Cualquier hecho de la vida da pie para que reflexione con sutileza interiorizante. En “Nunca llegaré a nada”, reflexiona sobre la timidez juvenil y nos proporciona claves sobre sí mismo. En otros, como en “La vida”, parte de hechos más generales, más de observación atenta y minuciosa. En otros, en fin, como en “En el garaje”, son situaciones puntuales lo destacado, casi simbólicas.
Amén de ello, considero que cabe resaltar que los relatos que pueden gustar más a los lectores son aquellos donde aparece el humor. Un fino humor, sibilino, que nos deja con la sonrisa en los labios y que también nos hace reflexionar. Me estoy refiriendo a relatos como “Mar adentro” o “El portero”. Este tipo de cuentos tienen un aliciente especial para el lector, ya que desprenden mucha humanidad y sentimiento muy afinados.
A título individual señalaría el uno que me parece más elaborado y de extraordinaria calidad literaria; es el titulado “El constructor de mezquitas”. El cuento lleva un mensaje implícito que deja al lector con el sabor de Oriente y del misterio unidos. El estilo es desbordante e íntimo a la vez, con un gran colorido y expresividad trascendente. Creo que es de lo mejor que he leído (El texto que hace referencia a Stendhal va por un camino similar, si bien más breve).
Por fin, los mini relatos que completan el conjunto tienen una gran calidad. Textos muy poéticos y precisos, son como alusiones sutiles hacia la percepción del lector. Frisando el aforismo, la poesía, logran que el lector los sienta de manera especial.
Con todo, es curioso, dada la originalidad de esta literatura tan sugerente y distintiva, del texto, -toda la obra en su conjunto- creo que por su extensión e intensidad, por su calidad analítica –la precisión del detalle resaltado- “El espejo y la sombra” es el más hondamente literario. Un regalo para los sentidos.
Afortunadamente, hay ocasiones en que el leer es no solo un bien, sino un lujo.
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