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El ejército estadounidense tortura al son de Barrio Sésamo

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Por Javier Velasco Oliaga

· Los hombres que miraban fijamente a las cabras
· Los servicios secretos americanos utilizan la música como tortura

Después de leer el libro de Jon Ronson titulado Los hombres que miraban fijamente a las cabras y que ha publicado en España, después de seis años de espera, Ediciones B, me pregunto que pensarían las cabras siendo observadas por los humanos, ¡menuda tortura! El sufrimiento de los toros es infinitamente menor que el que padecieron estas cabras en los cuarteles de Estados Unidos. Llegaron a matar a una cabra en un laboratorio sólo con la mirada, pero la cosa no quedó ahí, los hámster también sufrieron la inquisitiva mirada de esos soldados psíquicos.



Pero no sólo las cabras o hámster fueron víctimas de estos nuevos métodos militares, ¿qué pensar de un general americano que se concentraba para poder atravesar paredes? Pues que se había vuelto loco, pero no, lo hacía muy en serio, como responsable de los servicios de inteligencia estadounidenses estaba firmemente convencido de que los soldados norteamericanos tenían que tener una serie de cualidades que les convirtiese en supersoldados, algo así como una mezcla de superman con Obi Wan Kenobi, o lo que es lo mismo, una mezcla de guerrero ninja con caballero Jedi.

El escritor británico Jon Ronson ha escrito un libro de investigación periodística. Cuando lean que es una novela, como están diciendo por ahí, no hagan caso, quien lo dice no se la ha leído, y la película basada en el libro parece más un documental dramatizado que una película de ficción. He dicho ficción, probablemente, porque lo que nos detalla Ronson más parece salido de la mente calenturienta de un colgado californiano que de los responsables del ejército de Estados Unidos. Sin embargo, los militares americanos se mueven por una línea cercana a la locura. Como dice uno de los personajes que circulan por el libro: “sus dirigentes han perdido el juicio”.

Es estilo es propio de un libro de investigación muy al gusto de los lectores americanos, pero la traducción muy ágil hace que no encontremos desfase alguno y utilice el humor para edulcorar temas preocupantes como es la utilización de la música para torturar. Canciones como Enter Sandman de Metallica se utilizaba para tales fines, así como la banda sonora de la película XXX, cuya letra decía “arde, hijo de puta, arde”. Se conoce que esa música, puesta a gran volumen en un recinto cerrado y durante varias horas, destruiría la resistencia de los prisioneros musulmanes y haría que cantasen de plano al ritmo de estas músicas, nunca mejor dicho.

Pero no sólo esa música rockera era la utilizada en Abu Ghraib, ya en Waco utilizaron Welcome to the Jungle de Guns N´Roses; sino lo que más nos sorprende es que utilizasen la canción I Love You de Barney & Friends, el famoso dinosaurio morado muy popular en Estados Unidos, que en España podemos ver en la cadena de televisión Veo, o algunas melodías famosas de la serie Barrio Sésamo como Deja el patito de goma. Entendemos a la perfección que estas melodías utilizadas como armas de destrucción mental son altamente eficaces para los prisioneros. Así nos los dice el compositor de estos temas, Christopher Cerf, en el libro: “me encargaron hacer una canción para enseñar a los niños lo que era una montaña. Antes de oír la canción, un 45% sabía lo que era una montaña. Después de oír la canción, sólo un 26% lo sabía”, sin comentarios.

En otras ocasiones utilizaban canciones como My Heart Hill Go On de la película Titanic y que interpretaba Céline Dion, o del grupo Matchbox Twenty para saber si eran o no afines a la cultura americana. Incluso llegaron a conectar con el músico new age Steven Halpern para que les compusiese música subliminal para motivar a los soldados, pero se negó y siguió componiendo temas ambientales para supermercados y aeropuertos. Así que mucho ojo con lo que oímos cuando vamos a la compra, nos pueden estar influyendo psíquicamente para que adquiramos cosas que no necesitamos.

Por el libro pasan un nutrido plantel de personas que dicen poseer poderes psíquicos, y que gracias a ellos las bajas en el ejército americano serían mínimas. Son militares que preparan a ciertos grupos para entrar en combate con unas cualidades que les harían invencibles y para ello no dudan en contactar con personajes famosos en estas especialidades, entre ellos, Uri Geller. Desde luego, si todo lo que pone en el libro es verdad sería para preocuparse, por eso el autor decidió dar una pátina de ironía y humor a todas sus páginas, algunas de las cuales son desternillantes. Mientras tanto, hagan caso de aquella canción del grupo gallego Golpes Bajos y “no miren a los ojos de la gente”. Por si acaso.

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