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"El crédito de la Monarquía Hispánica en el reinado de Felipe IV", de Carlos Álvarez Nogal

Ed. Junta de Castilla y León. Consejería de Educación y Cultura. 1997.
viernes 15 de abril de 2022, 20:00h
El crédito de la Monarquía Hispánica en el reinado de Felipe IV
El crédito de la Monarquía Hispánica en el reinado de Felipe IV

Estamos ante obra estupenda, procedente de la biblioteca extraordinaria de la Junta de León y de Castilla. Ya no se duda de la capacidad intelectual del Rey Felipe IV Habsburgo, pero sí se conoce fehacientemente sobre su holgazanería o desidia; y, sobre todo, por su complejo de culpa de los últimos años de su reinado, cuando contempló el desastre al que había conducido, por ser un irresponsable absoluto, al Imperio de las Españas.

En este magnífico libro se realiza un acercamiento a como se fue degradando en su prestigio la dinastía denominada como la de los Austrias tanto Mayores como Menores, hasta llegar a límites insospechados ya con el último de sus monarcas llamado Carlos II “el Hechizado”; y la entrada, manu militari, de la dinastía lamentable de los Borbones. No es que, desde mi modesto punto de vista, fuesen mucho mejores tanto Carlos I como Felipe II, pero mantenían una dignidad a prueba de todo tipo de desengaños y agresiones externas. Ya el político decimonónico Antonio Cánovas del Castillo hacía hincapié, sobre la evolución de la monarquía, a lo largo del siglo XVII con los reyes Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Existen múltiples causas creadoras de aquella decadencia, endémica y fenotípica, el final de todo ello será el progresivo declive del prestigio español, y, consiguientemente, el decreciente respeto que el Imperio español significaba ya para el resto de sus múltiples y envidiosos enemigos.

Don Ramón Carande puso de manifiesto la enorme importancia que habían tenido los metales preciosos en las decisiones políticas de la Monarquía española durante el reinado de Carlos V. De igual modo, el artículo publicado en 1956 por Antonio Domínguez Ortiz analizando este mismo tema en el reinado de Felipe IV, pretendía arrojar luz sobre uno de los períodos más complejos y controvertidos de la Historia de España”. Los ingentes caudales en plata y oro llegados desde los territorios de las Indias Occidentales nunca fueron bien aprovechados, sino que se emplearon en gastos suntuarios y, sobre todo y de forma lamentable, en las múltiples y absurdas guerras de religión en las que España estuvo comprometida, de forma inexplicable y absurda. La Real Hacienda del Antiguo Régimen de los Austrias era un organismo sumamente complejo, y de difícil análisis, por sus múltiples ramas. Su única misión fue aquella de defender, a capa y espada, la visión política de la Monarquía absoluta de los Habsburgo, tanto en el territorio de las Españas como, y preferentemente, en el resto de Europa.

Es bien conocido como, al llegar Felipe IV al trono, el desprestigio que España había sufrido en Europa exigía una recuperación en todos los órdenes”. El pueblo añoraba la política imperial de preeminencia europea que había emanado de lo realizado por Felipe II un siglo antes; por lo que se intentó, y no se consiguió, inspirarse en el talante y en el comportamiento filipino como forma de gobernar; el hecho era totalmente imposible, ya que Felipe IV no era Felipe II, con todos los defectos de este último. Para realizar las necesarias reformas era más que preciso sanear la Hacienda pública, y la situación de ella era deplorable y ruinosa.

Frente a la debilidad del sistema impositivo, las flotas de la Carrera de Indias llegaban todos los años con un tesoro que salvaba las reticencias de los principales banqueros de la Monarquía a la hora de adelantar su dinero. El Tesorero de la Casa de la Contratación era el encargado de distribuir esas remesas obedeciendo fielmente las órdenes que emanaban del Consejo de Hacienda”. En la documentación existente sobre esas operaciones, existe lo suficiente como para tener la certeza de cuanto se pagaba a los acreedores de la Corona de España, y cuanto se tardaba en abonar esas deudas. De esta forma, se sabe fehacientemente cuales eran las relaciones existentes entre los múltiples agentes financieros de los Austrias y el propio Trono Habsburgo, siempre entre los años 1621 y 1665, que es el período del reinado de Felipe IV “el Grande o el Planeta”, y que abarca desde el 31 de marzo de 1621 y el 17 de septiembre de 1665. Cuando da comienzo el tortuoso reinado del ‘Rey Pasmado’, los ingentes gastos ascendían a tener que conseguir créditos de prestamistas bancarios, que eran superiores a los 8 millones de ducados anuales. Diez años después los compromisos monetarios de la Corona de Felipe IV precisaba la friolera de 18 millones de ducados.

Tradicionalmente se ha dicho que cada año llegaban menos metales preciosos mientras las rentas reales estaban cada vez más hipotecadas. ¿Cómo se puede explicar entonces la expansión diplomática y militar que llevó a cabo el Conde-Duque de Olivares? Si, por el contrario, esa expansión se dio gracias a los metales preciosos, quizás son las cifras con que contábamos hasta ahora, las que son incorrectas y, en lugar de decrecer, el volumen de metales preciosos de que dispuso la Real Hacienda fue en aumento”. No se puede tener la más mínima duda de la importancia capital que tuvieron los metales de Las Indias Occidentales, para el desarrollo español y europeo. Con respecto a la cuantificación metalífera de lo importado de América, se han realizado diversos estudios y de diferente naturaleza. Lo primero que se pretende es llegar a un conocimiento, más o menos pormenorizado, de cómo se cuantificaban las remesas que llegaban en el registro de las flotas españolas coloniales. Los metales preciosos que llegaban desde las Indias Occidentales pertenecían, en un porcentaje elevado, a entidades privadas, y el fraude producido en el siglo XVII era de tamaña cantidad que la desconfianza en los datos oficiales es importante.

En las secciones de Contaduría y Contratación encontramos la documentación contable de la Casa de Contratación que nos ha permitido obtener una serie completa de todos los pagos realizados por el tesorero de la Casa de la Contratación con las remesas llegadas en las flotas. Estos libros recogen las cantidades cobradas, si se entregaron en plata, en pasta o en reales acuñados, los nombres de los asentistas y de sus correspondientes en Sevilla, el destino de los metales preciosos, así como, los motivos por los que se pagaban dichas sumas”. Cuando se retrasaban las flotas, o cuando se hundían por causas naturales o por la amoral piratería inglesa, las dificultades del régimen de Felipe IV eran proverbiales. Y, no deseo dejar de lado el calificativo cervantino hacia la Casa de Contratación de Sevilla como ‘EL PATIO DEL PÍCARO MONIPODIO’, donde actuaban los pícaros Rinconete y Cortadillo. Este es el preámbulo que considero se debe hacer, con el mayor interés posible sobre esta obra extraordinaria de la Junta de León y Castilla. ¡Sobresaliente! «Honorum populi finis est consulatus. ET. Panem et circenses».

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