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"El ruido de las cosas al caer", de Juan Gabriel Vásquez

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
El ruido de las cosas al caer
El ruido de las cosas al caer
Juan Gabriel Vásquez consiguió con "El ruido de las cosas al caer" el Premio Alfaguara de Novela 2011. Con esta obra ha conseguido un relato profundo de la historia contemporánea de Colombia donde tan importantes son los acontecimientos que se cuentan, como las motivaciones y vivencias de los protagonistas, que son contadas de una manera apasionante y adictiva.

La obra podría encuadrarse en el género de la novela negra, pero va más allá. Es la historia de una investigación o, mejor dicho, de dos investigaciones. La que realiza el protagonista, Antonio Yammara, después de haber recibido un balazo en el estómago al intentar salvar la vida de Ricardo Laverde y la que lleva a cabo la hija de Laverde, Maya, años después de unos acontecimientos que les cambiaron la vida.

Son dos vidas que "no están funcionando", no funcionan porque no entienden lo que ha pasado y necesitan saber para entenderse, para conocerse, para saber por qué se encuentran donde están. Por qué la vida gira a su alrededor a un ritmo lento, envolvente, mientras las situaciones caen sin ruido destruyendo vidas. Antonio va todas las tardes a jugar a unos billares.

Allí conoce a Laverde, una persona mayor que él, de la edad de sus padres. Comienzan una amistad superficial alrededor de la mesa de billar, apostando. Poco a poco se van conociendo e incluso, casi llegan a intimar. Un día Antonio le acompaña a oír una grabación que Laverde había conseguido. Después de escucharla muere tiroteado y él es herido. No sabe cómo ha podido ocurrir, no lo entiende y eso le hace vivir desubicado sin asimilar lo que ha pasado.

Tiempo después le surge la necesidad de entender lo que sucedió, de entenderse y comienza una investigación. En ella descubre que Laverde fue piloto de aviación y que había estado en la cárcel. La dueña de la pensión donde vivía Laverde le pone en comunicación con la hija de él, que también quiere entender su vida, conociendo la de su padre al que creía muerto. Las dos investigaciones confluyen en una misma, se retroalimentan y esa búsqueda nos lleva a finales de los años sesenta, principios de los setenta.

En esa época Colombia estaba corrompida por la droga, por el mayor traficante que jamás tuvo el país. Un Pablo Escobar que hacía y deshacía a su antojo en un país que no salía de un atraso endémico y en medio de todo eso estaba Laverde. En medio de ninguna parte, haciéndose rico con un trabajo que le conduciría a permanecer más de veinte años en la cárcel.

Juan Gabriel Vásquez escribe la novela en primera persona, dándole un realismo escalofriante, con una maestría que nos engancha desde el principio, llevándonos a donde él quiere, cuándo y como quiere. Conduciéndonos con una levedad magistral por los acontecimientos de unas vidas rotas. Unas vidas que no paran de dar vueltas sobre sí mismas mientras nos describe a un país y a unas personas minuciosamente con trazos finos y diseccionadotes, que buscan superar sus propios miedos reflexionando íntimamente sobre la vida, su vida.

El autor hace decir a Laverde en un momento dado: "nadie quiere escuchar historias heroicas, y en cambio a todo el mundo le gusta que le cuenten la desgracia ajena". Es precisamente eso lo que cuenta la novela, las desgracias personales de los protagonistas y es lo hace Vásquez de manera contenida, rigurosa, describiendo situaciones minuciosamente y, también, describiendo emociones. Nos va emocionando, llegando a mimetizarnos con el protagonista. Esto lo consigue el escritor colombiano con oficio, con oficio de literato, porque su estilo es pulido y embriagador.

No sólo por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta, cómo cuenta la autodestrucción de los protagonistas, Antonio y Maya, y a través de la investigación que llevan a cabo, muy sui generis, todo sea dicho, y que nadie espere encontrarse un thriller en estas páginas, sino una introspección personal de unos personajes que, conociendo unos hechos, van comprendiéndose a sí mismo hasta un estallido final.

Juan Gabriel Vásquez ha conseguido una novela redonda, una novela medida donde ni sobra ni falta nada. Ha contado lo que ha querido, como ha querido, consiguiendo un estilo envolvente, maduro e hipnótico. Con una originalidad basada tanto en los hechos que narra como en su prosa. Es uno de los autores mejor dotados de la narrativa latinoamericana que nos seguirá sorprendiendo en el futuro.

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