www.todoliteratura.es

Manuel Lopezneria Fernández

25/04/2024@11:11:00

Después de varias órbitas de la madre Gea al dios luminoso, pude ganar la batalla, librarme de ella. No sin ayuda. Bóreas sopló fuerte para que mi barca fuera poco a poco librándose del enredo que producen las grandes serpientes. Su forma de fémina seguía tentando no solo mis mundanas necesidades, sino mis más honestos sentimientos. Para no caer en ello, una venda en mis ojos ayudaron a que mi barca navegara, hasta que llegué a un río calmo, casi puro, cristalino, sin rastro en lo físico de alguna de las cabezas que tanto lidié contra la Hidra. Me percaté que 7 años más viejo mi ser era.

En ciertos mundos imaginarios, en lo etéreo, en sueños, te busco, pero no te encuentro. Mi soledad en esta ínsula, privada de tu perfume, me atormenta en la más mínima sobriedad. Los aciagos atardeceres color cobre alumbran tu rostro allá, en el alto Urano, de manera celestial, sin poder alcanzarte, sin poder tocarte.
  • 1

Hoy no hay lugar para nosotros. Y andaba, después de 10 años perdido en ese gran barco, lleno de aventuras, ninfas e hijas de titanes. De las ya muy mencionadas sirenas, del cómo nuestro jefe pudo contra ellas y cómo regresó a su tierra para recuperar su reino.