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Laura Castañón
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Laura Castañón (Foto: Javier Oliaga)

"Dejar las cosas en sus días", de Laura Castañón

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Dejar las cosas en sus días, la primera novela de la asturiana Laura Castañón, habla de nuestra historia más reciente. La historia de quienes vivieron y murieron en España durante la convulsa primera mitad del siglo XX -con especial acento en los años de guerra civil y en la cuenca minera del Aller-, pero también la de aquellos que han crecido a la sombra de la dictadura franquista y del recuerdo cercano del horror, y la de sus hijos, que ahora pasan de los 40 y que muchas veces indagan en los recuerdos de padres y abuelos o bucean en las páginas de libros de historia y diarios de las hemerotecas, en un intento -tantas veces frustrado- por saber qué pasó, por entender, por perdonar y por olvidar tanto dolor.

Una novela que trata de recuperar una parte de la memoria histórica, colectiva, de nuestro país, pero que también rastrea en los recuerdos individuales de un puñado de personajes -que no por ficticios, que lo son, resultan irreales o poco creíbles- hasta dar forma a un relato de intriga histórica que deja muchas preguntas en el aire, con la intención de que sea el lector quien encuentre las respuestas, si es que las hay.

Para ello, Laura Castañón se sirve del escenario de su infancia, la comarca del Aller, -de Santa Cruz de Mieres a Bustiello, Asturias-, donde en su día estuvo ubicada la Sociedad Hullera Española del Marqués de Comillas. Y también rescata de su memoria infantil el recuerdo de una casa, la casa de Pomar, que la autora admiraba de niña porque, según le contaba su madre, "en su época de esplendor había llegado a tener un billar y una biblioteca". Y es en ese paisaje minero, en esa casa y en esos años de esplendor donde Castañón sitúa gran parte del relato de Dejar las cosas en sus días, la historia de una saga familiar, la de los Montañés. Una familia que nunca existió. Al menos con ese nombre. "No, no existió la familia Montañés. Sí hubo, claro, un Director de la Sociedad Hullera, que era madrileño, y que vivió con su familia en la casa de Pomar. Pero ahí se termina cualquier parecido. Todo es ficción absolutamente", aclara la autora.

Una aclaración que no resulta en vano pues Laura Castañón consigue convencer al lector de lo contrario, al dotar de una gran credibilidad a todos los personajes que deambulan por las páginas de su novela, que son muchos. Porque Dejar las cosas en sus días atraviesa 100 años de historia familiar, desde principios del siglo XX hasta nuestros días. A través de su protagonista, Aida G. Montañés, una periodista afincada en Gijón -otro escenario de la novela y otra época, la actual- conoceremos la vida de sus bisabuelos y la de los hijos de éstos y la de sus nietos. Pero también las del médico de la comarca, el ingeniero, el cura, los criados o la nodriza, entre otros; vidas que se cruzarán con la de los habitantes de la casa de Pomar, tejiendo a su paso el amor, la amistad, el dolor, la traición, la muerte y, en definitiva, la vida.

Consigue Castañón con esta primera novela -que más bien parece obra de una escritora consagrada¬- crear un apasionante relato coral, con continuos saltos en el tiempo, que se sirve de varios ejes narrativos, voces muy distintas y diferentes registros para abordar la historia desde muchos puntos de vista, todos los que se puedan imaginar. Para ello, su narración bebe de diferentes recursos -mails, cartas de principios de siglo, páginas de diarios infantiles,...- y son varios los narradores -una niña de principios de siglo XX, un nonagenario, una mujer que pasa de los 40, un hombre de 58,...- en función de la época o el acontecimiento que quiere relatar. "Desde el principio, en mi cabeza tuve clara la condición poliédrica de la historia, y por tanto, era imprescindible que la forma de contarla respondiera a ese concepto. No tanto porque existiera una voluntad de abordarla acudiendo a los recursos, como quien elige en un catálogo, sino porque la propia historia iba reclamando ser contada a través de una forma determinada. Cada uno de esos recursos contribuía a que la historia se iluminara con una luz concreta, la necesaria en cada situación.", explica la autora.

No pretende Laura Castañón militar en ninguna convicción que obligue a su literatura a acercarse al maniqueísmo, por ello esa intención poliédrica de la que habla y esa constante dualidad en la que se mueve. Porque, si bien es la recuperación de la memoria histórica uno de los grandes ejes de Dejar las cosas en sus días, también lo es la idea de que lo colectivo es la suma de las individualidades. "Y formar parte de un bando no te garantiza un comportamiento heroico, ni te convierte en un ser indigno pertenecer al otro bando", dice Castañón.

Dejar las cosas es sus días es, en definitiva, un relato de intriga psicológica, histórico y actual a la vez, sobre la necesidad de encontrar respuestas en el pasado, sí, pero también sobre el peligro de hacerlo. Algo a lo que se atreve Laura Castañón a través de su personaje principal, Aida, pero dejando abierta siempre la posibilidad de no querer o no poder hacerlo. "Solemos sentir vértigo cuando nos asomamos al futuro, pero se nos olvida que el pasado sí que es peligroso, sí que está lleno de amenazas que pueden romper nuestro equilibrio. Yo no quiero decirles a los lectores qué es mejor, naturalmente, pero me conformaría, y ésa es la intención del desenlace de la novela, con que esa pregunta se quedara flotando en el aire cuando cierren el libro", puntualiza.

¿Es preferible dejar las cosas en sus días, no remover el pasado, no saber? La respuesta depende del lector.

Laura Castañón (Santa Cruz de Mieres, Asturias, 1961). Aunque vivió hasta los veinte años en el límite entre los concejos de Mieres y Aller, se siente gijonesa por elección. Desde mediados de los ochenta, cuando aún era algo casi exótico, se dedica a la enseñanza en talleres de creación literaria. Además de los relacionados con la escritura y la literatura en general, ha impartido cursos de aspectos vinculados a la comunicación, a la que también se ha dedicado tanto en radio, como en prensa y televisión, además de ejercer a lo largo de distintas ediciones como jefa de prensa en festivales, como la Semana Negra de Gijón. Ha sido correctora de textos y lectora de originales, y ha publicado artículos, poemas y relatos, así como un libro para niños cuando su hija era muy pequeña. Durante años ha trabajado como Relaciones Externas en una importante empresa, ocupándose tanto de la comunicación corporativa como de la programación y organización de actividades culturales. La irrupción de la fibromialgia la obligó a prescindir de su trabajo y de su activa participación en la vida cultural de la ciudad, pero, por otro lado, le facilitó que por fin -y después de tanto trabajar en creaciones ajenas- se sentara a escribir una novela, lo que no deja de ser un poco llamativo si tenemos en cuenta que ya es madre de una escritora. Actualmente escribe la segunda novela de la trilogía que se inicia con Dejar las cosas en sus días. Tiene dos hijos y un nieto.


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