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"Juana de Arco. La historia de la doncella de Orleans", de Helen Castor

Ed. Ático de los Libros
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
martes 28 de diciembre de 2021, 23:00h
Juana de Arco
Juana de Arco

Estamos ante otra magnífica obra histórica de la editora Ático de los Libros. Juana de Arco es un personaje histórico controvertido como pocos. La obra presenta cuatro páginas de inicio, muy esclarecedoras, sobre el total de los personajes históricos que participan en este drama; en el que una mujer magnífica, y muy joven, paga con su vida, sin merecerlo, todo lo pésimo que se le puede realizar a un ser humano inocente, como es el de terminar en la hoguera, considerada hereje y bruja sin serlo en ninguna circunstancia.

Cuando fallezca aquel monarca tan atrabiliario, como fue Luis X “el Turbulento o el Obstinado”; descendiente de San Luis IX de Francia, en el Anno Domini 1316, de forma totalmente inesperada; su regia segunda esposa Clemencia de Hungría alumbrará a un varón, nominado como Juan I “el Póstumo”, y que solo vivirá cinco días. En este momento histórico, el único descendiente legal que resta vivo es una niña, se llama Juana, solo tiene cuatro años, ya que ha nacido en 1312 y morirá en 1349. El monarca fallecido la había engendrado con su primera esposa llamada Margarita de Borgoña; este primer matrimonio había sido anulado por el Papa, porque existían fundadas sospechas de que la reina de Francia había cometido adulterio. Margarita de Borgoña fue encerrada en la fortaleza del Chateau-Gaillard, donde sería estrangulada, se colige que por orden de su regio-esposo ya citado.

El rey Luis X fue un gran jugador del primitivo tenis o jeu de paume. Se conoce que, en junio de 1316, tras jugar un agotador partido en Vincennes, el soberano bebió una ingente cantidad de vino frío y, de resultas de ello, fallecería de una posible neumonía o pleuritis o, porque no decirlo, de un posible envenenamiento. Sea como sea, la jovencísima delfina no es una heredera apetecible, por lo que el nuevo rey de Francia será uno de los hermanos del soberano fallecido, que en este caso será nominado como Felipe V “el Largo”; este monarca se va a casar con Juana II de Borgoña. El rey citado fallecerá sin hijos varones, ya que solo tiene tres hijas (Juana III de Borgoña, Margarita I de Borgoña, Isabel y Blanca); y además será quien, el 2 de febrero de 1317, ante los Estados Generales de Francia, en París, declarará sin ambages que él debe ser el rey y no su sobrina Juana, ya que entre él y San Luis de Francia solo había dos generaciones, y su sobrina estaba alejada en tres. De esta forma consiguió manipular o conformar una ley sálica, que no estaba en vigor desde el año 987; ya había conseguido que las mujeres presentes y futuras no accedieran al trono de Francia.

Por lo tanto, cuando pase a mejor vida el trono pasará a su hermano, quien ascenderá a la coronación de Reims como Carlos IV “el Hermoso o el Calvo”; quien como solo tiene hijas (María y Blanca), el trono sucesorio pasará a su primo carnal, quien será coronado como Felipe VI “el Rey Encontrado”, primer rey de los francesas de la casa ducal de Valois. Al otro lado del canal de La Mancha, el rey Eduardo III Plantagenêt de Inglaterra, considera que tiene derechos al trono de Francia, ya que su madre Isabel Capeto de Inglaterra es hermana de Luis X, de Felipe V y de Carlos IV. El monarca inglés consideraba, por la denominada fragilitas sexus, que las mujeres podían ser excluidas del trono, pero nunca de su derecho sucesorio hacia sus hijos. En este caldo de cultivo, el monarca inglés considera que el trono francés le pertenece por derecho, y envía al monarca Felipe VI de Francia una epístola absolutamente ofensiva y que sería famosa para la posteridad, año-1337, por una frase lapidaria: “para Felipe, el que se llama a sí mismo rey de Francia”. Así comenzará la terrible guerra de los Cien Años; el soberano Plantagenêt conoce, de forma fehaciente, que su ejército está mejor entrenado y preparado, con una artillería y una caballería muy superior a la de los franceses. A Felipe VI le substituirá Juan II “el Bueno”, a este su primogénito Carlos V “el Sabio”, a continuación Carlos VI “el Bien Amado o el Loco”, quien sería el primero que recibiría el título de delfín como heredero de la Corona de Francia. Su hijo, Carlos VII “el Victorioso o el Bien Servido” será el centro de la vida de la Doncella de Orleans, ya que su sobrino Enrique VI de Inglaterra le disputa el trono, porque el duque-regente Juan de Lancaster dominaba parte de Francia incluyendo París. Es paradójico, pero la Pucelle d’Orleans tiene seguidores entre todos los franceses que se precien; su vida transcurre entre 1412 y 1431.

La joven se presenta ante el delfín francés y le manifiesta haber tenido visiones de San Miguel, Santa Margarita y Santa Catalina de Alejandría, quienes le pedían que ayudase al susodicho Carlos VII a liberar a Francia del dominio de Inglaterra. “Ataviada con una armadura y con el pelo corto, como si fuera un hombre, capitanea un ejército para liberar al pueblo de Orleans del asedio inglés. La fortuna y la moral de los franceses da un giro de ciento ochenta grados y, en cuestión de semanas, la joven sigue avanzando por el corazón del territorio ocupado por los ingleses hacia Reims, donde asiste a la coronación del delfín como rey Carlos VII de Francia. Sin embargo, pronto la apresan los aliados de los ingleses, a quienes la entregan para que la juzguen por herejía. Ella se defiende con valentía y sin dejarse intimidar, pero –evidentemente- acaba condenada a morir. Y la queman viva en la plaza del mercado de Ruan, pero su leyenda demuestra ser mucho más difícil de exterminar. Casi quinientos años más tarde, la Iglesia católica la reconoce no solo como una heroína, sino como una santa”.

Este personaje, ¡aun tan joven!, llama la atención por el conocimiento exhaustivo que se tiene de ella, pero el hecho se fundamenta en la abundante historiografía, ya contemporánea, existente sobre Juana de Arco. Se poseen cartas, poemas, tratados, actas y libros de cuentas. Y, ahora, esta obra fuera de serie que merece todos los parabienes. Presenta una amplia y muy rica bibliografía. Sobresaliente, y estimo, modestamente, que se puede terminar esta reseña-ensayo con la frase literal de: “Y ahora cree que ella se encuentra en el paraíso”. En suma, la colección histórica de esta editorial es de lo mejor que se hace historiográficamente en el territorio de las Españas.Arma virumque cano. ET. Fidem erga populum punicum”.

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