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Etty Hillesum
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Etty Hillesum

Etty Hillesum, escritora de su propio diario hasta su muerte, prisionera en Auschwitz

Por Pilar Úcar Ventura
martes 01 de febrero de 2022, 14:00h

La admiración por Rilke y su influencia es patente en sus cartas casi místicas, llenas de extremo realismo e intensa emoción. Etty Hillesum fue una judía neerlandesa de gran repercusión internacional por su testimonio humano y literario plasmado con profunda dureza y gran vitalidad.

Ester “Etty” nació en Middelburg en 1914, hija de un hombre muy culto, profesor de lenguas clásicas y de una madre caótica. Muy unida a sus dos hermanos, brillante y lectora apasionada, jurista, políglota y psicóloga. Al estallar la guerra trabajó de dactilógrafa en el Consejo Hebraico, eslabón entre los nazis y la población judía. Enfermera voluntaria en el campo de concentración de Westerbork, viajaba a Ámsterdam a modo de correo de la resistencia: llevaba cartas de los prisioneros a sus familiares y volvía con medicinas. Su gran implicación queda reflejada en sus páginas, llenas de sufrimiento, tristeza y agonía por una situación asfixiante que la sobrepasaba y la convertía en un ser atemorizado y vulnerable. Confiesa su confianza tambaleante y su frágil seguridad. De salud debilitada, vuelve sus ojos esperanzados a la religión: devota oradora para concentrarse y encontrar su propio yo más íntimo: mística asediada por dudas y miedos constantes. Rezar la hace fuerte desde el pozo angustioso de su alma.

Sobrelleva y soporta su propia vida como la de muchos judíos perseguidos y acechados por incesantes amenazas y peligros diarios, hasta que al final rechaza los escondites que le ofrecen y se entrega junto con su familia a las SS. Era el año 1943.

A pesar de los augurios funestos que se adivinaban en el horizonte, deseaba contar su vida, ella misma o en voz ajena con el fin de plasmar para la posteridad su sabiduría vital.

No dudó en dejar sus diarios a ciertos amigos con los que mantenía una asidua correspondencia. Lo primordial de este formato de escritura es la continuidad, mantener vivo el hilo narrativo, la comunicación con el otro, con los otros: espejo inigualable de una situación real y vívida. La carta funciona como un revulsivo terapéutico, lenitivo y acicate para mantener el escaso hálito en condiciones adversas, casi irresistibles para todo tipo de fortaleza humana: caer y levantarse, desanimarse y seguir.

Expresa como nadie la miseria, el submundo, la injusticia y la podredumbre del ser humano intransigente en medio de un vacío existencial, de la nada. Siempre anhelando que alguien la esperara, como si ese rayo de luz iluminara sus últimas palabras en una tarjeta postal arrojada desde un camión que la transportaba a Auschwitz. No sobrevivió.

En 1981 se publica el Diario de Etty, 38 años después de su muerte. Éxito garantizado por su ejemplo solidario. El valor de su obra radica en la fuerza que emana: escribir para salvarse escribir para vivir. Tragedia y vida, fe y oración. Negrura, esperanza. Tierra y luz. Descubre paz y vida hasta en la muerte, la suya propia que la anticipa tan esclarecedora, tan temprana.

Hoy la Fundación Etty Hillesum Colombia desea "rescatar y resignificar ‘lo humano’ que somos y deseamos conquistar" por inspiración del diario de su autora.

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