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Lea Vélez
Lea Vélez (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Entrevista a Lea Vélez, autora de "El jardín de la memoria"

"Mi novela ha de ser leída como una realidad"

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

"El jardín de la memoria" de Lea Vélez es una de esas novelas que nos revuelven nuestros pensamientos. El libro se podría circunscribir en el género de literatura de duelo, "el libro lo estaba escribiendo mientras estaba pasando la enfermedad mi marido", nos cuenta la escritora madrileña en la entrevista que mantuvimos para charlar sobre su último libro publicado en Galaxia Gutenberg.

Lea Vélez
Lea Vélez (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Fue el verano de 2011 cuando George, el marido de Lea Vélez, se dio cuenta de que no podría mover la mano para abrocharse el cinturón. El cáncer de próstata que padecía y que parecía controlado había hecho metástasis en los huesos, uno de los más agresivos y dolorosos que existen y, de repente, el mundo se derrumbó. Había que prepararse para la muerte, gestionar la enfermedad y la muerte y en eso Lea se mostró como una auténtica profesional, sin ayuda alguna por parte de un estamento médico, que ni tiene corazón y, ahora, ni recursos médicos necesarios por la crisis, atajó en solitario un problema del que salió más que airosa.

Desde ese verano hasta noviembre, mes en el que murió George, Lea estuvo escribiendo todo lo que su corazón le dictaba. Desde que el doctor les dijo que era el fin, que le quedaba un mes de vida, se dio cuenta de que "la muerte nadie la cuenta", que existe un silencio tácito sobre las enfermedades mortales. "Los familiares sentimos pudor a preguntar qué va a suceder. Te encuentras indefensa y muy despistada", recuerda la escritora y guionista afincada en un pueblo de la periferia madrileña.

Cree que sucede algo parecido cuando se encuentra una mujer embarazada, "nadie te dice nada. No tienes la más mínima información", se queja con razón. Con la muerte aún es peor, el silencio se vuelve aplastante y nadie se atreve a preguntar. Nadie sabe qué se hace en estos casos. Lea Vélez se reveló. Estaba dispuesta a que George muriese feliz. "Para eso necesitábamos un proyecto y lo encontramos en escribir juntos lo que iba sucediendo y leer las cartas de Stephen, el hermano de George que había muerto con siete años y que nadie se atrevía a leer", cuenta con una inusitada fuerza. "Con las cartas de Stephen me identifiqué plenamente", remacha.

"Era la explicación de la muerte más alucinante que he leído, era la explicación de un niño normal. Leyéndolas me convertí en la madre de Stephen, es decir, en mi suegra, que tuvo que vivir la agonía de su hijo a 70 kilómetros de distancia, cuidando a otros tres hijos y viajando hasta el hospital siempre que podía", cuenta emocionada la escritora. "Encontré en esas cartas una manera de enfrentarme a la muerte de una forma avanzada. De superar la culpabilidad de la supervivencia", expone la autora de "La cirujana de Palma", novela aparecida antes del verano, en la que partiendo de un contexto histórico, escribe una novela policíaca muy literaria y de grandes sentimientos.

Desde ese momento organizó el fatídico evento, como lo organiza todo ella: escribiendo. "Las conversaciones que teníamos las iba escribiendo, solía tomar notas de nuestras charlas. Era una forma de prepararse para su ausencia. Aquello era una tragedia que no se podía evitar, pero se podría mejorar el contacto con la muerte", apunta. Esa era la forma que ella tenía, no sólo para prepararse para la muerte de su marido, sino la mejor forma para que muriese, leyendo los dos juntos aquello que iba escribiendo.

"El jardín de la memoria" tiene tres partes diferenciadas. Una, la historia de esa preparación hacia la muerte, del camino hacia ella. Otra, las cartas que Stephen escribió con siete años y que la escritora ha transcrito tal cual fueron escritas hace más de cincuenta años y una tercera historia donde cuenta la vida de Francesc Boix, el fotógrafo de Mauthausen, el fotógrafo del infierno; superviviente del campo de concentración y único español que testificó en los juicios de Nuremberg.

Esta historia le da una nueva dimensión al libro. "Creo que mi libro es una novela, un testimonio literario, casi periodístico, de unos hechos que no están tratados como un mero relato o como un diario", dice convencida y añade "tiene una conciencia de novela, eso sí, basada en hechos reales" que contiene escenas inventadas u oníricas. Además del relato hay un personaje de la trascendencia de Francesc Boix.

"Mi novela ha de ser leída como una realidad. Cuando se está cerca de la muerte se está muy perceptivo. Enfocas realmente lo importante", enumera con lucidez. La muerte lo trastoca todo, sobre todo para el muerto. Pero también para los familiares. Lea sentía mucha avidez. "Yo no me callo y hago mis propias reflexiones. Me documento para todo y para la muerte de mi marido también me documenté", destaca. Como ella es una persona que lo cuenta todo, los preparativos que iba haciendo los comentaba con los amigos, incluso en la puerta del colegio de sus hijos contaba a las madres de otros alumnos todos sus preparativos, era su manera de vivir la realidad.

Cuando habla de su forma de escribir lo hace de forma calculada. "En mi escritura busco la mezcla deliberadamente", especifica y "todo lo ve en imágenes", quizá por su formación como guionista tiene una imaginación muy gráfica. Sin embargo, a partir del óbito de su marido ve la vida de otra forma. "Algo como eso te cambia la visión artística, vas eliminando toda la paja de tu vida y de la escritura. Digamos que se sublima la escritura", detalla y añade "necesito que cada escena de mi vida sea literaria, que esté bien escrita. Si disfrutamos, eso es vivir. La muerte te enseña a ser feliz", concluye.

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