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Rafael Soler
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Rafael Soler (Foto: cedida por el autor)

"Loa sitios interiores", de Rafael Soler

Ed. Cuadernos de la Errantía. 60 páginas
miércoles 10 de mayo de 2023, 11:59h
"Los sitios interiores" es uno de esos escasos libros que ya resultan fascinantes sin necesidad siquiera de pasar la primera página. Por su propia y particular historia. Su condición de poemario "silenciado", el peculiar contrato de edición al que le obligó Raúl Nieto de la Torre (también conocido como uno de los mejores poetas de su generación de los nacidos a finales de los setenta) y que se materializa en esa "carta al yo" que lo inicia. Ejemplo de una escritura compulsiva ("déjate llevar en tu arrebato") tan característica de Soler, marcada por una ironía siempre en contraste con la actitud de quien es capaz de asumir la escritura como un oficio, como un intenso pundonor en el pulso contra las propias debilidades.
Los sitios interiores
Los sitios interiores

Y anticipo de algunas de las constantes que desfilarán por las páginas siguientes. Por ejemplo en la simbología, con una primera ilusión al motivo del canto de los grillos que luego se amplifica en el texto "Canto a un grillo viejo y mío", en que ese son monótono y perpetuo del animal expresa una sensación de tiempo prorrogable hasta el infinito típica de los veranos de la niñez que necesariamente se quiebra (¿Quién dijo que habría otro verano, que/nunca nunca nunca seríamos mayores?/tú gruñón de soliloquios/guardabas en las cañas lo que viene, esto que es/y la lluvia mojando mi infancia desde abajo/para borrarla mejor y para siempre.). Y también de un uso imaginativo de la palabra que se aprecia en numerosas peculiaridades léxicas como el uso de términos como "tristumbre".

Uno de los puntos fuertes del libro es la verosimilitud emotiva con que se retrata el amor infantil, su inocencia que se expresa como una fe en lo superlativo, en lo inabarcable de esa primera pulsión de vida. También como parte de una concentración en la intimidad en que pueden revelarse los perfiles de la identidad que el tiempo y sus insatisfacciones han convertido en difusos ("Los sitios interiores", un itinerario por el propio yo en que es imperiosa la sugestión para creer que el amor y la esperanza continúan sólidamente afianzados). Se consigue gracias a imágenes de gran expresividad y fondo autobiográfico (la bola y la hormiga) y a un sentido del "decoro" (en su sentido estilístico clásico) extremo que no rehúye ni las faltas de ortografía en busca de la caracterización realista. En un poema como "¿Vale"? resulta muy significativo el uso del "imperfecto lúdico", rasgo inequívoco del habla infantil, como técnica para afianzar esa ingenuidad sobre la que ya acecha la agonía de un desgaste intuido en el porvenir (¿vale que aún y todavía/no conozco mi destino/ni tienes los ojos con estrías/ni seco el lagrimal de tanta espera?).

Más adelante en el tiempo, se narra la memoria de cuando el amor, plenitud espiritual en complicidad con otra de signo vital y físico (poco después parece terquedad, resistencia, una fe en que ese persistir es la única victoria moral posible, como en el texto "Por ser donde decías", donde dicho sentimiento se ve potenciado por una atmósfera en que lo vital se revuelve contra los tópicos otoñales más previsibles: Aquí sigo/en el mínimo parque de septiembre/sentado de espaldas a la noche/y esperando qué si voy teniendo la certeza/y vienen los días con su ropaje a cuestas/de amaneceres pasados por el agua/y el desencanto a medias de tu ausencia ). Cuando era realmente una energía transformadora que nos puede dirigir hacia la más óptima (si vale tal superlativo morfológicamente incorrecto) de nuestras versiones personales ("Embajada de invierno", donde la persistencia del amor crea la certeza de que aún se es dueño de ese poder: Y soy el mismo. Con la voz/sin estrenar, y el pecho a dos palmos de la tierra/tuyo como ahora entonces;/y tengo/un largo historial de soledades/y una pluma vieja que espera todavía su poema/y un sombrero/y un trozo de papel que dice mayo, y estamos/en noviembre; tengo/el mismo frío mordiéndome los labios/y el redondo pulgar con que tapaba el beso/y la zancada/y mi estilo de hombre triste que sabe lo que quiere/ y mi duda/ y mi solapa).

Textos como "Paseo por Arabia" o "Hay que ser lo que se es o no ser nada" parecen oscilar entre Gimferrer y Panero (por el motivo de la cultura "camp". y aunque sea un libro publicado ya en el 80 me pregunto hasta qué punto sería pertinente una reflexión crítica sobre la poesía de Soler y algunos de los rasgos tópicamente atribuidos a los "novísimos") y Rafael Alberti (por el retrato de la vida escolar como tedio, añadida la pequeña "vergüenza" de ser virtuoso ("El primero de la clase y diez en religión") dentro de un oren que ya se intuye sustentado en convencionalismo e hipocresía, que hace imperativa la evasión. "Fuga" lograda en parte gracias al valor "enajenador" de referencias como los tebeos, el cine o la literatura de aventuras. que también nos darían pie para recordar a otro miembro de más controvertida de las antologías como Antonio Martínez Sarrión.

Nos sugiere el libro que en todo acecha la ruina (sensación reforzada por el tono conclusivo de poemas como "Soliloquio" o "In memoriam", que considero una de las piezas maestras del conjunto, con su manifiesto de deseo que persiste a todas las derrotas corroboradas) cuando hasta lo más persistente en comparación con la fragilidad humana también intuye su fin. Por ejemplo, el Montgó (Con vocación de campanario/y adusto perfil de triunfador/¿qué oscura mortaja te preparan?... aunque por ejemplo el mar sí parezca mantener su entraña de "eterno retorno" en un texto como "Estructura del mar"). Pese a todo, se impone un existencialismo sereno a lo Guillén (quizá por el tiempo del conflicto interior ha remitido y en la apertura del yo a la serenidad puede proclamar que "mi guerra civil ha terminado") porque también establece una semejanza "ontológica" entre lo perecedero y lo eterno que se convierte en la aproximación emocional necesaria para que, retomando de nuevo la referencia al Montgó, se le pueda llamar "vecino").

Otros poemas como "Adagio" ofrecen una imaginería que retrata la vida como una navegación sustentada en un contraste entre la fortaleza (la sensación de tener poder de iniciativa sobre la travesía) y la fragilidad (la de sentirse zarandeado por la incertidumbre sobre el último sentido del viaje). Un trayecto externo pero también íntimo por el cimiento del amor o el viaje que se rehace en las entrañas a través de la desfiguración ejercida por la memoria o la creatividad (Dispongo el andamio más hermoso/beso,/miento,/y vuelvo, esperanzado/a la ilusión perdida de tenerte).

En conclusión, un valiosísimo rescate literario cuya condición de inesperado nos lo hace más valioso, que nos remite a los orígenes de una voz que, sin embargo, resulta ya tan personal y consolidada en ese periodo que para el común de los poetas es todavía bisoñez, que no podía dejar de presentársenos, sin posibilidad de frustración, como el anticipo de un autor de referencia.

Puedes comprar el poemario en:

9788409422852
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