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"Los médicos errantes", de Carles Brasó Broggi

Ed. Crítica. 2022
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
viernes 30 de diciembre de 2022, 20:59h
Los médicos errantes
Los médicos errantes

Estamos ante un libro extraño, por más que conspicuo, que refiere cuál ha sido el devenir de los médicos, en todas las guerras habidas y por haber; formando parte de varias asociaciones médicas mundiales y, en todas las ocasiones, en el ojo del huracán de la defensa de la salud de los enfermos y heridos, en las diversas conflagraciones bélicas ocurridas desde la primera mitad del siglo XX. Más interés, si cabe, cuando quien esto reseña-ensaya es doctor en medicina, y ha sido durante muchos años, más de veinte, MAP o Médico de Atención Primaria y Geriátrica.

«La Guerra Civil española y la guerra de China contra Japón transcendieron sus fronteras. Para buena parte de la opinión pública mundial, eran la avanzadilla de los grandes conflictos ideológicos y militares contemporáneos. Algunos voluntarios internacionales decidieron implicarse directamente y compartir sobre el terreno la suerte de aquellas tierras hasta entonces en los márgenes del tablero global. Entre ellos, pocos tuvieron la relevancia del equipo internacional de doctores que, primero integrados en las Brigadas Internacionales favorables a la República española y después como colaboradores de la cruz roja china, destacaron por la continuidad de su compromiso ideológico y su sacrificio personal, por la relevancia de sus conocimientos médicos, por su significación individual y colectiva, y por la huella indeleble de aquellas experiencias en sus vidas. Carles Brasó Broggi recupera, con documentación inédita de archivos de todo el mundo, la trayectoria de estos médicos errantes en ambas guerras y también sus etapas previas y posteriores, estrechamente ligadas a los movimientos internacionalistas, a la influencia comunista, a la Segunda Guerra Mundial y a la posterior Guerra Fría».

Este libro, está muy documentado, ya que narra los avatares de los médicos, mayoritariamente vinculados a ideologías de izquierdas, y que actuaron en territorios dominados por esa reprobable ideología marxista-leninista. La obra nos narra cómo el 29 de octubre de 1939, las tropas comunistas-maoístas del Octavo Ejército chino, al mando Zhu De, se defendían de un ataque japonés, durante el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en las montañas Taihang. El médico encargado de las curas de los heridos era el facultativo canadiense Norman Bethune; al operar sin guantes se cortó con el bisturí, la herida se le infectó, y terminó pasando a mejor vida, por causa de una septicemia fulminante, era la madrugada del 12 de noviembre en Huangshikou. El doctor Bethune había aprendido cirugía de guerra en la Guerra Civil Española, entre 1936 a 1939, siempre conformando un equipo médico, con otros 17 facultativos y 2 enfermeras, pero dentro del staff médico de las Brigadas Internacionales. Este grupo de galenos, muy cosmopolitas, es casi seguro que fuesen mayoritariamente judíos, los cuales huían de la barbarie nacionalsocialista; estando más que demostrado que un número importante de médicos hebreos escaparon de las garras del III Reich, para recalar en el bando republicano español.

Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, en el año 1945, regresaron a una Europa que ya había perdido, por el Holocausto provocado por la ideología del NSDAP, unos seis millones de sus congéneres; algunos de ellos cambiaron sus nombres y apellidos, aunque otros intentaron recuperar sus orígenes y sus tradiciones. Lo paradójico y rechazable estriba en que, mayoritariamente, eran militantes fervientes comunistas, la otra ideología criminal que los había masacrado; aunque no conocían el caso histórico de Lev Davidovich Bronstein-Trostky (1879-1940). Más, si cabe, cuando la conformación estalinista del comunismo, del momento histórico narrado, hacía muy difícil su encaje o aceptación. “Muchos se afiliaron al Partido Comunista de España durante la guerra civil española y, posteriormente, tuvieron tratos con los partidos comunistas francés y chino, cuando dejaron España y fueron internados en campos de refugiados en Francia antes de emigrar al país asiático entre 1939 y 1940”.

Muchos de ellos rompieron, como sería de esperar de su inteligencia y sensibilidad, total y absolutamente, con el partido y la ideología marxista-leninista que habían defendido y abrazado en su juventud. No obstante, a pesar de las diferencias y divisiones existentes entre ellos, siempre mantuvieron sus relaciones amistosas y de confraternización. El concepto que los define, sensu stricto, es el del internacionalismo; y, obviamente los brigadistas sanitarios, o no, fueron, mayoritariamente, comunistas, y unidos al cosmopolitismo se oponían, total y absolutamente, al nacionalismo, el cual se expresaba, aunque no únicamente, en los movimientos políticos y sociales del fascismo italiano, o del racista y genocida nacionalsocialismo alemán; aunque se olvida el movimiento identitario del mismo cariz existente en el Japón de la primera mitad del siglo XX; y dos movimientos nacionalistas excluyentes, en esos años, como eran el derechista nacionalista vasco del ‘tontiloco de Sabino Arana, según definición del profesor Miguel de Unamuno’, y el pseudoizquierdista de la ERC de los catalanes.

A finales del siglo XIX, de forma inexplicable, y posiblemente por las crisis de los Estados imperiales de Prusia y de Austria-Hungría, surge un belicoso antisemitismo, más concretamente un antijudaísmo; ya que sus habitantes, en gran medida campesinos y muy apegados a sus tradiciones ancestrales, consideraban que el carácter urbano, donde solían habitar los hebreos, quienes eran muy cosmopolitas, estaba muy imbricado en la traición y en la conspiración contra las costumbres antañonas. En la Europa del siglo XX, estas acusaciones crecieron en varios países, por lo que las Brigadas Internacionales contaron, como era de esperar, con un gran número de voluntarios procedentes de las comunidades judías europeas, las cuales comenzaban a contemplar con cierto miedo esta forma de análisis sociológico. Es preciso recordar, que el rechazo a los judíos pervivió, tras el año 1945, en la Europa comunista, dentro del contexto de la guerra fría. Casi todos esos sanitarios, diecinueve, que son el objeto de la atención de este magnífico volumen, pasaron a mejor vida lejos de su lugar de nacencia, y a muchos de ellos incluso se les incluyó como apátridas o refugiados. En resumen, libro de prestigio, y más que necesario, inteligente estudio sanitario, que recomiendo sin circunloquios. «Populi romani est propria libertas».

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