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Daniel Estulin
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Daniel Estulin (Foto: Javier Oliaga)

Daniel Estulin recibe el Premio "Los mejores de PR 2015" en la categoría de "Mejor investigación", por su obra "Fuera de Control"

miércoles 18 de noviembre de 2015, 11:13h

En "Fuera de control", publicada recientemente y hoy de máxima actualidad, Daniel Estulin plantea la relación de Occidente en la creación y financiación del terror islámico sobre el mundo. Con este premio el Comité de Redacción de prnoticias ha querido valorar la larga trayectoria de Estulin, así como la calidad de sus descubrimientos.

El autor sostiene que, aunque tanto los medios de comunicación como los gobiernos occidentales se han esforzado en hacernos creer que los atentados terroristas de Charlie Hebdo y el reciente y más grave atentado ocurrido en París el pasado viernes 13 de noviembre fueron exclusivamente obra de radicales yihadistas, la realidad nos enseña una lección muy distinta. Lo que está ocurriendo no es una guerra de religión, sino un juego geopolítico dirigido por las potencias occidentales y los Amos del Mundo. Daniel Estulin reflexiona sobre la responsabilidad de Estados Unidos, Gran Bretaña y sus socios regionales, como Arabia Saudí, en el desarrollo del extremismo islámico.

El autor mantiene que fruto de toda esta estrategia la tensión con las naciones islámicas y la crisis internacional crecerán en un futuro próximo.

Entre las amenazas y peligros que actualmente se ciernen sobre el mundo, sin duda uno de los primeros es el terrorismo islámico. Superada la Guerra Fría, resueltos los conflictos a que dio lugar la descomposición del bloque del Este, en vías de encauzarse las guerrillas latinoamericanas, prácticamente todos los focos de tensión actuales tienen que ver con el islam y el terrorismo practicado en su nombre.

Daniel Estulin, autor de importantes best sellers sobre las fuerzas secretas que mueven el mundo, especialmente el Club Bilderberg, se ocupa en este nuevo libro del terrorismo islámico, entrando a fondo en sus entresijos y secretos, y desvelando sorprendentes complicidades. Dicho de otra forma, muestra las estrechas relaciones que hay entre esas élites político-financieras mundiales que se mueven en la sombra y por encima de los gobiernos, y el terrorismo yihadista.

Fiel a su estilo, lo hace sin morderse la lengua y apoyándose en una voluminosa documentación (el libro tiene más de 700 notas que remiten a un conjunto muy variado de fuentes: informes, revistas especializadas, declaraciones de expertos, documentos de difícil acceso...). Y aunque pone el foco en este aspecto concreto, las tesis de Estulin son coherentes con lo que viene denunciando en libros anteriores: la existencia de oscuros poderes que trascienden a los gobiernos democráticos y manejan los hilos que mueven a su vez a grupos e instituciones que son como marionetas suyas. En este caso, las marionetas son los grupos terroristas yihadistas.

Sus conclusiones son rotundas: “No estamos a salvo. No tanto de los terroristas, sino de quienes los financian, les suministran armamento, los entrenan y los utilizan para sus propios objetivos a largo plazo” “El objetivo final de la guerra global contra el terrorismo [esta expresión, Estulin la pone siempre en cursiva o entre comillas, que es una forma de ponerla en tela de juicio] es subyugar a los ciudadanos, despolitizar totalmente la vida social en Estados Unidos, impedir que la gente piense y conceptualice…”. “La llamada guerra global contra el terrorismo se ha convertido en uno de los mayores engaños criminales de la historia moderna”. “La amenaza terrorista local es una invención. Sí, los terroristas existen, y sin embargo ¿quién los puso ahí en primer lugar? ¿Quién sentó las bases, los financió, les proporcionó armamento, les observaba marchar y asesinar con impunidad por casi todo Oriente Medio?”.

Esas preguntas son minuciosamente respondidas en las bien documentadas páginas del libro. Fuera de control se divide en tres grandes bloques (bien que profusamente comunicados entre sí): El juego del diablo, Los saudíes y El ISIS y todo lo demás. El primer apartado es una visión panorámica e histórica sobre las insospechadas y terribles complicidades de las grandes potencias e instituciones (principalmente el Imperio británico, que Estulin sostiene que sigue existiendo como tal) con el terrorismo islámico. Los siguientes se centran en lo que anuncian sus títulos. En todo caso, a lo largo del libro los temas se entrecruzan y reaparecen en páginas sucesivas.

