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Ricardo Menéndez Salmón
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Ricardo Menéndez Salmón (Foto: Maudy Ventosa)

Ricardo Menéndez Salmón presenta su libro de cuentos "Los muebles del mundo"

"El relato es más exigente que la novela y en España no tiene el predicamento que en el mundo americano"
Por Azucena del Valle
sábado 04 de noviembre de 2023, 19:18h
El cuento, extrañamente, no es muy popular en España. Lo contrario sucede en Latinoamérica y en el mundo anglosajón. El escritor gijonés Ricardo Menéndez Salmón acaba de presentar una recopilación personal de relatos "Los muebles del mundo" a la prensa. Hasta el Hotel de las Letras se acercó Azucena del Valle para hablar con él. El resultado aquí lo tienen.
Ricardo Menéndez Salmón
Ricardo Menéndez Salmón (Foto: Maudy Ventosa)

- Vani, ¿tú crees que se están acabando los cuentistas?

- Ni de coña, tía, mientras tengamos este gobierno. Pero a mi me molan los que escriben cuentos de verdad, como Ricardo Menéndez Salmón que confiesa que se retira del género y espero que acabe comiéndose sus propias palabras, como le dicen sus amigos que le afean la decisión. Afirmó ayer en rueda de prensa: No sé durante cuánto tiempo, pero ahora mismo no siento que el mundo que yo quiero contar quepa en el continente que es el relato… a lo mejor dentro de cinco años me desdigo… pero me parece que el mundo hoy, tal como a mí me interesa, como objeto narrativo, me pide otro tipo de continentes. Una novela de cierta vastedad es la que me apetece escribir.

- Menos mal que, por lo menos, nos deja una recopilación preciosa, una antología personal de veintiún relatos que él mismo ha espigado. Abarcan dos décadas de escritura y en ellos encontramos los grandes temas que siempre le han interesado. "Los muebles del mundo", publicado por Seix Barral, editorial con la que lleva desde 2007, el año en que vio la luz su último libro de relatos, o textos breves como dice el autor; ilustran lo que ha sido un trabajo muy importante para Menéndez y que le han construido como escritor, según Elena, su editora.

- Pero, tía, eso no es una obra completa… se lo digo como sugerencia por si se anima cuando acabe el proyecto muy vasto que le acompaña hace ya unos años y en el que su cabeza está desde hace tiempo. Ya veremos a dónde le lleva; seguro que, a buen puerto, porque sigue latente su compromiso con una literatura atenta al qué y atenta al cómo. Los cuentos le sirvieron como escuela.

- De momento, vamos a lo que nos ocupa. Casi la mitad de los relatos que conforman Los muebles del mundo, estaban publicados en libros colectivos que son inencontrables en estos momentos, como Los caballos azules o Gritar; otros son inéditos. Están agrupado en tres bloques: Lamentos, Aleluyas e Iluminaciones. Afirma Menéndez Salmón, he buscado rótulos que dieran un poco el tono, lo cual no es sencillo porque los relatos si tienen una característica es que son muy distintos, lugares físicos, épocas, muchos intereses; no era fácil recoger bajo un único marbete 21 textos tan distintos. Lamentos son relatos más bien dolorosos, donde siempre hay un elemento de malestar en ellos; Aleluyas, por el contrario, son más bien relatos celebrativos donde hay mecanismos vinculados a los afectos, y la última parte, Iluminaciones son relatos donde en casi todos aparece el cuento con alguna manifestación artística, porque para mi eso es el arte, fundamentalmente una forma de iluminación, una forma de mantener vivo algún tipo de luz ante esa oscuridad que tantas veces nos circunda.

- Puri, me gusta la pequeña introducción con la que comienza el libro: Ante la hoguera, donde manifiesta el autor que el relato ha constituido para él una fuente de júbilo y habla de un narrador ante el fuego y de la intención de que éste no decaiga.

- Me recuerda lo que escribe Luis Mateo Díez del “filandón”, figura muy querida en la zona leonesa y asturiana, la idea del narrador ante la hoguera… El origen del cuento está en la oralidad, en esas historias que se contaban alrededor de la lumbre en las frías noches de invierno y, añade Ricardo otra perspectiva: contar una historia es un privilegio que poseen, o que históricamente han poseído y siguen poseyendo, los débiles. El escritor es así contrafigura, dotado de un poder: contar una historia. El hombre o la mujer fuerte protagoniza la historia, la ejecuta, hace cosas; el hombre o la mujer “débil”, cuenta esa historia, es quien la mantiene viva a través del relato y yo creo que, de esta doble conjunción entre la necesidad de mantener la oralidad como una primera memoria en nuestro acerbo, y la idea de que mientras podamos contar una historia estamos, de algún modo, protegidos… todavía hay esperanza. Una idea que personifica como nadie Sherezade, una figura débil pero que hace de su debilidad una fortaleza contando una historia; mientas logra mantener la atención del hombre fuerte, su cabeza sigue sobre sus hombros. Creo que es un poco el propósito o el intento de la literatura.

