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El joven teniente Robert Boyd. Héroe romántico.

Por José Manuel Ruiz Castillo
domingo 17 de diciembre de 2023, 16:00h
Robert Boyd
Robert Boyd

Archibald Boyd, tesorero de Londonderry y su esposa Anne McNeill, nacida en Dunmore, contrajeron matrimonio en el año 1792. Era una familia muy unida y respetada por la comunidad. Vivian en Ballymacool (Letterkenny). Robert Boyd, nació el 7 de diciembre de 1805 en Londonderry. En 1824, al cumplir diecinueve años, ingresó como cadete en la Compañía Británica de las Indias Orientales. El 9 de abril de 1826 ascendió a teniente y fue destinado como voluntario al 65º Regimiento Nativo de Infantería en la ciudad de Mutra (India).

Pasados algunos años, Robert decidió licenciarse del ejército para vivir una nueva vida y aprovechando que heredó cuatro mil libras esterlinas a la muerte de su padre se dispuso a comprar un viejo barco para vivir aventuras.

Su primo John Sterling, miembro de una sociedad estudiantil universitaria denominada Los apóstoles de Cambridge llevaba algún tiempo colaborando con el general español José María Torrijos que se encontraba exiliado en Londres porque era considerado enemigo del rey de España Fernando VII y le contó a Boyd los planes de insurrección del general. Robert, cuyos valores principales eran la libertad y la concordia, se unió al grupo de españoles colaborando con el dinero heredado de su padre para la causa de los sublevados.

El gobernador de Málaga, el general Vicente González Moreno, maquinó un astuto plan para capturarlos creando a un personaje ficticio, militar de alta graduación al que llamó con el seudónimo de Viriato y tendiéndoles una trampa, consiguió la captura de todo el grupo formado por cuarenta y ocho hombres, incluyendo al joven Robert Boyd. Los prisioneros fueron encarcelados en el convento del Carmen de Málaga en unas condiciones inhumanas. Aquella noche Boyd escribió a su madre y a su hermano William que vivía en Gibraltar. Boyd narró en la carta que por ser protestante rehusó varias veces cuantas invitaciones a la conversión le ofrecieron los frailes pero que, no obstante, manifestó con toda firmeza que siempre adoró al todopoderoso con un corazón puro. La madrugada del domingo 11 de diciembre de 1831 fueron trasladados a las playas de San Andrés donde fueron fusilados. Robert Boyd no fue alcanzado por la descarga de fusilería, pero cayó arrastrado por su compañero junto al que había sido atado. Al instante se puso en pie y gritó ¡Viva la libertad! Un El capitán se acercó y le disparó un tiro en la cabeza. Su rostro inerte quedó hundido en la arena que se tiñó de rojo. De nada sirvieron las reclamaciones del cónsul británico para salvar su vida.

El cónsul británico en Málaga William Mark envió a su hijo William Penrose que esperó impotente a que terminara la ejecución. Corrió hasta el cadáver de Boyd y, cubriéndolo con la bandera británica reclamó el cuerpo. Lo introdujo en el carruaje y lo trasladó hasta su casa. El rostro joven y puro del muchacho estaba manchado con una mezcla de sangre y arena. A las cinco en punto de la mañana del día siguiente el cónsul con la ayuda de su hijo y de los criados bajaron el ataúd hasta el coche que les esperaba en la puerta. Condujeron en la oscuridad y en silencio por las calles de Málaga hasta el nuevo cementerio británico. El guarda les estaba esperando en la puerta y les hizo señales con una lámpara. Mr. Mark ofició el funeral y una vez hubo finalizado el entierro ordenó a Vicente que plantara un ciprés en la cabecera y otro al pie de la tumba. Después fue colocado un escueto rótulo en la pared: «Boyd» para indicar el lugar.

De todo cuanto había ocurrido fue informado el Gobierno británico «un súbdito británico había sido ejecutado sin juicio ni garantías procesales de ninguna clase», provocándose un conflicto diplomático por el modo en que había sido apresado Boyd en la trama urdida por el Gobierno español. El cuerpo del joven teniente Robert Boyd fue el primero en ser enterrado en el interior del recinto amurallado del nuevo cementerio inglés de Málaga, el primer cementerio protestante de la España peninsular.

Todos los años, en el mes de diciembre, se celebra en el camposanto británico un acto de homenaje a Robert Boyd organizado por la Asociación Cultural Torrijos 1831 al que asisten familiares de Boyd, autoridades locales y numeroso público con ofrendas florales y música de gaita en vivo.

Los hechos narrados, ponen de manifiesto que el teniente Robert Boyd, sin ser español, sacrificó su vida bajo el convencimiento de que sus actos ayudarían a recobrar la libertad de España. Este país estará siempre en deuda con el los héroes que sacrificaron sus vidas por un pensamiento: la libertad.

Enviado por José Antonio Sierra
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