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"La primera vuelta al mundo", de Agustín R. Rodríguez González

Editorial EDAF
jueves 09 de abril de 2020, 00:00h
La primera vuelta al mundo
La primera vuelta al mundo
La encuadernación, desde años ha, de los libros de Edaf es de una elegancia fuera de cualquier crítica, ediciones a valorar y muy cuidadas. Así nos estamos refiriendo a esta obra, que alumbra con luz propia una epopeya española de primera magnitud, en la que participaron de forma eximia, desde un vascongado-español como Juan Sebastián Elcano, hasta un portugués como Fernando de Magallanes.

El libro se abre con dos citas conspicuas de dos intelectuales, que no me resisto a citar. La primera es del veneciano Ramusio (1555): “El viaje hecho por los españoles en el espacio de tres años alrededor del mundo es una de las cosas más grandes y maravillosas que se han ejecutado en nuestro tiempo y aún de las empresas que sabemos de los antiguos, porque esta excede en gran manera a todas hasta las que ahora conocemos”. El segundo texto es del británico Adam Smith (1776): “En manos de portugueses y españoles estuvo la frontera del conocimiento, y fueron ellos los que enseñaron la navegación de alta mar a los demás”.

1º. Sobre la estela de Colón, deja caer lo esencial, que sería analizar la genética del Gran Almirante de la Mar Oceána para tener la convicción de su procedencia, yo me inclino a la galaica en mi trabajo: “Anales críticos sobre Cristóbal Colón. El Gran Almirante de la Mar Oceána. Anuario Brigantino, 2013”, y repudio la genovesa, que él mismo trató de dejar en lo más neblinoso posible; también se cita el misterioso precedente, ¿Alonso Sánchez de Huelva? Una crítica, no existe La Marina de Castilla, sino de Castilla y de León, tal como el propio almirante puso en su blasón: “Por Castilla y por León, Nuevo Mundo halló Colón”. Tal como está la situación el Tratado de Tordesillas es esencial para la división del dominio de Las Indias, entre Juan II de Portugal e Isabel I de Castilla y de León, y Fernando V de Castilla y de León, II de Aragón y I de Navarra, el fautuor será el papa Alejandro VI.

2º. Solís y Magallanes. La pericia y tenacidad de Magallanes está contrastada en la estela dejada por Juan Díaz de Solís. Es necesario hallar un paso del Atlántico al Pacífico; el posible asturiano y su apellido así lo delata, moriría asesinado en la isla de Martín García por los indígenas, troceados, asados y comidos en la misma orilla.

3º. Unos largos y complicados preparativos. El vecino reino de Portugal contempla con mucho recelo la expedición, ya que estimaban, los lusitanos, que perderían su monopolio en las rutas al Extremo Oriente; hasta tal punto que el embajador Álvaro de Costa se atreve a presionar al propio Emperador Carlos V para que dejase de apoyar a la expedición.

4º. La navegación hasta la Patagonia. No se puede realizar solemnemente un juramento de fidelidad al rey de Castilla, ya que ello no existe, pues la titulación correcta y ortodoxa es Rey de Castilla y de León. El 10 de agosto de 1519 zarpa la armada desde el puerto de Mulas, cerca de Triana. En dicho capítulo se narra un más que curioso detalle anecdótico, absolutamente erróneo por parte del diario de Pigafetta, donde se indica que las hojas de un árbol tinerfeño destilan agua. El 13 de diciembre están en Santa Lucía de Brasil; la relación entre los dos capitanes, Magallanes y Cartagena es tormentosa.

5º. El estrecho, un naufragio y una deserción. Les llama la atención la gran estatura de los patagonios, que superan entre los varones los dos metros de estatura. El comportamiento atrabiliario de Magallanes enturbiará las relaciones con los indígenas. El desertor es Estevao Gomes y la nao San Antonio, que regresa a Sevilla donde será encarcelado.

6º. El inmenso Pacífico y el escorbuto. La bebida de agua de mar, comerse los cueros, y las ratas de a bordo, incrementó la hambruna y la desesperación de los expedicionarios, a lo que se añadió la avitaminosis-C. En Guam son asaltados y robados por los indígenas.

7º. La muerte de Magallanes. Tras diez días de travesía llegaron al archipiélago filipino, y en la isla de Mactán sería atacado y muerto; su cadáver sería utilizado como trofeo por los indígenas victoriosos. A Magallanes se le puede definir más como soldado que como navegante o erudito.

8º. Una situación desesperada. La expedición perdía a su líder y no había conseguido sus objetivos, entonces el mando recaería momentáneamente en su cuñado Duarte de Barbosa, asesinado en Cebú; luego pasaría a otro portugués llamado Juan de Carvalho; quien sería destituido por incapaz, quedando la dirección en poder del marinero de Guetaria Juan Sebastián Elcano; su maestría marinera se dejaría sentir muy pronto.

9º. El triunfo de Elcano. En vista del fracaso de la expedición, que no pudo hallar las islas de las especias, retomó el rumbo retrogrado desde Mindanao, con su nave Victoria, llegando hasta el cabo de las Tormentas, donde permanecería nueve semanas, y desde allí hasta Cabo Verde, para llegar el 7 de agosto a Tenerife. El 6 de septiembre fondeaban en Sanlúcar de Barrameda; habían transcurrido tres años menos catorce días desde su salida; solo regresaban 18 hombres; a los que se unirían los 18 aprisionados por los portugueses en la nave Trinidad. La ganancia final fue de 346.220 maravedíes. Es una delicia leer la carta enviada por Elcano a Carlos V, diplomacia por antonomasia.

10º. Loaysa, Legazpi y Urdaneta. Relata la siguiente expedición de 1524, ya que Carlos V no deseaba dejar en barbecho lo obtenido.

11º. La vuelta al mundo de Drake. Los británicos se apuntan a un espurio éxito.

12º. Otras vueltas al mundo y un hermoso velero. La expedición holandesa de 1598, y otras, como por ejemplo la vuelta al mundo de la vacuna, verbigracia Edward Jenner en 1876.

APÉNDICES: Las capitulaciones de Valladolid. La curación del escorbuto. El testamento de Elcano. En suma, que libro más soberbio, riguroso y esclarecedor, ¡sobresaliente! Virtus et vitium sunt contraria!

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