- No entiendo nada, me duele que deje de escribir los relatos que le han dado musculatura como escritor para decantarse definitivamente por la novela. Sé que una narración breve tiene una mayor exigencia, porque, continúa diciendo el autor, te lo juegas todo a una extensión mucho menor, en un tiempo de lectura mucho más breve, con lo cual no te puedes permitir las digresiones, ni los discursos o los tiempos neutros que en una novela sí te puedes conceder. Me ha servido como recipiente de temas, intereses; a poco que uno mire los asuntos que tratan los relatos de Los muebles del mundo, puede ir descubriendo casi matemáticamente los temas que van a aflorar de forma más vasta y más densa en las novelas: la identidad, todos los asuntos que tienen que ver con el arte como lugar de consuelo, ciertos lugares de la historia a los que yo luego he acudido… Los cuentos son una pequeña fotografía de algo que en la novela se va a dimensionar de un modo más extenso.

- Ahora sabe que las cosas que quiere contar no le caben en ese traje que dibuja el cuento, sino que necesita un vestido más amplio. Quizá, continúa, porque yo soy de los que piensa que la marca de agua de nuestro tiempo es la velocidad a la que las cosas suceden y me parece que sólo la novela puede atrapar eso. La novela es lo suficientemente ágil, plástica y mutante para ser capaz, vagamente, de aprehender esa velocidad a la que las cosas suceden o, al menos, yo no tengo el genio para lograrlo a través del relato.

- Los intereses de Ricardo Menéndez Salmón como escritor no han cambiado, pero sí el modo de acercarse a la escritura, es lo que tiene el cumplir años y madurar como profesional y como persona. Su piel ha ido mudando y nota cómo su escritura, en cierta medida, ha ido dilatando, se ha ido convirtiendo en otra cosa sin faltar, sin renunciar a muchas de las problemáticas que sigue convocando. Se llama decencia como escritor.

- Afirma que la novela es tan omnívora que se come todo… pero es un egoísmo bienhechor desde el punto de vista tanto del escritor, como del fluidor, del lector que está al otro lado. Obviamente la novela es un género caníbal, se lo come todo… es capaz de metabolizarlo todo. En una novela puedes dedicar unas páginas a un prospecto farmacéutico. Y funciona si eres capaz de ensamblarlo como corresponde. Una novela puede tener vuelo lírico, una novela puede ser obscena, una novela puede ser aburrida conscientemente…

- Esto último también me gustó: la novela te permite muchos registros en un único envite; te permite ser muchos escritores al mismo tiempo y creo que es el género que más se parece a la vida, sencillamente. Y continúa con aseveraciones contundentes al hablar de los cuentos que nos cuentan: el interés de la literatura es cuestionar el resto de discursos, no tanto para proponer uno que vaya a funcionar como verdad, sino para introducir el germen de la sospecha precisamente en el resto de relatos. ¡Casi nada! Cuando los escritores juegan a estandartes de una verdad, normalmente fracasan o se convierten en otra cosa. Mientras que cuando mantienen su trabajo como inquisidores, seguramente triunfan.

- Ricardo Menéndez Salmón lleva la friolera de 25 años escribiendo y cuando echa la vista atrás, se da cuenta de cómo la serpiente ha ido mudando un poco de piel, pero sigue siendo el mismo tipo de reptil que se mueve por los mismos lugares. Soy el escritor que quise ser siempre, creo que mi compromiso con la literatura permanece indemne desde mi primer título.

- Así lo creemos también nosotros. Esperamos tu novela vasta que tienes en la cabeza, mientras tanto, disfrutaremos de los relatos cortos de "Los muebles del mundo".

Ricardo Menéndez Salmón, nacido en Gijón, en 1971, es autor de un ensayo acerca de la relación entre viaje y paternidad, Asturias para Vera (2010, Premio Llanes), y de sendos estudios dedicados a la presencia de las manos (Este pueblo silencioso, Museo de Bellas Artes de Asturias, 2020) y del mar (M’illumino d’immenso, Museo de Bellas Artes de Asturias, 2022) en la historia de la pintura. Ha publicado los libros de relatos Los caballos azules (2005, premios Juan Rulfo y de la Crítica de Asturias), Gritar (2007, 2012) y Los muebles del mundo (2023), y las novelas La filosofía en invierno (1999), Panóptico (2001), Los arrebatados (2003), La noche feroz (2006, Premio Casino de Mieres), la denominada Trilogía del mal —que incluye La ofensa (2007, premios Qwerty de Barcelona Televisión y Sintagma XXI), Derrumbe (2008, Premio de la Crítica de Asturias) y El corrector (2009, Premio de la Crítica de la Feria del Libro de Bilbao)—, La luz es más antigua que el amor (2010, Premio Cálamo «Otra mirada»), Medusa (2012, premios Quim Masó y Serra d’Or a su adaptación teatral por la compañía La Virgueria), Niños en el tiempo (2014, Premio Las Américas), El Sistema (2016, Premio Biblioteca Breve), Homo Lubitz (2018), No entres dócilmente en esa noche quieta (2020) y Horda (2021). En 2023 ha recibido el Premio Elvira Muñiz al conjunto de su trayectoria literaria en la Feria del Libro de Gijón. Su obra ha sido traducida al alemán, catalán, francés, holandés, italiano, portugués y turco.

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