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Gloria Fuertes y su poesía social: La voz del labrador en "Labrador"

El lado ingenuo de la poesía de Gloria Fuertes la convirtió en una autora de gran éxito en el ámbito de la literatura infantil.
Obras incompletas
Obras incompletas

Labrador

Labrador,

ya eres más de la tierra que del pueblo.

Cuando pasas, tu espalda huele a campo.

Ya barruntas la lluvia y te esponjas,

ya eres casi de barro.

De tanto arar, ya tienes dos raíces

debajo de tus pies heridos y anchos.

Madrugas, labrador, y dejas tierra

de huella sobre el sitio de tu cama,

a tu mujer le duele la cintura

por la tierra que dejas derramada.

Labrador, tienes tierra en los oídos,

entre las uñas tierra, en las entrañas;

labrador, tienes chepa bajo el hombro,

y es tierra acumulada,

te vas hacia la tierra siendo tierra,

los terrones te tiran de la barba.

Ya no quiere que siembres más semillas,

que quiere que te siembres y te vayas,

que el hijo te releve en la tarea;

ya estás mimetizado con la parva,

estás hecho ya polvo con el polvo

de la trilla y la tralla.

Te has ganado la tierra con la tierra,

no quiere verte viejo en la labranza,

te abre los brazos, bella por el surco,

échate en ella, labrador, descansa.

Gloria Fuertes: Todo asusta, incluido

en Obras incompletas.

Recitación del poema en la voz de la propia Glorias Fuertes:

https://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz.php&wid=2158&t=Labrador&p=Gloria+Fuertes&o=Gloria+Fuertes

Pero Gloria Fuertes es también una poeta para adultos, asombrados por la humanidad de sus versos y por un lenguaje desprovisto de oropeles retóricos; una poeta con cientos de poemas que reflejan su extraordinaria sensibilidad, su capacidad de amor hacia todo cuanto la rodea, su compromiso en favor de la construcción de un mundo más justo y solidario. Y de ahí que se la incluya en la Generación del 50, por el marcado carácter social de su poesía.

Basta –para comprobarlo– con leer tres de sus libros publicados por Cátedra: Obras Incompletas (Madrid, 2011. Colección Letras Hispánicas, núm. 32); Historia de Gloria (Amor, humor y desamor) (1983, 2011. Colección Letras Hispánicas, núm. 131); y Mujer de verso en pecho (1995, 2014. Colección Letras Hispánicas, núm.388). A juicio de Francisco Nieva, que efectúa la edición de este último libro, “lo personal, lo autobiográfico y lo cotidiano adquieren un aura de autenticidad y de belleza sentidas que alcanza a todo tipo de lectores. El inclasificable estilo de la autora logra así, una vez más, el difícil equilibrio entre calidad y popularidad, entre intimismo y comunicación”. Tres libros imprescindibles, en efecto, en la trayectoria de una mujer que escapa a tendencias y escuelas poéticas, y que alza sus versos con la esperanza de obtener un mundo mejor.

La poesía social tuvo su gran representación femenina en la figura de Gloria Fuertes. De hecho, si añadimos a Ángela Figuera -y según amplios sectores de la crítica literaria especializada-, nos encontraríamos ante las únicas voces femeninas de la poesía social. Elegimos un poema en cuyos últimos versos la poeta, en lugar de recoger la muerte de un labrador como algo trágico, la presenta como si de un eufemismo se tratara, y como afortunada culminación de una dura vida de trabajo en las tareas agrícolas.

Hermosa página poética ésta, en la que uno no sabe qué admirar más: si la belleza del contenido -el amor por la tierra del labrador y su comunión material y espiritual con ella (ya es casi de barro, de tierra; de tanto arar, le han salido dos raíces debajo de sus pies heridos y anchos; se ha hecho semejante a la mies: ya estás mimetizado con la parva...); o la maestria técnica, que no ha necesitado de grandes alardes estilísticos para conmover a cualquier lector. Arduo trabajo -insistimos- con que el labrador se ha ganado que la bella tierra, antes de que le llegue la vejez -y una vez reemplazado por el hijo en el esfuerzo de la labranza-, lo reciba con amor en los surcos tan laboriosamente abiertos, para descanso de sus fatigas.

