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Bondades de estar en el limbo

El poeta Carlos Barrajón ofrece su lectura de Limbo (De Conatus, 2021), el nuevo libro del inglés Dan Fox, artista, escritor, promotor, crítico de arte, director de cine y músico
Por Carlos Barrajón
miércoles 24 de marzo de 2021, 16:00h
Limbo
Limbo

¿Podemos imaginar el limbo? Aquel lugar de existencia débil e incierta donde iban (la iglesia católica lo abolió en 2007) las almas no bautizadas y los seres humanos anteriores a Cristo. En el lenguaje coloquial, estar en el limbo supone un estar fuera, al margen de lo que la vida exterior reclama, un lugar gris y lechoso, en espera. Supone un ensimismamiento, un extrañamiento, sin dolor ni alegría. Pero también un tiempo sin tiempo, una suspensión del curso de la vida tumultuosa. Todos tenemos un limbo.

Dan Fox se acerca al limbo desde su experiencia de limbo, una búsqueda de la que da cuenta de manera entrañablemente personal. El autor está inmerso en el mundo digamos alto cultural del arte contemporáneo, además de ser músico, promotor y director de cine. En esa vorágine multifacética aparece, al volver de Nueva York a Londres, un parón, una ruptura, un bloqueo, un repliegue, su limbo.

La obra se inicia con una imagen que experimentó cuando tenía diez años: en 1986 apareció en las cercanías de donde vivía, cerca de Oxford, un tiburón de fibra de vidrio con la cabeza hundida en el techo roto de una casa. Una obra de denuncia de John Buckley. Una ruptura, una irrupción ilógica en los arcos ojivales de la armonía oxoniense. A partir de ahí emprende una búsqueda en busca de respuestas a su bloqueo personal, la entrada a su limbo. Lo va a hacer en referencias culturales (Santo Tomás de Aquino, Shakespeare, Milton, Kafka,..), artísticas y musicales, algunas muy curiosas y originales (Chubbby Checker, Sun Ra….).

Pero su obra se va adentrar, más allá de esas referencias del limbo en la cultura, en un testimonio autobiográfico de su o sus limbos personales: a partir de un proceso de bloqueo, una de las formas cercanas al limbo, el autor indaga en su pasado familiar, donde destaca la figura de su hermano mayor, Karl, que parece ejercer un efecto contrapuntístico: la admiración hacia él, un marino y aventurero inmerso en la naturaleza, un nómada sin miedos, frente a su situación de parálisis y de saturación de la cierta banalidad de los múltiples mundos y mundillos artísticos, musicales y literarios en que se mueve el autor.

Hacia la mitad del libro aparece la narración medular de la obra: el viaje que Fox emprende en un carguero alemán como pasajero, un extraño, casi un polizón, en un barco gigantesco que lleno de contenedores hace la ruta de Londres a Shanghái, una travesía casi sin paradas que distraigan, de seis semanas de duración. Allí vivirá la experiencia física buscada de limbo. Esta narración del viaje da sustancia y sentido, nos hace navegar, nos lleva y nos mece como lectores, adquiriendo aquí la obra una sencillez en los detalles nimios de lo que ocurre, un no discurrir aparente, un tiempo que parece detenido, lleno de pequeñeces que alcanzan una trascendencia humilde y cercana. Es aquí donde encontramos sentido, donde toma consistencia y cuerpo lo que podría al inicio parecernos un diletantismo en su acercamiento al limbo.

En esa travesía límbica hay un pasaje que invierte las categorías. Observa los barcos cargados de ordenadores , dispositivos portátiles, electrodomésticos, etc, de China, Corea del Sur y Taiwán rumbo a Europa.

“Aquellos bultos inanimados de plástico, metal y cable que llevábamos en los bolsillos y que desmentían con su materialidad muda de los autoengaños del wi-fi de tierra firme.”

El wi-fi, la nube de datos, las redes parecen un limbo, pero tienen peso y volumen y exudan también con frecuencia dolor.

Como puede notar el lector, el libro de Dan Fox es una mistura de ensayo y autobiografía. No es un sesudo ensayo sobre el limbo, pero contiene citas, referencias y sugerencias de acercamiento a ese concepto altamente interesantes. Además su escritura es ágil, fluida y precisa sin renunciar a lo complejo. Y está muy bien traducido por Javier Calvo.

Sobre todo, el libro de Fox tiene la virtud de acercarnos a nuestros estados de bloqueo, tedio, acedia, ensimismamiento, todos cercanos al limbo y nos propone indagar en ellos, indagación aún más pertinente en estos tiempos de confinamiento.

Al terminar la lectura, el autor nos acerca como si fuese un sonido raro y hermoso o un olor no clasificado a una idea clave: el limbo es un estado previo a la aparición de certezas, de lo gratuito, de lo libre inesperado.

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Dan Fox
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