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"Los esclavos blancos. El Islam y la conquista de Europa", de José Antonio Crespo Francés

Editorial Actas
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
viernes 13 de agosto de 2021, 13:00h
Los esclavos blancos
Los esclavos blancos
Es obvio que cualquier ser humano, que se precie de tener una ética racional, no puede concebir o aceptar que en cualquier momento de la historia hubiese seres humanos que viviesen o explotasen o incrementasen su economía y su modus vivendi, por medio de la esclavitud de otros de sus congéneres. Desde otro punto de vista, este tipo de esclavitud intelectual y de libertades se ha seguido manteniendo en los regímenes criminales de tipo nacionalsocialista o comunista.

La obra deja bien claro, que es obvio que se debe eliminar el complejo de culpa que la raza blanca tiene, y en estos momentos actuales el hecho es paradigmático, en relación a como se esclavizó en las Américas a la raza negra; pero se olvida, por cuestiones claramente espurias o interesadas, cuál era la cadena, nunca mejor dicho, de cómo llegaban los cautivos negros hasta la costa africana, y de ahí ir hasta las colonias americanas. Los caciques africanos vendían a los prisioneros, cogidos en las guerras tribales, a los inmorales mercaderes musulmanes, y era el Islam basado su poder en la guerra a muerte y en la esclavitud a golpe de cimitarra, quien desde el Medioevo asolaría de forma inmisericorde las costas del Mare Nostrum, llegando hasta el Mar Negro y la lejana India.

La Europa del Medioevo y de la época Moderna, que tuvo su nacencia político-social y religiosa en la tradición de la Roma republicana e imperial, y en la denominada cultura judeo-cristiana, en relación a valores globales sobre la libertad e igualdad de los individuos. Esta Europa se enfrenta a la creencia de la sumisión como grave problema, pero olvida que los europeos fueron creando su identidad mediante el esfuerzo, la sangre, el sudor y las lágrimas de todas las generaciones que nos precedieron. “En gran medida los esclavos enviados al norte de África y Crimea acababan en los mercados de esclavos de Estambul y otras ciudades otomanas de importancia. Otra característica de la esclavitud otomana es que en gran medida era sexual, empleando fundamentalmente mujeres de origen europeo, circasiano, nubio y sirio. Además del sultán, que tenía un harén con esclavas principalmente cristianas, cuidado por eunucos, normalmente esclavos africanos castrados, la gente de élite también tenía. Muchos chicos, si eran imberbes y tenían buen aspecto físico, acababan como ‘köçek’, esclavos vestidos de mujer usados como entretenimiento o esclavos sexuales”.

Es sobrecogedor lo que se refiere a como se está produciendo el asentamiento de los mahometanos en Europa, considerando el peligro que esto supone para una Europa adormecida, que considera que cubrirse las espaldas no es democrático. Dentro de esa situación: “El hecho de no conocer lo que es y significa el Islam provoca no saber de qué forma actuar, pues no se consideran los riegos ni los peligros para la integridad de los valores occidentales”. El texto del Corán no es un libro de paz, es en esencia imperialista, y se debe citar el conocimiento exhaustivo que ofrece el profesor árabe-católico llamado Raad Salam, quien ha padecido motu proprio los comportamientos de esa ideología musulmana. Es muy peligroso lo manifestado por uno de los gerifaltes agarenos, Yusuf al-Qaradwi, quien tuvo el cinismo de manifestar aquello tan lamentable de: “Vamos a conquistar Europa por el vientre de nuestras mujeres”. También otro genocida flagrante llamado Muamar el-Gadafi manifestó, sin ambages, antes de pasar a mejor vida: “Vamos a conquistar Europa gracias a las leyes y a las constituciones europeas”.

El Islam pretende la conquista mundial e imponer esa paradójica religión que sorprende por su calificativo hacia las mujeres. “No hay más que ver quiénes se llevan en Europa todas las ayudas de vivienda, manutención, colegios, comedor…frente a familias europeas necesitadas de verdad y a pensionistas cuya renta va disminuyendo año a año sometiéndolos a la pobreza frente a los que reciben ayudas sin haber cotizado ni un solo día, con la connivencia de miserables políticos que tienen sus necesidades cubiertas a nuestra costa”. El comercio esclavista europeo fue realizado, sin el más mínimo problema de conciencia, por los berberiscos, y este comercio amoral fue francamente productivo. Esas plazas esclavistas de Argelia, Túnez, Libia en la Tripolitania, y el sultanato independiente de Marruecos; todas ellas estaban bajo la soberanía protectora de los otomanos.

Entre 1530 y 1780 alrededor de un millón de europeos cristianos blancos, fueron esclavizados en las tierras del norte de África. Es curioso el hecho de la rapiña esclavista realizada en la aldea irlandesa de Baltimore, toda la población fue esclavizada por el corsario holandés islamizado, llamado Jan Janszoon van Haarlem-Murad Reis el Joven, quien realizó otra incursión depredatoria sobre Islandia en el año de 1627. En 1785, Thomas Jefferson y John Adams tuvieron que viajar a Londres para negociar con Hadj Aberrrahman, embajador de Trípoli ante la Corte de Saint James, la pretensión era la de conseguir la liberación de ciudadanos norteamericanos aherrojados por los mahometanos.

Entre los españoles se utiliza la expresión patognomónica de “No hay moros en la costa”. Este aserto define la no existencia de enemigos ismaelitas, quienes de continuo habrían sometido a conquista a las costas del Levante, en el momento histórico en que el Islam depredaba esas costas hispánicas. Los califatos de los siglos XX y XXI han esclavizado ‘infieles’ en Oriente Medio como los cristianos-coptos y los angelicales yazidíes. Volumen magnífico, preciso, esencial, sobresaliente y necesario.Extra historiam nulla salus Regno Legionis, ET, Pulvis, cinis, nihil”.

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