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"Enemigos de Hitler", de Guillermo García Domingo

Punto de Vista Editores. 2024
martes 21 de octubre de 2025, 21:20h
Enemigos de Hitler
Enemigos de Hitler
En este libro, sobresaliente, se deja bien claro que, en la Alemania de los años 30, no todos los alemanes estuvieron a favor del Nacionalsocialismo y de su Führer Adolf Hitler, pero quizás fuese el habitual cinismo y la soberbia de Winston Churchill los que no atendieron a aquella joven oposición alemana, que conocía de forma prístina cuál iba a ser la evolución, lógica, del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán o NSADP, y de su ideología autoritaria y genocida.

Una de las formas de oposición se encontraba, sin ambages, entre un grupo de jóvenes de la organización clandestina nacida en la Universidad de Múnich, y que sería conocida como la organización de resistencia la Rosa Blanca o Die Weisse Rose. Y, como en todas las ocasiones en que alguien se organizaba para oponerse a los nazis, la represión, la tortura y la muerte era el final esperado. Todos estos estudiantes estaban agrupados alrededor del profesor Kurt Huber, y todo este espíritu crítico se iba a plasmar en unas octavillas, la sexta resultaría mortalmente fatal para todos ellos.

La hoja fue distribuida en Múnich y en otros lugares de Alemania, y cayó en manos de un personaje extraordinario: Helmuth James von Moltke. Este conde nació en 1907 en Kreisau, en la Baja Silesia. En la personalidad de Moltke había tantas estancias como en el castillo que recibió de su aristocrática familia. Rehuía el salón dedicado a honrar las gestas militares de sus ascendientes, no era el sitio idóneo para un convencido demócrata que postulaba ideas de entendimiento entre las naciones. Helmuth y James eran la misma persona de espíritu cosmopolita. Como era un gigantesco humanista (medía cerca de dos metros) visitaba a menudo la habitación que servía para estudiar y guardar sus libros; tal vez porque era la única estancia en la que realmente se sentía pequeño. También frecuentaba la habitación tranquila en la que meditaba y profesaba su fe cristiana junto con su querida esposa Freya. Vivió en Inglaterra y Sudáfrica, de donde tuvo que regresar en 1934 para atender debidamente la enorme finca agrícola que podía otearse desde las ventanas de las habitaciones del castillo”.

Era un noble, que en alemán se puede definir como un Junkermann, y por lo tanto no necesitaba, en ninguna circunstancia, el paraguas protector y servil de tener que pertenecer al Nacionalsocialismo, y tampoco se vio obligado a afiliarse a dicho partido, que llegó a tener unos ocho millones de militantes. Como no se arrodilló ante ese partido e ideología, le fue negado su acceso a la judicatura. Pero, como era preciso tener a todos los alemanes, de la mayor valía posible en la administración, von Moltke sería obligado a trabajar para el Servicio de Inteligencia de la Wehrmacht, ya que nadie dudaba de que era un alemán de una más que probada lealtad a Alemania, aunque rechazase a Hitler. Alrededor de este joven abogado se fueron concitando diversas voluntades, con una buena pléyade de militares comprometidos contra Adolf Hitler, la mayoría serían asesinados, y ahorcados con cuerdas de piano tras el complot del 20 de julio de 1944 organizado por el Coronel-Conde Klaus von Stauffenberg. El Servicio secreto militar estaba dirigido por un personaje fascinante, ambiguo y con un importante componente ansioso-depresivo, como era el Vicealmirante Wilhelm Canaris, pero destacaba, además, otro de ellos, que era muy valiente, osado y con una carencia absoluta de respeto al Führer Adolf Hitler, se llamaba Hans Oster, y también perdería su vida. El grupo de inconformistas o complotados sería denominado por la Gestapo, Geheime Stadt Polizei, como el CÍRCULO DE KREISAU, ya que esta era la localidad natal del aristócrata citado. En el mes de marzo de 1943, von Moltke deseaba recibir la última hoja volandera, creada y distribuida por ese grupo de jovencísimos universitarios de Múnich. Con este bagaje decidió realizar un viaje a Escandinavia, sobre todo y concretamente a Suecia, por su neutralidad bélica, aunque obviamente el sistema represor nacionalsocialista ya estaba alerta sobre este sorprendente viaje de alguien, que estaba claro que no era muy fiel a Adolf Hitler y al Tercer Reich.