El texto está compuesto por cuatro conjuntos estróficos (de 7, 10, 6 y 4 versos, sucesivamente; 27 en total), con la pecualidad de que son todos endecasílabos, salvo el 1.º (que es la apelación al destinatario del poema), y el 5.º, 15.º y 23.ª, que son heptasílabos, un tipo de verso que suele emplearse en combinación con el endecasílabo en la métrica clásica. Por otra parte, es muy variada la rítmica de los endecasílabos:

Endecasílabo enfático: versos 2, 26.

Endecasílabo heroico: versos 7, 8, 9, 16, 19, 20, 21, 25.

Endecasílabo melódico: versos 3, 4 (con un hiato "llu-via-y"), 11, 12, 14, 17, 18, 22, 24.

Endecasílabo sáfico: 6, 27.

Endecasílabo con acentos en las silabas 4.ª, 6.ª y 10.ª: 10, 13.

Todos los versos terminan en pausa versal que, además, los signos de puntuación indican, a excepción de los versos implicados en dos encabalgamientos: versos 8-9 ("tierra de huella") y 22-23 ("el polvo / de la trilla"); lo cual le da un ritmo pausado a la andadura del poema. Y las combinaciones de rimas crean una grata eufonía. Así, en la primetra estrofa, riman en asonante /á-o/ los versos 3.º, 5.º y 7.º, es decir, todos los impares menos el 1.º ("campo/barro/anchos"). En la segunda estrofa ríman en asonante /á-a/ los versos 9.º, 11.º, 13.º, 15.º y 17.º ("cama/derramada/entrañas/acumulada/barba"); y aun cuando los versos están algo alejados entre sí, riman en asonante /é-a/ los versos 8.º y 16.º (de hecho, es la misma palabra: "tierra"). En la tercera estrofa riman en asonante /á-a/ los versos 19.º, 21.º y 23.º ("vaya/parva/tralla"). Y en la cuarta estrofa riman en asonante á-a/ los versos 25 y 27 ("labranza/descansa"). Y considerado el conjunto del poema, a la rima asonante /é-a/ de "tierra" se suma la del verso 20.º ("tarea"); y hay dos rimas asonantes /ó-o/: versos 14.º y 22.º ("hombro/polvo").

Del análisis anterior se desprende que el poema estaría muy cerca de la silva arromanzada, aunque la poeta interpretaría esta forma métrica de una manera muy personal.

En los versos 21-23 encontramos un buen ejemplo del extraordinario ritmo acentual que refuerza la expresividad de las aliteraciones y del material fónico en general (p, tr-, ll, paronomasia trilla/tralla), y que manifiestan la dureza del trabajo agrícola: "ya estás mimetizado con la parva, / estás hecho ya polvo con el polvo / de la trilla y la tralla".

Con respecto a la selección léxica, llama la atención que sea la palabra "tierra" la más repetida, y en diversos posiciones: versos 2.º, 8.º, 11.º, 12.º, 13.º, 15.º, 16.º -en dos ocasiones-, 24.ª y 27 (en este verso mediante la sustitución pronominal). Y existen un buen número de vocablos relacionados con el mundo agrícola: campo, arar, raíces, terrones (masas pequeñas y sueltas de tierra compacta), siembres -forma verbal repetida, con la originaliadad de su empleo pronominal-, semillas, parva (mies tendida en la era para trillarla, o después de trillarla, antes de separar bel grano) polvo, trilla, tralla (trencilla echa con titras de cuero que se coloca en el extremo de un látigo para que reatalle, al sacuridirlo con violencia), labrabza, surco. Por otra parte, destaca el hecho de que el poema está concebido como un apóstrofe lírico: la poeta tiene interés en mantener a lo largo de todo él lo que Leo Spitzer llama "excitante de la atención", al interpelar continuamente al labrador como su interlocutor, obviamente en una especie de monodiálogo unamuniano. De hecho, el vocativo "Labrador", con que se abre el poema, se repite en los versos 8.º, 10.º y 14.º (en la seguda estrofa), así como en el verso 27, con que se cierra la composición, un verso mspecialmnente significativo: "échate en ella [en la tierra], labrador, descansa".

