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Delphine de Vigan, "Nada se opone a la noche": la mirada hacia la verdad y sus múltiples versiones

Por Ángel Silvelo Gabriel
jueves 14 de marzo de 2024, 09:11h
Nada se opone a la noche
Nada se opone a la noche
Cuáles son los límites que bordean a la verdad en la necesidad de delimitar todas y cada una de las experiencias que tenemos a lo largo de la vida. A esos hechos contrastados que nos llevan a reinterpretar lo visto y lo vivido de una forma distinta dependiendo de la persona que los haya experimentado. La verdad, entonces, se convierte en algo relativo, dependiendo de quién nos la cuente, y Delphine de Vigan en Nada se opone a la noche, nos lo demuestra al abordar la vida y el recuerdo de su madre, Lucile, en una secuencia de hechos, vivencias y tiempo que nos lleva hacia ese terreno donde debemos aceptar que nuestro mundo gira entorno a la mirada hacia la verdad y sus múltiples versiones.

Esa multiplicidad que, en principio, parece perniciosa, es sin embargo una perfecta herramienta que nos traslada hasta la multiplicidad y los diferentes enfoques que una vida —o un hecho concreto de la misma— nos llevan a pensar que no todo es lo que parece. De esa duda existencial es de la que se nutren nuestros sentidos, y también nuestros sentimientos, lo que desemboca en esa expiación que llevamos a cabo sobre los acontecimientos que nos han marcado —y nos marcarán— el resto de nuestra existencia. El hombre, como ser sensible que es, no es inmune a los destrozos y a las incertidumbres, sobre todo, si afectan a nuestros seres queridos, pues esa es la señal genética que nos distingue del resto.

Nada se opone a la noche es una novela-búsqueda. De los otros, pero también de uno mismo a través de los otros, y de nuestras propias experiencias. Esa mirada ambivalente es la que se refleja en cada página de esta novela arriesgada por la temática que trata y profundamente conmovedora por el modo en el que lo hace. El estilo directo en forma de diario de investigación en el que se agolpan los recuerdos, los sentimientos encontrados, y las verdades que permanecían ocultas, hacen de este relato familiar un todo trasgresor de las buenas costumbres o comportamientos sociales, para acercarse al horror de la barbarie que todos tenemos en nuestra cara oculta, aquella que no dejamos ver salvo cuando perdemos la consciencia de la realidad. Esa ambivalencia entre el exterior y el interior es la que le posibilita a Delphine de Vigan escribir un fresco al natural de toda una familia, y lo que es sin duda más importante, de toda una época en la que asistimos atónitos muchas veces a los modos y costumbres que nos parecen testigos de un pasado muy lejano y, sin embargo, no lo son. Su valentía a la hora de ofrecernos esta desgarradora crónica de la vida de su familia posee el don de la multiplicidad, por ser ese el elemento en el que la escritora basa su relato que, en el plano formal, está escrito con brillantez por el reflejo de verdad que desprende, y articulado a través de párrafos cortos o largos que la permiten dibujar múltiples matices de cada uno de sus familiares en un mismo capítulo, y al lector, tener una visión más amplia de lo narrado.

Delphine de Vigan afronta esta novela con una gran dosis de arrojo a la hora de poner encima de la mesa sus vísceras. Desnuda su alma, y confronta su confusión con el resto del mundo con una intensidad encomiable, por lo que tiene de real, próxima y literaria, pues el ritmo de sus palabras es siempre enérgico, a veces veloz y otras innegociables por su carácter arrasador. Su verdad sobre la verdad es un circunloquio de sueños perdidos y realidades ocultas que al salir a la luz se transforman en universales, dado el pulso íntimo y humano que las acoge. De Vigan disecciona, aparta, selecciona y nos ofrece el producto final de una familia y sus consecuencias. De aquello que, con el tiempo, dejará de tener interés, y que ella, con esta novela ha logrado que sea una historia de historias que navegarán por las mentes de los lectores que se acerquen a ella durante toda su vida. Y si no, sirva de ejemplo este texto que escribe su madre para acercarnos la mirada hacia la verdad y sus múltiples versiones.

«¿Conoces esa enfermedad febril que se apodera de nosotros en medio de las frías miserias, esa nostalgia del país desconocido, esa angustia de la curiosidad? Es un territorio que se te parece, donde todo es hermoso, rico, tranquilo, honesto, donde la fantasía construyó y decoró una China occidental, donde la vida es fácil de respirar, donde la felicidad está casada con el silencio. ¡Allí hay que ir a vivir, allí hay que ir a morir!»

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