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"El dedo de Dios" de Mario Escobar

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Mario Escobar con El dedo de Dios continúa con la saga de sus investigadores favoritos, el trío conformado por Hércules Guzmán Fox, George Lincoln y Alicia Mantorella. Ya es su quinta entrega y promete que continuará, pero el final que sus lectores no quieren parece que se avecina y a lo mejor son ya pocas las historias de este grupo que nos deja sin aliento. El libro ha sido publicado por La Factoría de Ideas.

En esta entrega nuestros héroes se desplazan desde México, donde vivieron su anterior aventura, a Estados Unidos. Como no puede ser de otra forma los viajes de estos investigadores nunca son tranquilos y en la navegación hacia Nueva York ocurren una serie de crímenes y secuestros que no les queda más remedio que investigar, pues sus servicios son requeridos por el capitán del barco.

El asesinato del senador Phillips, que traía ciertos documentos y unas estatuillas de México, además del secuestro de su hija Margaret son el desencadenante de esta aventura que, como todas las suyas es trepidante y sorprendente. En la investigación para descubrir a los asesinos se topan con una secta de masones del rito escocés que quieren recuperan unas extrañas reliquias y documentos que perdieron hace ya unos siglos y que dicen que les pertenecen. Estos masones están ligados a la orden militar-religiosa de los templarios que fue disuelta en 1312 por el Papa Clemente V.

La unión de los templarios con los masones es el eje de esta novela, la relación que tuvieron entre ellos y cómo unos ideales, en principio honorables, se pueden desvirtuar para el engrandecimiento personal y en contra de la humanidad. Y es aquí donde Hércules Guzmán y sus amigos entran en juego y no sólo quieren descubrir a los asesinos, sino que empezarán una investigación sobre esta secta que les llevará, tras muchas peripecias, a dar con la verdad, como dice el protagonista al presidente Wilson: "estamos al servicio de la verdad" (pág. 261). Unos bonitos ideales para unos héroes de leyenda.

Esa búsqueda de la verdad les lleva a encontrarse con personajes históricos que les ayudaran a encontrarla. Por las páginas del libro se mueven escritores como Jack London, que toma un papel principal y determinante en la trama, o James Lovecraft; músicos como el español Enrique Granados que da un concierto en la misma Casa Blanca o políticos como el presidente Woodrow Wilson y Franklin Delano Roosevelt.

Partiendo de unas bases históricas, que el escritor explica al final del libro, y de unas tramas inventadas, Mario Escobar escribe como él sabe hacerlo, es decir, con trazo ágil, dinámico y cinematográfico. El autor piensa en imágenes y sus capítulos son tan breves que él gusta de llamarlos escenas. Éstas suelen acabar de manera sorprendente dejándonos inquietos hasta la próxima escena, que puede tardar hasta dos o tres capítulos. Pero la trama no es única, se suele mover en dos o más direcciones, que en la mayoría de las veces confluyen en una sola principal.

Esta visión subjetiva se suele desplazar en las direcciones de los distintos protagonistas. Al igual que las escenas cinematográficas se han ido acortando llegando en la actualidad a durar unos pocos segundos, Escobar acorta sus escenas con la misma técnica y, como en los culebrones, nos quedamos al final de cada escena con la miel en los labios.

Este libro, quinto de la saga, difiere un tanto de sus antecesores, porque explica acontecimientos históricos en los que él es un gran especialista, además cuenta parte de la historia de la masonería, que tanto le gusta, al igual que la historia de los Estados Unidos. Nos la desmenuza en capítulos algo más reflexivos de lo habitual y nos da claves sobre la fundación de un país muy influido por la masonería y llena de sus símbolos. Así, nos enteramos con que la construcción de muchas ciudades y edificios fueron realizadas por conocidos masones. Que allende el océano Atlántico no se ocultan como en la vieja Europa.

La degeneración de estos presuntos templarios y sus ritos macabros con animales o adolescentes es el componente esotérico de la novela que el autor maneja de forma sólida y atrevida. El papel desempeñado por Roosevelt sorprende y hace que nos cuestionemos algunas preguntas como el verdadero papel de los masones en el país más poderoso del mundo.

Como siempre, la trama nos atrapa desde el principio, no nos deja un momento de respiro y sus giros nos mantienen en vilo hasta el final de la obra, eso sí, un poco más fantástico de lo habitual. Sólo hay una cuestión que nos deja un sabor amargo en la novela y es la reflexión de Lincoln sobre que la química del grupo no es la del principio y que por eso puede anticipar que las peripecias de estos singulares investigadores, a lo mejor, quedan aparcadas después de su periplo por Europa.

Y, por supuesto, esto sería una pena, ya que con Hércules, George y Alicia hemos recorrido una época que no ha sido muy tratada en la novelística actual, la de la Primera Guerra Mundial, que curiosamente ahora con Ann Perry y Ken Follett ha cobrado relevancia. Son muchos los enigmas históricos y los crímenes del mundo como para aparcar a unos investigadores tan queridos y cercanos a nosotros. Seguro que el autor será vencido por ellos y continuarán deleitándonos en los bestsellers españoles más trepidantes de nuestra literatura.

Críticas literarias

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