La biografía recorre tres ejes narrativos: la genealogía personal, el origen en la guerra civil y la profesión de sucesos. Pero su centro no es el hecho criminal, sino la tensión constante entre visibilidad y privacidad, entre documentación y espectáculo. Margarita se construye, se controla y se expone como historiadora y objeto del relato periodístico. En esta obra, Velasco Oliaga y Ventosa articulan un relato que más allá de juzgar, busca reconstruir. No en vano, la cita que inaugura la lectura sienta cátedra bajo palabras de Benito Pérez Galdós: «La prensa se debe ver obligada a sostener y apacentar la curiosidad del público, no puede ejercer de fiscal ni menos de juez en asuntos criminales sin exponerse a cometer grandes e irreparables injusticias» (2024, p.7).
La voz periodística está acompañada por una voz afectiva: Landi no aparece como heroína, aunque su figura es extraordinaria. Es alguien que dominaba un oficio y lo convirtió en su método y su persona. La dimensión emocional no se impone: se filtra, como su icónico velo. Igual que Landi constató (Landi, cit. en Benito, 2024): «Todo el mundo puede matar, con o sin motivo; el ser humano puede cometer las mayores atrocidades y me interesa saber el porqué, el cómo, el cuándo, el dónde y el con quién, porque esto es muy variado, no hay dos historias iguales», este libro nos interpela desde el abismo.
El enfoque no es el crimen, sino la construcción de la cronista: ella misma es protagonista, narradora y testimonio. En lugar de un truco de novela negra ni giro policiaco, se presenta un puzle de testimonio con continuidad vital. De la madre que murió, de la guerra, de la precariedad y del trabajo nace su figura única: una rubia con pistola y gafas que supo manejar el miedo.
La biografía actúa como autobiografía impresa. Landi habla, cuenta, narra desde el campo; su voz es la que recorre la página. Emula el enfoque del true crime, pero con conciencia ética: el lector no devora el horror, lo observa con distancia y responsabilidad. En esto, la obra se emparenta con lo que Seltzer (2007) define como una narrativa comprometida: ya no son solo los hechos, sino el uso que se hace de ellos. La muerte deja de ser espectáculo y la cronista se convierte en su mediadora.
El relato avanza sin construir una heroína: Landi es excepcional por la complejidad. Retomando a Naffine (1987), la biografía invita a leer a Landi como una figura fronteriza: ni víctima, ni victimaria; mujer, periodista, profesional. Su identidad se forja en la grieta entre la norma machista y una nueva profesionalidad femenina.
El ritmo alterna capítulos cortos, orales, domésticos, con contextos políticos duros. La estructura fragmentaria reproduce su método de trabajo: campos restringidos, datos precisos, situaciones reales. Pero también establece una dialéctica entre factualidad y afecto. Aquí la investigación periodística no neutraliza lo humano: lo expone.
Como Ventosa (2024) recordó en RNE: «Ella creó su propio personaje. Fue una mujer que sufrió mucho y acabó interiorizando tanto su personaje que se lo acabó creyendo». Esa introspección es la sustancia del texto: Landi no finge; se finge auténtica. Y ese gesto confiesa, más que la biografía, la lectura ética de quien firma.
La escritura de Velasco y Ventosa no es enciclopédica: no rescata todo, selecciona. No moraliza: retrata. Y lo que retrata no es el crimen, es la condición trágica de quien lo narra desde una única voz.
El mayor acierto de esta biografía es su equilibrio entre documentación rigurosa y empatía narrativa. Al evitar el sensacionalismo y rechazar el juicio fácil, el texto permite comprender a Margarita Landi en toda su complejidad: como mujer, como periodista y como símbolo cultural. Este enfoque no solo honra su figura, sino que también renueva el género biográfico con una mirada más ética y sensible.
Finalmente, el tono es testimonial, cercano, crudo y narrativo. La información documental se funde con el retrato íntimo. El resultado es una crónica de vida que trasciende su objeto y se convierte en una reflexión sobre el periodismo, la memoria y el sensacionalismo. Porque el crimen, cuando se narra con verdad, no necesita cadáver; basta con una mujer que pregunta.
Referencias
Benito, M. (2024, 2 de abril). Margarita Landi: crónica negra, feminismo y franquismo. Ethic. https://ethic.es/2024/04/margarita-landi-cronica-negra-feminismo-yfranquismo/
Naffine, N. (1987). Female crime: The construction of women in criminology. Allen & Unwin.
Seltzer, M. (2007). True crime: Observations on violence and modernity. Routledge.
Velasco Oliaga, J., & Ventosa, M. (2024). Margarita Landi. La rubia del velo y la pistola. Madrid: Alianza Editorial.
Ventosa, M. (2024, septiembre). Entrevista en 24 Horas [Entrevista radiofónica]
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