Jordi Sierra i Fabra tiene tantos seguidores como detractores. Algunos no le perdonan que haya sido el crítico musical mejor de España. Un auténtico oráculo de la música rock de los años sesenta y setenta que asombró a sus seguidores cuando decidió dar el salto a la literatura. Otros no le perdonan que sea el autor más prolífico en nuestra lengua, alternando literatura para jóvenes y para adultos.
Cinco días de octubre es literatura para adultos. Para personas que no tengan prejuicios y que quieran conocer cómo se vivía en Barcelona a finales de los años cuarenta. La saga comenzó justo antes de la huída de las tropas republicanas en enero de 1939 de Barcelona. Los republicanos huían y él tuvo la oportunidad de hacerlo, pero no lo hizo por quedarse al lado de su mujer postrada en la cama con una enfermedad incurable. En esa situación pudo más el deber y quiso resolver un caso sólo por el amor propio de hacer justicia.
Pasados ocho años como preso en el Valle de los Caídos, vuelve a Barcelona en 1947 donde resuelve un caso-trampa. En la investigación se vuelve a reencontrar con Patro, una niña entonces, ahora ya mujer, que ejerce la prostitución como único medio de subsistencia. Algo más de un año después, llevando una vida anónima y compartiendo su existencia con Patro, el pasado vuelve a golpearle: como un martillo pilón le cae encima a un boxeador grogui, a la vez que es arrollado por un bulldozer.
El pasado de la mano de un cruel fascista que le encomienda un caso al que no se puede negar. Encontrar el cuerpo de su sobrino, muerto el día del comienzo de la Guerra Civil por un anarquista, para enterrarlo junto al cadáver de su madre, recientemente fallecida. Una trampa artera que le hace volver a sentirse, por unos días, el metódico y, a la vez, minucioso inspector de policía, pese a las súplicas de Patro, que recuerda a aquel fantasma del pasado como un cruel cliente que humillaba a las prostitutas con servicios totalmente repugnantes y crueles.
Comienza Mascarell el nuevo caso, que resolverá esta vez en tan sólo cinco días, siguiendo las pistas que le entrega Benigno Sáez sobre la muerte de su sobrino que anteriormente ya había seguido un investigador a su cargo. La elección del antiguo inspector republicano procede al caso por su condición de desafecto al régimen y por tener que tratar con personas que estuvieron en el bando republicano de una u otra manera.
La novela tiene estructura y forma de novela negra, más que policíaca. Mascarell sigue las pistas minuciosamente sin dejar ningún fleco, interrogando a las personas que tuvieron algo que ver con el asesino de la víctima que, aunque miembro de la burguesía catalana, por lazos familiares, se mostraba predispuesto a ayudar a los republicanos y en especial a los anarquistas, con los cuales tenía afinidades ideológicas.
Esta trama nos va mostrando cómo era la vida en esos años. La sordidez, la hambruna y la falta de libertades que se padecía. Es un retrato de una sociedad burguesa catalana, para el autor la "más ferozmente anclada en el pasado" de España. Y también de una clase hambrienta sometida a un cruel hostigamiento por parte del poder. Así, retrata a varios protagonistas, retrata su vida, sus inquietudes, mínimas por otro lado, y su forma de vivir callada y queda.
Personajes que ya quieren olvidar una guerra que todavía está presente en la sociedad de mano del maquis, que también tienen un papel decisivo en el desarrollo de la novela. Todos los personajes conforman un retrato de un país que vivía en la miseria y Sierra i Fabra se vale de ello para realizar una crítica social del franquismo y de algunas ideologías republicanas como el anarquismo. Siendo indulgente con éstas y despiadado con aquella.
Además, hay otras sub tramas interesantes, como el destino que tuvo su hermano al huir de España o las conversaciones con su mujer Quimeta que hace de conciencia de un Mascarell desubicado en ciertas cuestiones que no llega a entender, sobre todo de índole sentimental. Estas pequeñas tramas adornan a un personaje que si no parecería más frío de lo que realmente es.
Como siempre, el final es sorprendente y original. El autor ha dado con un personaje que tiene mucho juego y estoy seguro que continuará sus aventuras, ya que el formato que emplea: un inspector sexagenario y una trama que transcurre en pocos días, son un buen hallazgo. Sus historias son creíbles, tienen la suficiente moralina para golpear conciencias de un pasado que nunca debió ocurrir y sus historias son la pequeña historia de personajes anónimos que vivieron demasiados años con la cabeza agachada pero con el orgullo intacto.
Novela negra
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