El otro eje del mal
El comienzo no puede ser más claro ni contundente: “Quiero empezar diciendo que la guerra global contra el terrorismo es una invención basada en la mentira y la idea equivocada de que un hombre, Osama bin Laden, fue más listo que los Servicios de Inteligencia estadounidenses, dotados de un presupuesto anual de cuarenta mil millones de dólares. La guerra contra el terrorismo es una guerra de conquista”. Y añade dirigiéndose directamente al lector, recurso que emplea a menudo en el libro: “¿Te has fijado en que allí donde haya un país con un gobierno independiente que tenga reservas petrolíferas o recursos financieros, agrícolas o estratégicos que no se hayan sometido aún al control corporativo transnacional siempre existe una campaña liderada por Estados Unidos para destruirlo?”.

Y para que no queden dudas: “Desde los atentados del 11 de septiembre, Estados Unidos, junto con sus aliados regionales, ha patrocinado cada vez más a yihadistas de todo tipo para destruir cualquier estado social que se resista a sucumbir a las pretensiones hegemónicas del Imperio… El Estado Islámico de Iraq y Siria (ISIS) es un instrumento al servicio de la estrategia de la guerra civil, y está financiado y armado por las mismas fuerzas lideradas por Estados Unidos que lanzan bombas sobre él en Siria e Iraq”. ¿Difícil de creer? El propio Estulin lo viene a reconocer cuando dice que esto es “la locura encarnada”.

El autor sostiene que, tanto el ISIS como otros movimientos islámicos extremistas -Al Qaeda en el Magreb Islámico, Hermanos Musulmanes, talibanes…- “son el resultado de objetivos políticos a largo plazo diseñados en Washington y Londres, y financiados a través de organizaciones benéficas saudíes”.

Estados Unidos, Gran Bretaña, Arabia Saudí (sin olvidar a Israel). Estulin nombra directamente a los principales miembros de este otro eje del mal, en el que destaca especialmente Gran Bretaña, “primus inter pares de la oligarquía financiera del mundo”. Y les señala una y otra vez. Las frases acusatorias, extremadamente bien apoyados por la voluminosa documentación, recorren todo el libro: “Londres es el centro neurálgico del terrorismo islámico”. “El recrudecimiento de la locura islámica […] es un proyecto de la City de Londres”. “Los Hermanos Musulmanes [son] una secta fundamentalista musulmana engendrada por los servicios secretos británicos”. “Londres es el epicentro y la sede de decenas de las organizaciones terroristas internacionales más sangrientas, financiadas y protegidas por el gobierno y por la propia Corona británica”. El HUT (Partido de la Liberación), “uno de los grupos armados más violentos de Asia Central” es “un grupo terrorista británico protegido por Tony Blair y el gobierno británico… controlado por el Servicio de Su Majestad”.

En resumen: “La palabrería de Londres en nombre de las víctimas del terrorismo es detestable a la luz de la absoluta falta de consideración del Reino Unido hacia el derecho internacional. El Reino Unido no sólo es el epicentro y el hogar de decenas de las organizaciones terroristas internacionales más sangrientas, sino que los terroristas afincados en Inglaterra operan amparados por el gobierno y la Corona británicos”.

Los saudíes
Dentro de ese auténtico eje del mal que aparenta serlo del bien, Arabia Saudí juega un papel esencial. Ha sido un elemento clave a la hora de propagar el islamismo radical por todo Oriente Medio, lo que no hubiera conseguido sin el patrocinio del Imperio británico. Los saudíes, que gobiernan en virtud de una alianza centenaria con los fanáticos wahabíes, son la mayor fuente de financiación del terrorismo yihadista global. Arabia Saudí es “el punto neurálgico del control y despliegue del terror wahabí en todo el planeta”.

Arabia Saudí, creación del Imperio británico, es una marioneta en sus manos, “el actor clave en este programa de caos y disturbios planificados”. Y “no queda ninguna duda de que Riad y Al Qaeda actúan en estrecha colaboración”.

“En la actualidad, la fuente de todo el terrorismo internacional importante es la alianza imperial anglo-saudí”. Y dentro de esa alianza imperial hay un claro reparto de papeles: “Los británicos fijaron la política, definieron el diseño, organizaron el terreno y protegieron y apoyaron a los terroristas, pero el dinero siempre procedía de Arabia”.