El poema, pese a la estricomitia de sus versos, logra un excelente dinamismo, merced a la concentración de verbos en forma personal y a la reducción de la prsencia del adjetivo. Los verbos figuran en la mayor parte de los versos, en presente de indicativo, -salvo los del último verso, que el presente es de imperativo-, y con predomonio de la segunda persona del singular, que representa al labrador al que se dirige la poeta: "eres" (versos 2.º, 5.º), "pasas" (verso 3), "huele" (verso 3), "barruntas", "esponjas" (verso 4), "tienes" (versos 6, 12, 14). "madrugas", "dejas" (versos 8, 11), "es" (15), "vas" (verso 16), "tiran" (verso 17), "quiere" (versos 18, 19, 25), "estás" (versos 21, 22), "abre" (verso 26), "échate), "descansa" (verso 27). La única forma verbal perfectiva -con proyección hacia el presente- es la del pretérito perfecto del verso 24 ("has ganado").

Y en algunas ocasiones, la elipsis de un determinado verbo hace más expresiva la construcción paralelística; es lo que ocorre -con leve hipérbaton incluido-, por ejemplo, con el verbo "tener" en los versos 12-14: "Labrador, tienes tierra en los oídos, / entre las uñas [tienes] tierra, en las entrañas [tienes tierra]; / labrador, tienes chepa bajo el hombro". Otras veces, además de la elipsis, los paralelismos se fundamentan en la afirmación(/negación del mismo verbo; así sucede, por ejemplo, en los versos 18-20: "Ya no quiere que siembres más semillas, / que quiere que te siembres y [que] te vayas, / [quiere] que el hijo te releve en la tarea". Naturalmente, en todos estos casos la elipsis es necesaria para obtener los correspondientes versos endecasílabos y el ritmo melódico más idóneo. Y aun cuando resultaría hiperbólico afirmar que el labrador ha sido sometido a una especie de proceso de "deificación", lo cierto que su presencia llena todo el poema, ya mediante el vocativo -"labrador"-, ya mediante determinantes posesivos de segunda persona ("tu espalda" -verso 3-, -"tus pies" -verso 7-, "tu cama" -verso 9-), ya mediante el pronombre personal átono de segunda persona, bien en posición proclítica ("te esponjas" -verso 4-, "te vas" -verso 16-, "te tiran" -verso 17-, "te siembres -verso 19-, "te vayas" -verso 19-, "te releve" -verso 20-, "te has ganado" verso 24-, "te abre" -verso 26-), o bien en posición enclítica, ya sea en infinitivo ("verte" -verso 25-) o en imperativo ("échate" verso 27-).

Y, en efecto, escasean en el poema los adjetivos, por su capaciddad retardataria. Reseñamos los siguientes:

"pies heridos y anchos" (verso 7; al labrador, de tanto arar, le han crecido raíces; y sus pies están "heridos" ante lo arduo de la labranza, y hasta es posible que diltados por el calor ("anchos").

por la tierra que dejas derramada” (verso 11; el adjetivo, en este caso, cumple una función predicativa).

y es tierra acumulada” (verso 15; el participio tiene valor adjetival).

ya estás mimetizado con la parva” (verso 21; el participio funciona como auxiliar, añadiendo el valor significativo en la perífrasis estar+participio con carácter terminativo).

estás hecho ya polvo con el polvo” (verso 22; el participio funciona como auxiliar, añadiendo el valor significativo en la perífrasis estar+participio con carácter terminativo).

no quiere [la tierra] verte viejo en la labranza” (verso 25; el adjetivo funciona como predicativo).

te abre los brazos, bella [la tierra] por el surco” (verso 26; el adjetivo complementa al nombre elidido).

Y a lo largo del poema destaca la presencia reiterada del adverbio de tiempo “ya” (versos 2, 4, 5, 6, 18, 21 y 22), con la peculiaridad de que en los versos 2, 4, 5 -por un lado-, y 18 y 21 -por otro- se encuentra en posición anafórica. Por lo general, el valor significativo de este adverbio es el de “inmediatamente, ahora mismo”; y también “en tiempo presente, haciendo relación al pasado”.

De Gloria Fuertes ya comentamos un par de poemas en esta misma revista, publicados el 03-09-2025.

https://www.todoliteratura.es/noticia/61463/el-rincon-de-la-poesia/el-nino-somali-dedicado-a-los-mayores-de-gloria-fuertes.html

RTVE. Archivo Gloria Fuertes:

https://www.rtve.es/play/colecciones/play-archivo-gloria-fuertes/2616/

Puedes comprar sus libros en:

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