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Carla Márquez Rodríguez
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Carla Márquez Rodríguez: “A través de los versos me reencuentro con la Carla sin juicios ni prejuicios”

Autora del poemario “Con razón de fulana” (Avant)
miércoles 15 de septiembre de 2021, 13:00h

Carla Márquez Rodríguez (Las Palmas de Gran Canaria, 1984) se propone demostrar que tener un corazón cariñoso es compatible con las ganas de disfrutar, por eso escribe poesía erótica, para que los lectores se reconcilien con su sexualidad a través de las palabras… ¡Ah! Y no le gustó “Cincuenta sombras de Grey”, cuyas escenas de sexo son, dice, aburridas.

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Carla Márquez Rodríguez

España atesora una nada desdeñable tradición de autoras de literatura erótica, empezando por Margarita de Navarra, autora de Heptameron (1558) y siguiendo por María de Zayas y Sotomayor, que firma Novelas amorosas y ejemplares o Decamerón español (1637). ¿Las conoces?

Tomo nota de la primera escritora y, con respecto a María de Zayas y Sotomayor, diré que es sin duda un referente literario del feminismo premoderno, aunque admito conocer mucho más en profundidad la obra de su contemporánea sor Juana Inés de la Cruz, quién marcó un antes y un después en mi mentalidad y forma de entender las relaciones.

¿Qué autores has leído, cuáles te han influido?

He leído a múltiples autores/as a lo largo de mis años, pero si tengo que hacer alusión a mis referentes de literatura erótica, cito a Gioconda Belli, Virginie Despentes, el Marqués de Sade, Henry Miller, Nabokov, Anaïs Nin o Almudena Grandes, entre otros.

¿Cómo llegaste a la poesía erótica?

Siempre he adorado la literatura en general y la erótica, en particular. Después de haber sido una ferviente consumidora de este género desde muy jovencita, encontré en él una vía de escape tras mi separación. Mi vida dio un giro de ciento ochenta grados de la noche a la mañana y descubrí la canalización del erotismo como terapia. Escribir poesía erótica reconcilia mi ternura con la parte más instintiva y carnal. A través de los versos me reencuentro con la Carla mujer sin juicios ni prejuicios y en donde permito acariciarme por las palabras.

¿Hay todavía prejuicios que perjudican a autoras como tú?

Afortunadamente, provengo de una familia de feministas en donde he crecido rodeada por el mundo de la cultura. Mis padres se han encargado siempre de colocar los libros a mi altura. No siento prejuicios, bien es cierto que una minoría se ha podido sorprender al descubrir esta faceta mía. Me encanta demostrar que es compatible tener un corazón tierno y cariñoso con las ganas de disfrutar abiertamente de la sexualidad. Mentiría si dijera que no he tenido que marcar a veces límites y ser incluso borde con algún que otro hombre despistado, ya que escribir poesía erótica no es sinónimo de disponibilidad ni de promiscuidad.

“Este libro arde cuando lo tocas, prende cuando lo lees”, escribe Marta Zubiría en el prólogo. ¿El objetivo es calentar al lector?

Para mí, totalmente. A través de la literatura erótica he llegado a tener los mayores orgasmos tantos literarios como físicos. Busco que el lector/a se prenda con mis páginas y encuentre el camino para reconciliarse con su sexualidad a través de las palabras. Que me digan (hombres o mujeres) que se han puesto a tono solos o con sus parejas leyéndome, es el mayor piropo que podrían decir a una escritora de literatura erótica.

Leído en una revista femenina referido a la literatura erótica: “Recomendaciones de uso: leer en soledad, en postura cómoda y, a poder ser, en la cama, antes de acostarse”.

La mejor recomendación es no hacer caso a ninguna. En el sexo como en la lectura, cada uno tiene que encontrar su contexto de placer.

¿Es una literatura de mujeres para mujeres?

En absoluto. De hecho, se trata de un libro indirectamente educativo para un público heterogéneo, ya que derriba tabúes liberando tanto a mujeres como hombres de lo políticamente correcto. Con razón de fulana tiene razones de peso para excitar y hacer reflexionar a la misma vez, sobre el deleite sexual de las mujeres tan reprimido a lo largo de los siglos.

Las librerías se han llenado de novelas eróticas escritas por mujeres (cito a dos: E.L. James y Megan Maxwell) que han sabido satisfacer lo que quizá era una necesidad desatendida. ¿Lo ves así?

A mí me encanta leer para poder opinar. Por eso, me compré el primer libro de las Cincuenta sombras y admito que fui incapaz de terminarlo por dos motivos. He leído mucha literatura erótica y las escenas de sexo me aburrieron porque siempre narran lo mismo. El segundo fue por la relación dominante que tiene el hombre no solo en la cama, sino en otras esferas de la relación presentándose como un celópata, controlador y posesivo. El personaje engloba todo lo que simboliza el machismo y ella, la perfecta sumisa. En cuanto a la trilogía, pienso que tuvo mucho éxito porque fue la primera vez que la gente (mujeres) leía una novela erótica en la guagua, el metro o el tren sin tapar la portada, sin avergonzarse. Al haber sido un best seller, estaba permitido.

¿Y Maxwell?

Me pasó algo similar, le di la oportunidad, pero el aluvión de clichés, la reproducción de estereotipos y de los antiguos roles de géneros, me hicieron abandonar su lectura. Abogo por una literatura erótica en la que la mujer sea plena dueña de su vida personal, profesional y sexual. La sumisión me parece una delicia cuando es pactada desde el empoderamiento y el consenso, todo lo demás, me resulta subordinación del patriarcado.

Tus dos libros publicados llevan la palabra “fulana” en el título, donde juegas con las palabras: Corazón de fulana es el primero, Con razón de fulana el segundo. ¿Hay una clave que debamos entender?

Juego con la doble connotación o acepción de fulana. Por un lado, significa anonimato para que cualquier persona “fulana o mengana” se puede sentir identificada. Por otro, las mujeres han aguantado descalificativos como zorras o guarras por el hecho de disfrutar del sexo a lo largo de los años. Con estos libros nos proclamamos como tal, dándole un giro a la ofensa, es decir, “no me corto e, incluso, estoy orgullosa”. Muchas mujeres han empatizado y han utilizado mis textos para expresarse como hasta ahora no se atrevían.

El más reciente, el que sale ahora, está ilustrado. ¿Por quién y por qué?

Carolina Bonino, es la primera mujer en entrar en la Asociación Canaria de Humoristas Gráficos y Caricaturistas 'Se nos fue el baifo'. Ella contacta conmigo sin conocernos en persona, durante el confinamiento de 2020 interesada en ponerle imágenes a mis pensamientos diarios. De ahí surge esta colaboración convertida en una gran amistad, a día de hoy y a la sororidad doy las gracias. Su trazo salpica sensualidad, sexualidad y mucha piel, dejando poco espacio y a la vez todo el que se quiera, para la imaginación, creando una compenetración perfecta entre texto e imagen.

¿Nos dejas unos versos, para terminar?

Claro. “Fuego literario”:

Mi objetivo en la vida es

agitar y molestar mentes.

No estoy vendiendo humo,

estoy vendiendo leña.

Puedes comprar el poemario en:

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