen del inglés. “El mundo anglosajón es productor de cultura más que consumidor. Hay pocos escritores hispanos que son traducidos”, cuenta el escritor. Algo cambió a partir de Gabriel García Márquez y continuó con Jorge Luis Borges y los autores del realismo mágico como Isabel Allende. “Un fenómeno nuevo surgió a raíz de Los detectives salvajes de Roberto Bolaño. Aquello fue un boom y ahora a casi todos los escritores latinoamericanos que se traducen se les etiqueta como del nuevo Bolaño”, menciona con un deje de humor.

La publicación del “El fantasma en el libro” fue una sugerencia que hizo a la editorial. Pero tuvo que hacer caso a algunas sugerencias que le indicaron. “En la primera versión del libro no estaba la lista de los escritores más traducidos. Aquella sugerencia me hizo que tuviese que emprender una investigación sobre el particular”, reconoce.

“El proceso de traducción de un libro siempre parte del editor. En mi caso tengo dos tipos de proyectos, el alimenticio que me suele venir de una gran editorial y los proyectos que yo puedo sugerir o proponer, normalmente a pequeñas editoriales. En mi caso, lo he podido hacer unas siete u ocho veces”, expresa sin ambigüedad.

Si tuviese que escoger a su autor preferido para traducir le costaría bastante, aunque se decantaría con Don DeLillo o Denis Johnson. Lo que sí hace es “huir como de la peste de los escritores. Un traductor tiene que tener la competencia necesaria para resolver cualquier problema de traducción que surgiese”, afirma rotundo y concluye que “yo tengo mis asesores nativos para cuando he de consultar alguna duda”.

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