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Reseña del poemario "Maldito y bienamado bibelot", de Heberto de Sysmo

sábado 16 de diciembre de 2017, 01:00h

El activismo cultural de José Antonio Olmedo López-Amor se expande por amplios corredores. Ha dado pie al ejercicio de la crítica en distintas publicaciones, digitales y en papel, a la puesta en marcha de la revista Crátera, de la que es codirector, y a un singularizado recorrido poético, siempre tras el seudónimo Heberto de Sysmo, iniciado en 2011 con el volumen Luces de antimonio.

Maldito y bienamado bibelot
Maldito y bienamado bibelot

La última entrega, "Maldito y bienamado bibelot", consiguió el II Certamen Nacional de las Letras “Isabel Agüera”. Sobre su naturaleza estética escribe José Luis Rey: “Libro de amor al lenguaje, a su aventura radical y lúcida, escrito por un poeta que ama la palabra por encima de todo”. También resultan de interés las ideas expuestas en el preámbulo de Jesús Leirós León, jurado del certamen en esta convocatoria: “Es una obra llena de incidencias, de belleza dramática, de materia oscura que convierte al lector en un navegador de lo intuitivo”. Nos hallamos frente a una lírica que no ofrece traslaciones denotativas de una supuesta experiencia biográfica sino que tiene como hilo argumental básico la reflexión perturbadora, el ritmo arrullador de las imágenes y la concepción de la poesía como rapto o exaltación, una estética que destila cercanía con el poeta chamánico cuya voz recorre laberintos entre la realidad y lo oculto.

Heberto de Sysmo fortalece la solemnidad aforística del aserto “la patria es el lenguaje” al iniciar el poemario recordando el enfoque teórico de Saussure, cuya percepción del hecho lingüístico reactivo brevemente: la lengua es un producto social y un artefacto cultural mientras que el habla es plasmación concreta de la actividad comunicativa. El sistema idiomático, por tanto, supera los umbrales del yo. Personifica una arquitectura cuyo alzado soportan claves que el sujeto verbal debe descubrir. Las palabras cumplen leyes físicas; son el basamento de un sistema científico que está más allá de las intuiciones, el tejido sentimental o las especulaciones que buscan luz.

Todo el apartado inicial, “Phisis” sondea el aspecto ritual de la poesía y las formas de introspección generadas; los poemas se asientan, con sus alusiones y elusiones, en ese empeño de ser un resplandor fugaz, un lampo a la deriva en el que se percibe desde la sombra la convivencia firme entre intuición e inteligencia.

El título del segundo conjunto, “Mathesis” —término de origen griego que alude a la ciencia y el aprendizaje— recuerda a Descartes y a su empeño en hallar desde la mente un lenguaje más perfecto que cualquier lenguaje natural y se completa con una cita de G. Santayana; el texto recuerda que el arte es experimental y toda invención es tentativa. El lenguaje —también la poesía— no pasa de ser un epicentro sísmico que deja sus pulsaciones dispersas.

Una de las cualidades más notorias de Heberto de Sysmo es su tendencia natural a soslayar los términos ajados por el uso y buscar otros que dormían bajo la techumbre de los diccionarios: bibelot, lampo, eruela, ergógrafo, atavío, enunción, escabel, antigrafía, óbelo, pareidolias, idente… lo que concede a su voz poética una sensibilidad culturalista que convierte al figurante lírico en aspirante a demiurgo: “El verso se resuelve en quien lo sueña, / su gracias infunde paz y en algo cambia / a aquellos que su majestad corona”. Esta caracterización acerca al poeta valenciano a los juegos expansivos de las vanguardias y al pulso intelectual de la ciencia como sedimento aprovechable del poema. Poesía y ciencia se hacen así ingredientes complementarios para elaborar vertientes discursivas.

Otro atributo de esta entrega es la elección formal del poema breve como sustento de las imágenes y receptor del pensamiento. Incluso el haiku, cuya concisa pulcritud está ligada a los estímulos sensoriales, adquiere en Maldito y bienamado bibelot una caligrafía más conceptual.

La poesía es un organismo pluricelular; cumple las incansables funciones del ser vivo en permanente cambio; Maldito y bienamado bibelot, la premiada propuesta de Heberto Sysmo, hace de esa indagación en las mutaciones una síntesis entre lenguaje y pensamiento, una isocronía que avanza en espiral: “Decir para vivir, / vivir para decir / y después de haber dicho / volver a desdecirse”.

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