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"De héroes y traidores. El dilema de Cataluña o los 10 errores del procés", de Santi Vila

Península, Barcelona, 2018

martes 19 de febrero de 2019, 19:46h
De héroes y traidores
De héroes y traidores

El “procés” se ha convertido en el principal acontecimiento de la vida política española, cuando menos a partir de 2012, fecha en la cual Artur Mas lanzó el primero de sus órdagos al gobierno de la Nación con su exigencia de pacto fiscal. A partir de ahí, el nacionalismo catalán inició una sucesión ininterrumpida de actos y acciones inconstitucionales (9-N, 1-0) que culminaron con la DUI de octubre de 2017. Como legado más inmediato, el independentismo ha dejado tras de sí una sociedad fracturada, cuyas heridas tardarán bastante tiempo en cicatrizar.

Asimismo, a lo largo de estos años en el “procesismo” han irrumpido numerosos actores en forma de asociaciones (por ejemplo, la Asamblea Nacional de Cataluña o la Asociación de Municipios por la Independencia) pero también figuras políticas individuales, como Santi Vila. Éste, en la obra que tenemos entre manos, reflexiona de una manera valiente, si bien esta afirmación no implica estar de acuerdo con todos los juicios que emite ya que algunos de ellos son claramente discutibles, como por ejemplo: la valoración positiva que hace de Artur Mas y Andreu Mas-Colell, la condena a Rajoy por rechazar el “diálogo”, la definición del partido Ciudadanos como representante del nacionalismo español, la acusación de ausencia de sensibilidad a Felipe VI tras su discurso del 3 de octubre o su oposición al encarcelamiento de los “Jordis”.

Vila no tiene en reparos en admitir que ha sido “convergente” toda su vida, señalando que su modelo de partido era el de los años de liderazgo de Jordi Pujol. Al respecto, al “Molt Honorable” lo considera pieza fundamental en la modernización de su comunidad autónoma, de ahí que primero lamente la ruptura CIU y después la orientación cada vez más a la izquierda del PDeCAT, atrapado por las dinámicas populistas que se han producido en los últimos años y de las que Cataluña ha sido un “referente”. No obstante, reconoce que descartar el pactismo y defender únicamente la independencia fue una opción, en ningún caso una obligación, como reflejó la aprobación de la Ley de Desconexión por el Parlament: “en aquellos días fue tan grande la fanatización de los míos que el menosprecio de los que no pensaban como ellos se consideró un mal menor, justificable por el bien superior que se perseguía” (p. 27).

Sin embargo, Santi Vila permaneció fiel a las posiciones de Puigdemont; incluso justifica que el 1 de octubre de 2017 acudió a votar, pese a la ilegalidad del “referendo” convocado. Su desmarque se inició en las semanas siguientes, como él mismo reconoce, mostrándose contrario a la DUI, en cuya génesis y puesta en marcha atribuye la mayor cuota de responsabilidad a las CUP y a ERC, aunque también a la actuación de convergentes como Josep Rull o Jordi Turull. Él, por el contrario, defendió la celebración de elecciones autonómicas, contando su postura con el apoyo en todo momento de Urkullu (quien, por lo que se observa tras leer la obra, medió en varias ocasiones con el gobierno de Rajoy), como herramienta destinada a evitar la aplicación del artículo 155 de la Constitución española.

Resulta oportuno valorar que Santi Vila no se declara defensor del independentismo y se decanta por una suerte de “tercera España”, cuyo rasgo fundamental sería una identidad nunca basada en clave binaria. De hecho, condena sin paliativos el modus operandi de los “procesistas” basado en basurear la imagen de España en el exterior: “en Cataluña hacía tiempo que ya solo sabíamos hablar de política, del procés y de la lucha imperecedera contra Franco, para la mayoría de los nacidos a partir de los años sesenta un referente tan próximo a sus vidas como Herodes, Napoleón o Felipe V, por cierto” (p. 45). En este sentido, pone en valor los logros de la España constitucional, arremetiendo contra el punto de vista de la izquierda más populista representada por ERC y las CUP. En cuanto a las críticas al gobierno de Rajoy, además de acusarle de inmovilismo, también habla de una campaña de catalanofobia alentada por el PP con motivo del Estatut, no faltando las referencias a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el mismo.

Con todo ello, Vila no se integra en el terreno de los equidistantes, como se aprecia cuando formula algunas soluciones para la “crisis catalana”, dentro de las cuales se decanta por una reforma de la Constitución de 1978, si bien en la misma sostiene que algunos elementos deberían ser innegociables, en particular la consideración de Cataluña como nación o una mayor presencia de catalanes en el gobierno de España, aspecto este último en el cual se aprecian notables reproches hacia el modus operandi seguido por Jordi Pujol.

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