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Boria Ediciones

12/12/2021@07:26:31

Tres cosas llamaron mi atención sobre este libro en cuanto lo despojé del sobre de Correos que lo trajo hasta mi buzón, tres aspectos que, a lo mejor, no son tan relevantes como pudieran parecer, mucha gente ni reparará en ellos, pero a mí, como buen bibliófilo y amante de la palabra, me captaron y empezaron a comunicarme como lector. Lo primero que llamó mi atención al enfrentar este poemario, y me refiero, a esos momentos previos a abrirlo y escudriñar en su interior, fue su elevado número de páginas. 166 hojas parece un número más propicio para una antología, que para un poemario, ¿verdad? Sin embargo, yo mismo he incurrido alguna vez en una situación parecida y, si tal como Carlos Marzal afirma y otros antes que él, también así lo creo, «la poesía se escribe cuando ella quiere», del mismo modo, su extensión es algo que no determina el poeta, siempre que tomemos el texto poético como necesaria expresión y no solo como una estrategia que busca un efecto estético. Terminar un poemario en 50 páginas, terminarlo en 180, tal vez, el momento en que el pájaro decide detener su canto, y por qué, sean misterios tales cuyo enigma y nacimiento procedan del mismo indeterminado lugar del que procede nuestra inspiración.

Boria Ediciones, 2020

No hace mucho tuve ocasión de reseñar el primer poemario de María Jesús Mena, escritora madrileña que se estrenaba como poeta, y ahora hago lo propio con Introducción y notas, la génesis poética de Rafa García Jover (Alicante, 1971) y quiero poner en valor el hecho de que encontrar poetas nuevos, escritores que —rebasada la barrera de la cuarentena— deciden iniciarse en la escritura lírica, sea algo habitual o, por lo menos, no noticia por ser algo más o menos frecuente. Si en el primer caso debemos agradecer a la editorial Olé Libros su apuesta por autores noveles, con referencia a Introducción y notas hemos de hacer lo propio con Boria Ediciones, valiente sello que apuesta por valores jóvenes y sin experiencia basándose en el criterio de Luis Sánchez Martín, avezado lector y también poeta.

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No podemos reprochar que una joven poeta como María Marín (Cieza, 1991) sea pesimista en sus poemas. La realidad en España no es muy alentadora para cualquiera que todavía no ha cumplido los treinta. Tampoco es más prometedora la prosperidad mundial, mucho menos, para quien confía parte de su futuro a las Humanidades; menos aún, si eres poeta. Lo cierto es que, sin saber si los futuros libros de esta autora incursionarán en la desesperanza que manifiesta en su primera obra, este afortunado intento dibuja un retrato bastante realista de un fracaso tácito y general que no solo sirve a su autora para hundirse en las ciénagas de la melancolía.