El supuesto viaje de trabajo albergaba otras intenciones ocultas. Primero se reunió en Oslo con el obispo Berggrav, que estaba arrestado por su oposición a la ocupación nazi de Noruega. Le comunicó los recientes acontecimientos que protagonizaron los estudiantes de Múnich y su profesor Huber. Además, aprovechó para entregarle la hoja con el texto mecanografiado tanto a él como a Arvid Brodersen, miembro de la resistencia noruega, que la tradujo al noruego para publicarla clandestinamente. A continuación, a finales del mes de marzo decidió cruzar el mar Báltico y visitar a unos buenos y discretos amigos que tenía en Suecia (era un país neutral). Uno de ellos era el doctor Harry Johansson, quien le presentó a Ivar Anderson, que fue el encargado de llevar la sexta hoja (la que llovió sobre Katharina) a Inglaterra junto con un breve informe sobre los valientes estudiantes de Múnich. Von Moltke quería que los aliados, Gran Bretaña particularmente, conocieran la existencia de la ‘otra Alemania’, la que se oponía a Hitler y que, con el apoyo de la población que cada vez manifestaba una mayor desafección hacia el régimen, por las recientes derrotas y bombardeos aliados sobre las ciudades, podía propiciar el final de la guerra y una consecuente posguerrra democrática en Alemania”.

Aquella pavorosa guerra, desarrollada entre los años 1939 y 1945, que había demostrado una importante carencia de ética por parte de todos los contendientes, aunque con los nacionalsocialistas y los soviéticos a la cabeza. Cuando aquellos jóvenes, con los hermanos Scholl a la cabeza, contemplaban con angustia como habían muerto un millón ochocientos mil jóvenes, sin la más mínima razón para ello, el rechazo al régimen fue ya inconmensurable. Sus padres nunca estuvieron a favor del Sistema Nazi, y por ello fueron perseguidos, de forma inmisericorde. Cuando von Moltke está en Estocolmo, escribió un informe a su amigo británico Lionel Curtis, quién sería el enlace para llevar la citada hoja de la Rosa Blanca a las personas claramente interesadas en el Reino Unido de la Gran Bretaña. Tan crudelísima guerra dejó a la histórica Alemania como un auténtico solar, arrasando hasta las partes más eximias de las ciudades más paradigmáticas de la Alemania del Medioevo, Dresde, Hamburgo, Mannheim, Kassel, Leipzig, Colonia, etc.

«Es un lugar común considerar que todos los alemanes, sin excepción, apoyaron la dictadura nacionalsocialista. También lo es sostener que los jóvenes son indolentes. Este libro desmentirá a buen seguro ambos juicios erróneos. Durante el invierno de 1943, aviones británicos sobrevolaron en varias ocasiones el territorio alemán dejando caer miles de octavillas sobre algunas ciudades de Alemania. Las palabras que contenían no se podían soslayar fácilmente y poseían una rara belleza. Los que habían escrito este mensaje no eran británicos, sino compatriotas de los que las recibían. Pedían a los ciudadanos alemanes que se rebelaran contra su propio gobierno. Sus autores eran miembros de una misteriosa organización que se hacía llamar Die Weisse Rose (La Rosa Blanca). Todos salvo uno de ellos, eran muy jóvenes. En las últimas décadas han aparecido testimonios inéditos, se han hallado carpetas olvidadas, diarios que hasta la fecha nadie había leído, y se han abierto los archivos que permanecían clasificados para la consulta de los investigadores. Todo ello ha contribuido a la revelación del mundo secreto y fascinante al que los componentes de la Rosa Blanca, siendo adolescentes, pertenecieron, sin que nadie lo supiera. Transformados por estas experiencias iniciáticas, emergieron por separado de los profundos bosques de Alemania para emprender juntos, apremiados por sus ideales morales y políticos, un viaje tan imprevisible como peligroso en la época más difícil que cabe imaginarse».

En esta obra, de recomendación plena y sin circunloquios, nos encontramos el idealismo de algunos jóvenes alemanes, que se enfrentaron al maligno Adolf Hitler con la única fuerza de su ética. Inclusive solicitaron el perdón de uno de ellos, porque era padre de familia, y el resto asumiría el total del hecho antihitleriano. Asimismo, estaban profundamente involucrados en la ciencia médica y en la cultura, para enfrentarse al dragón del mal por antonomasia. Yo no conocí, obviamente por cuestiones de edad a Adolf Hitler, pero sí he estado y soy todavía, un estudioso involucrado en el difícil mundo la Música Culta o Académica, por lo que me resulta incomprensible e inconcebible de que el nivel cultural e intelectual de Adolf Hitler comprendiera, y pudiese metabolizar la dificultad de la operística de Richard Wagner, al margen de ser una mera pose histriónica. La Rosa Blanca fue una organización clandestina de jóvenes alemanes, en el mundo del proceloso sistema criminal nacionalsocialista, que pagaron con sus vidas el empeño de denunciar el genocidio que estaban cometiendo los seguidores del austriaco de Brainau-Linz, Adolf Hitler, y así demostraron que la obediencia ciega irracional o sumisión es inadmisible. En suma, esclarecedora obra para dejar la historia del NSADP en su sitio y demostrar, de forma fehaciente, que hubo alemanes que se jugaron la vida por luchar contra Adolf Hitler y todo lo que representaba. ¡Estupenda obra! «Confusa ebrius est non iens ut producat ex optimis in sobrii sint mulier».

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