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César Pérez Gellida
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Entrevista a César Pérez Gellida, autor de “Khimera”

“He querido ser un poco alarmista respecto al futuro”

lunes 23 de marzo de 2015, 09:42h
La nueva novela de César Pérez Gellida, “Khimera”, es la gran apuesta de la editorial Suma de Letras para esta temporada. Se nota nada más coger el libro. Está editado a todo lujo, saben que lo que se traen entre manos es uno de los escritores españoles de mayor proyección en la actualidad. Un escritor profundamente original que ha revolucionado, en buena medida, el género negro español con su trilogía de “Versos, canciones y trocitos de carne”.

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César Pérez Gellida (Fotos: Javier Velasco)
César Pérez Gellida (Fotos: Javier Velasco)
Khimera” en un principio parece que rompe con su obra anterior, pero según se avanza en la lectura nos damos cuenta de que el estilo y la forma es muy similar. Un thriller que nos deja sin respiración y que nos hace enfrentarnos a un futuro bastante cercano. Un futuro posible y desestabilizador que hace que nos sobresaltemos sobre ese devenir que ya lo tenemos a la vuelta de la esquina y que el escritor vallisoletano nos ofrece con una visión preclara.

Habíamos quedado en las oficinas de su editorial para charlar sobre su nueva novela. César llegó vestido con una sudadera con capucha que bien podría llevar un rapero o un corredor de esos que vemos por la ciudad rompiéndose a cada salto los tobillos. Las fotos de las contraportadas de sus libros no le hacen justicia y es más joven de lo que aparenta en esas fotografías en blanco y negro que tanto parecen gustarle.

Tras unos minutos de presentaciones entramos en materia rápidamente. Necesito saber las motivaciones que le han impulsado a escribir “Khimera”, que tanto me ha perturbado su lectura. Me ha parecido que es un thriller de ciencia ficción, pero César Pérez Gellida me corrige al instante. “Es un thriller distópico. Sobre un futuro posible. No he contado alardes técnicos sobre la época sino sucesos que pueden pasar que son consecuencia lógica de lo que estamos viviendo”, explica el autor.

Comienza la novela con un preludio sobre una leyenda rusa, algo que le gusta especialmente al escritor castellano viejo y que le viene de sus novelas anteriores. La leyenda del Bogatíry, caballero medieval que es la sempiterna leyenda de la lucha del bien y el mal, sólo que César le da otra vuelta de tuerca. Una nueva vuelta de tuerca que ha tardado 15 meses en dar, a un ritmo de entre 10 y 12 horas diarias cinco días a la semana, al que le ha añadido media jornada sabatina. “Me levanto entre las cuatro y las cinco de la mañana y comienzo a escribir. Cuando se levantan en mi casa aprovecho para desayunar y dar un paseo, después continúo a media mañana hasta la hora de comer y por la tarde continúo, preferentemente haciendo labores de documentación”, cuenta en un tono coloquial y cercano.

Es pues, un escritor matutino, vespertino y noctámbulo. La literatura recorre sus venas a borbotones, de ahí que la editorial haya calificado su novela como un thriller literario que recurre a un mito intangible de leyendas polacas y eslavas. Su literatura es un lienzo en blanco que el autor vallisoletano va dibujando a mano alzada para conformar un mundo único que le ha costado diseñar, que no imaginar. Un mundo que aún teniendo conexiones con el que vivimos se lo imagina de forma totalmente diferente, creando un mapamundi, que se incluye en el libro, por sectores diferenciados en tres grandes bloques y que no vamos a desvelar.

César Pérez Gellida estaba terminando Consummatum est cuando ya tenía en la mente su nueva “Khimera”. No dejó ni un día de descanso para ponerse a escribir y, lo mismo le ha ocurrido con este último libro. “Nada más terminar Khimera me puse a escribir una nueva novela con Ramiro Sancho como protagonista. Es una novela negrísima y ya la tengo entregada a los editores”, nos anticipa para ponernos los dientes largos y con lo que parece disfrutar.

Cuando se le ocurre la idea de un nuevo libro no sabe muy bien por dónde va a crecer la historia. “Le doy más importancia a los personajes que a la propia historia. En cuanto a la historia no tengo la capacidad de proyectarme mucho más allá en la trama”, confiesa y añade “no me gustan las líneas rectas. Así el argumento va creciendo día a día, página a página”.

Su forma de escribir es muy rápida y así lo reconoce. “cuando empiezo a escribir el primer borrador de un libro nunca miro atrás”, señala. Es en posteriores revisiones cuando va corrigiendo las incongruencias, las faltas y ordenando el caos de su escritura. “Elimino todos los alardes de documentación que no aportan nada a la trama y sí al ego del autor”, alega. El proceso de eliminación y de sintetizar la obra es más arduo que la primera escritura y todo lo hace buscando algo que para el escritor es fundamental: la armonía. “Necesito en mis obras un componente armónico. Un ritmo que yo entiendo que debe tener la novela, pero también que sean absolutamente creíbles”, manifiesta con absoluta convicción.

Reconoce que Khimera requiere “un esfuerzo por parte del lector, sobre todo en la primera parte” pero una vez pasadas las primeras páginas la novela discurre a la velocidad de una bala que se nos va a incrustar ente ceja y ceja. “En la novela no he querido jugar a ser un adivino sino a contar un posible futuro que tenemos ordenado tal y como se desarrolla el presente. Todo parte de unos hechos tangibles como, por ejemplo, la posibilidad de fabricar órganos”, desmenuza con celeridad. En el momento en que esos órganos sean el cerebro humano, vamos a tener un problema. “El transhumanismo no se puede coartar, ni el avance de la ciencia. Cuando se pueda desarrollar esta ciencia estaremos a un paso de la inmortalidad”, afirma el autor. Aunque sostiene que todo tiene que ser medido, controlado y administrado.

En su novela los avances tecnológicos giran en torno del grafeno.”La característica principal del grafeno es que se puede fabricar. Es como una célula fotovoltaica pero cien veces más potente. El problema es que las potencias que manejan las reservas de hidrocarburos no quieren que se desarrolle esta fuente de energía”, desgrana con precisión. Las dictaduras de Oriente Próximo controlan las reservas y hasta clubes de fútbol y no quieren que su poder mengüe. Sin embargo, en España tenemos industrias que están investigando sobre esa nueva posible fuente de energía y ya en los países escandinavos lo han desarrollado. En el futuro se podría prescindir de las plantas generadoras de energía eléctrica, ya no harían falta.

Otro de los ejes en los que se mueve la novela de César es la guerra cibernética. En la actualidad hay muchos países que están haciendo un esfuerzo tecnológico para controlar los posibles ataques cibernéticos. Países como Rusia, China e Israel se encuentran a la cabeza de estos ataques. Otros como Irán, Pakistán, India, Corea del Norte, les siguen. En Europa es Gran Bretaña la pionera y sorprende que Estados Unidos no se encuentre en el Top Ten de países cibernéticos. Están más preocupados en repeler ataques que en desarrollarlos. Lo mismo que le pasa a España pero en menor medida.

En Khimera, el autor ha buscado una lógica para desarrollar un futuro posible. Licenciado en historia, conoce muy bien los movimientos sociales e históricos del mundo. “He querido pensar de una forma coherente”, señala. Por eso cree que en el conflicto entre chiitas y sunitas, éstos últimos llevan las de ganar, lo cual recrudecerá los extremismos. De ahí que alegue que “he querido ser un poco alarmista ante el devenir”. Es una llamada de atención para el que lo quiera entender. Yo ya he tomado buena nota y creo que tiene mucha razón en todo lo que dice.

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