Estulin denuncia “una estructura jerárquica anglo-saudí que controla Al Qaeda y todos los demás grupos del frente yihadista… Los Hermanos Musulmanes, Al Qaeda, los talibanes y el ISIS son una creación anglo-saudí… Los anglo-saudíes los dirigen como si fueran un ejército internacional con el fin de destruir los estados nación y aterrorizar a la población”.

En cuanto al vecino Dubai, Estulin considera “irrefutable” que se trata del epicentro del terrorismo, el narcotráfico y el blanqueo de capitales.

El plan: dominar impidiendo el desarrollo
Los hechos actuales hunden sus raíces en lo que Estulin considera un punto de inflexión en la historia de Oriente Medio y del mundo islámico: la caída del shá de Irán y la toma del poder por el ayatolá Jomeini en 1979, lo que constituyó “el primer paso para imponer los intereses económicos anglo-estadounidenses”.

Aquel episodio supuso la sustitución de un régimen pro-occidental y laico, en pleno proceso de industrialización, por otro islámico fundamentalista y contrario a la industrialización y la modernización. Y fue una operación diseñada “para desencadenar la propagación del fundamentalismo islámico por todo el mundo musulmán”. Fue el primer eslabón de la cadena de acontecimientos que siguieron, de un vasto plan que se puede explicar así: El Estado nación es la base del progreso económico, científico y político de la humanidad, la forma más adecuada que las naciones han encontrado para crecer y desarrollarse. Por lo tanto, las potencias que quieren apoderarse de las riquezas y recursos del planeta necesitan hacer retroceder a los países del Tercer Mundo en vías de desarrollo, desintegrándolos y balcanizándolos. Y un excelente método para ello es fomentar las formas más retrógradas de pensamiento en contra de las corrientes liberales y modernizadoras. Esto, en los países de Oriente Medio y Asia Central, supone fomentar el fundamentalismo islámico. En el fondo, se trata de una ecuación simple: fundamentalismo = atraso político y económico = facilidad de dominación.

El objetivo final es destruir hasta el último vestigio de cualquier estado nación soberano para crear un estado supranacional controlado por la élite. Esa élite considera que los recursos naturales mundiales le pertenecen, y para apropiárselos y saquear libremente el planeta, los pueblos son un obstáculo, sobre todo los pueblos que progresan organizados como Estado nación.

La jugada de Irán en 1979 se ha seguido repitiendo en otros sitios, de distintas formas pero con el mismo fondo común: combatir los movimientos nacionalistas regionales en Oriente Medio y Asia Central con el objetivo de perpetuar la falta de unidad árabe y acabar con el panarabismo.

Estulin insiste en esta idea a lo largo del libro: “Las élites consideraban suyos los recursos de la Tierra y no querían compartirlos con un Tercer Mundo emergente y en vías de desarrollo”. “El Imperio es consciente de que el progreso de la humanidad comporta su inminente fin. Que no puede sobrevivir en un mundo donde existe un progreso tecnológico y científico generalizado”. “El Imperio del dinero depende de la supresión del progreso científico y del conocimiento, favoreciendo el atraso y la ignorancia”. “El Imperio necesita un mundo con habitantes ignorantes y dóciles”.

Beneficios colaterales
El atraso y la disgregación de estos países es la premisa para que sean dominados a largo plazo. Pero ya en el corto plazo el Imperio obtiene beneficios. “Allí donde esté presente Al Qaeda aparece a continuación el ejército estadounidense, y en la retaguardia de los militares las compañías petroleras esperan y presionan; y detrás de éstas, los bancos ganan dinero”, describe Estulin el proceso.

Otra fuente enorme de beneficios es el narcotráfico, cuya mafia –dice Estulin- está dirigida por las altas esferas de Londres y Wall Street. El dinero que éste genera es una parte fundamental del sistema financiero y bancario mundial. Por ello no sorprende que la CIA, a la que señala como cómplice de la mafia afgana del narcotráfico desde 1947 hasta hoy, haya llegado a un acuerdo secreto para proteger la ruta siria del narcotráfico.

