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Lo único que verdaderamente quise toda la vida es ser delgada
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Lo único que verdaderamente quise toda la vida es ser delgada

Lo único que verdaderamente quise toda la vida es ser delgada ¡Ay, hija, qué grande eres!

domingo 06 de noviembre de 2022, 07:00h

“Nunca nadie te va a querer en la vida porque estás gorda”, así de crudo, así de real, así de sincero y escabroso. No es estar gorda o gordo, es SER gordo. Es algo evidente y que todos ven, que no puedes ocultar. Desde bien niña. Desde antes de tener conciencia de qué significaba tener kilos de más. Al principio no pasaba nada, simplemente no podías entenderlo, hasta que te das cuenta de que las demás se echan novio y tú no, de que las demás se ríen y tú no, de que sus padres las cogen en brazos y a ti no. Por fin, la protagonista, la gorda, se pone en el lugar de los gordos. De los obesos, de los sebosos, de los gordinflones, de los bola de sebo.

Lo único que verdaderamente quise toda la vida es ser delgada
Lo único que verdaderamente quise toda la vida es ser delgada

Esther F. Carrodeguas, nos habla de sí misma, nos confiesa sus pesares (nunca mejor especificado), nos muestra su desnudez ya sin complejos, incluso humorísticamente, pero poniendo el énfasis en lo mal que lo tienen que pasar todos aquellos que se salen del canon de belleza establecido. Llámese gordura, fealdad, alta o baja estatura, alopecia, dermatitis, o vaya usted a indagar.

Sobras, sencillamente sobras. Hasta que, de pronto, te miras con buenos ojos o alguien te hace sentir bien, y te dice que tienes barriguita, o que solo es un poco de sobrepeso y nada más. ¡Ay, hija, qué grande eres!

Esther F. Carrodeaguas nos lo cuenta con desparpajo, sin eufemismos, para venir a demostrar que hay cosas más importantes que estar delgada. Por ejemplo, no estar gorda. No, eso es una broma en el estilo en el que ella, dirigida por Xavier Castiñeira, nos lo cuenta, sin frustraciones cuando habla de frustraciones, a pesar de esa sensación de culpa, de decepciones continuadas, de amarguras, de ansiedad.

Al final, te das cuenta de que nada importa nada, pero que hay que tener una mentalidad fuerte y poderosa para compartir esos temores, y hacernos ver que a todos nos puede pasar.

“Lo único que verdaderamente quise toda la vida es ser delgada”. Con este largo título llama la atención y sin necesidad de hacer una sinopsis de la obra, más de un espectador se sentirá claramente identificado. La acompaña con los sonidos y la música repetitiva Juanma LoDo en un espacio escénico de descuidada suciedad, creo para remarcar las inmundicias con las que se identifican estas personas “de más”.

No vale solo querer pasar desapercibida, hay que reivindicar la condición de gorda, de brillar también a su manera, de conocer el amor, de llevar la razón, de sentir alegría y no culpabilidad, de sentir pasión, de salirse con la suya, y de volver a la carga para no esconder los `michelines’ debajo de la ropa, para plantarse delante de los demás y decir: “aquí estoy yo y nadie me va a achantar”.

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