Por eso, afirma Estulin, “no puede hablarse en serio de desmantelar redes terroristas, ya que eso implicaría desmantelar toda la maquinaria mundial que alimenta a ese monstruo y que a su vez vive a costa de él. Ningún servicio de Inteligencia se arriesgará a perder miles de millones de dólares de financiación de su presupuesto en negro para desmantelar las organizaciones terroristas que ellos mismos controlan”.

El ISIS, último capítulo por ahora
El capítulo más reciente del terrorismo islámico, es decir, de su utilización para desestabilizar y balcanizar a los países árabes, es el siniestro Estado Islámico de Iraq y Siria (ISIS), tristemente célebre por las decapitaciones masivas y la destrucción del patrimonio cultural. Estulin empieza por llamar la atención sobre el hecho sorprendente de que este “variopinto grupo de terroristas no tenía ninguna posibilidad de tomar por sí solo el control de una ciudad y un territorio tan grandes {Mosul y Tikrit] –recuérdese cuánto tardó el ejército estadounidense en tomar el control de Faluya, en Iraq-, y mucho menos ejercer ningún control sobre grandes ciudades o territorios sin el apoyo de potencias regionales o incluso mundiales”.

Semejante capacidad militar sólo se explica por los respaldos con que cuentan estos yihadistas. Respaldos que enumera con detalle el autor del libro. “El ISIS es una creación, una prolongación y un agente de la OTAN. Es evidente que la amenaza del ISIS ha sido obra de la OTAN desde el principio”. Además, “el ISIS está estrechamente ligado al MI6 británico y a la CIA, que respaldan una gran cantidad de sus operaciones”.

“Los anglo-estadounidenses, en connivencia con los ricos países petroleros árabes liderados por Arabia Saudí, han creado un ejército del Califato con los yihadistas que han salido de la guerra de Siria… algo que los yihadistas nunca habrían logrado por sí solos”.

El ISIS, dice Estulin, es un pretexto para lanzar un nuevo ataque imperialista abierto en Oriente Medio, y gran parte de sus principales generales y combatientes “fueron seleccionados a dedo, trasladados, armados y equipados por los aliados de Estados Unidos, la OTAN y los países del Golfo”. “La Administración Obama usa a Al Qaeda, y ahora al ISIS, para derrocar a gobiernos independientes con el fin de balcanizar o desintegrar después los países en cuestión, o bien utilizarlos como marionetas kamikazes contra mayores enemigos, como Rusia, China o Irán”, añade Estulin. Y: “Nos encontramos ante una iniciativa liderada por Estados Unidos para azotar la región por medio del ISIS y sus fuerzas asociadas, con el fin de acabar totalmente con la estabilidad y la capacidad de Siria, Iraq e Irán de coordinar cualquier acción militar, económica o política significativa”.

Paralelamente, su increíble potencia económica no se explica sin tener en cuenta a los “financieros entre bambalinas” de Arabia Saudí, Kuwait, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, cuyas donaciones se blanquean como ayuda humanitaria.

Este último capítulo es una nueva vuelta de tuerca a la tesis central del libro sobre el gran engaño que constituye la llamada “guerra global contra el terrorismo”: “El Programa Antiterrorista de Washington en Iraq y Siria se basa en el apoyo a los terroristas. La incursión del Estado Islámico… se enmarcó en una operación de la Inteligencia militar cuidadosamente planificada y apoyada en secreto por Estados Unidos, la OTAN, Arabia Saudí e Israel. La misión antiterrorista es una ficción sin sentido, dado que Estados Unidos es el principal estado patrocinador del terrorismo”.

Como el propio Estulin ha dicho en las páginas anteriores, “la locura encarnada” o “el mundo al revés”.

Daniel Estulin nació en la Unión Soviética en 1966. Exagente de contraespionaje del KGB, ha dedicado gran parte de su vida al trabajo periodístico, especialmente a la investigación. Su tema estrella es el Club Bilderberg, un gobierno mundial en la sombra. Sus libros sobre este tema se han convertido en todo un fenómeno, con seis millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, publicados en 67 países y traducidos a 44 idiomas. Ha impartido multitud de conferencias en numerosos países y ha sido condecorado por la Universidad JFK de Buenos Aires con la Medalla de Oro por su contribución a la humanidad. Asimismo, ha sido nominado al Premio Pulitzer 2014 por su último libro, TransEvolution: The Coming Age of Human Deconstruction, y al Premio Nobel de la Paz 2015 por su lucha incansable contra la élite globalizadora mundial. Este es su decimotercer libro.

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