“Guztiak” es un libro de entrevistas. En él, Borja Ventura ha entrevistado a 17 personas del País Vasco, provenientes de diferentes ámbitos de la sociedad. Todos ellos, relacionados de una u otra manera con la violencia de ETA. Sus testimonios son realmente elocuentes y nos ayudarán a entender un problema que parece no se quiere resolver. De momento, démonos la enhorabuena de que un tiempo nuevo haya nacido en el País Vasco.
¿Qué le llevó a escribir Guztiak?
Tras muchos años escribiendo sobre atentados, comunicados, operaciones policiales, ilegalizaciones, juicios, amenazas y demás, sentía la necesidad de cerrar una historia. Este país tiene una memoria tan corta que apenas se ha concedido el derecho a celebrar algo objetivamente bueno, como es el hecho de que ETA haya dejado la violencia, y tiene también los miedos tan a flor de piel que no se atreve a afrontar la situación para resolver de una vez por todas un problema que ha generado tantísimo dolor.
¿Por qué escogió este título?
Porque la intención del libro es recoger todos los puntos de vista, incluso aquellos que suelen silenciarse. ‘Guztiak’ en euskera significa ‘todos’, y es lo que hay dentro: la voz de víctimas de ETA y de gente que ha pasado por ETA, de quienes han hecho política a uno y otro lado, de quienes han sufrido y quienes han hecho sufrir. Como periodista sólo entiendo una forma de aproximarse a las historias, que es el intentar contar todas sus visiones.
¿Cómo refleja Guztiak todas las tensiones que ha generado el conflicto con ETA?
A través de diecisiete entrevistas en profundidad con personas diversas, algunas políticas y otras no, algunas independentistas y otras no, algunas de izquierdas y otras de derechas. Personas que, a su forma, han vivido directamente en el ojo del huracán el llamado conflicto vasco y sus consecuencias.
¿Por qué dice que ahora ETA no interesa a los medios de comunicación?
Porque no interesa: ETA ha pasado de llenar portadas cada día, a golpe de atentado o comunicado, a desaparecer por completo. Ahora que ya no hay violencia y tocaría afrontar lo que queda para evitar cerrar la historia en falso; ya no interesa tratar el tema. Se da por amortizado, por cerrado… y es un error.
¿Cómo se llegó a poner fin a la violencia?
A través de muchos pasos en falso. Gracias a gente que habló con los otros, que se sentó con ellos, que quiso hablar y escuchar, que legitimó a quien tenía enfrente como portavoz. Costó, claro, años, vidas y mucho sufrimiento. Ha habido muchos factores: la lucha policial, la lucha política, la acción de la Justicia, el paso del tiempo, la autocrítica… También ha habido muchos errores, muchas injusticias. Y, al final, mucha voluntad de hablar. Porque al final las cosas se arreglan hablando.
¿Cree que las heridas terminarán por cerrarse algún día?
A corto plazo es complicado, porque hay huellas imborrables. Pero lo que nosotros no consigamos, lo harán nuestros hijos. Nuestra responsabilidad es dejarles el panorama despejado de cuentas pendientes, de odios y de rencores. Por eso no se puede cerrar en falso, porque ahora se ha conseguido lo más difícil y hay que atreverse a enfrentarse a los fantasmas que nos quedan, al dolor, a las ideas y a los miedos.
¿Cómo ha sido para usted conseguir una perspectiva tan amplia, entrevistando a tantos sectores?
Es un ejercicio de empatía que muchos no entienden. Hay quien ve un error legitimar la voz de algunos interlocutores, que te critican por el mero hecho de sentarte con ellos y escucharles hablar. De hecho, voy más allá: cada vez que hago una entrevista intento entender el por qué de sus ideas, de sus acciones… y eso te hace cambiar visiones, pero a la vez enfrentarte con monstruos, porque hay cosas que cuesta asumir. Es mi forma de explicar cómo es una persona, sin juzgarla, sin condenarla. Creo que el lector es suficientemente inteligente como para tomar sus decisiones sin que yo le indique las mías.
¿Le ha costado conseguir estas entrevistas?
Algunas más que otras. Hay gente más cercana, gente más confiada, gente a la que estratégicamente le conviene, gente que ha superado sus miedos y recelos… Pero también hay gente esquiva, desconfiada, que prefiere pasar desapercibida, quien aún vive con miedo y quien odia y odiará de por vida. Hay quien no quiere ver su nombre junto al de otros, por ejemplo. Es algo comprensible y respetable. Pero mi trabajo era conseguir un relato lo más amplio posible… y aún así hay voces a las que echo de menos en el libro, pero que no han querido estar.
¿Cuántas verdades incómodas recoge su libro?
Cada verdad es incómoda para alguien. Hay quienes ya lo han leído y me contaban que habían leído algunas entrevistas sintiendo una fuerte patada en la conciencia. Otros me decían que no soportaban leer ciertas cosas. Hay muchas verdades incómodas. Demasiadas.
¿Cuál de las historias que narra es la que más hondo le ha calado, si es que hay alguna que destaque sobre las demás en su opinión?
A su forma todas lo han hecho. El joven abertzale que pasó su última noche en prisión viendo una película de Chiquito de la calzada. El joven popular que llevaba escolta desde la adolescencia. El socialista al que le arrancaron la pierna. La independentista que condenaba la violencia y a quien los demás acusaban de simpatizar con ella. La chica que entró en ETA huyendo de la Policía porque un amigo mató a un agente delante de ella. El etarra que lamenta el suicidio de la viuda de su víctima, pero no la muerte de su víctima. El político abertzale que se acuerda de un compañero de ayuntamiento al que ETA mató. El ex lehendakari que hizo lo que pudo por acabar con la violencia. El actor al que le cuesta hablar de política porque no le entienden. El historiador al que EEUU le prohíbe la entrada al país. La chica que emigró al País Vasco siendo niña justo cuando asesinaron a Miguel Ángel Blanco. El periodista que pasó 25 años entrevistando a víctimas. El hombre cuya misión era tejer puentes entre la izquierda abertzale y el resto de formaciones. El hermano de una víctima al que muchos critican. La abertzale cuyo padre fue asesinado por el Estado. El hombre que trabajó para que presos arrepentidos y víctimas pudieran conocerse. El trabajador que organizó la conferencia que selló el fin de ETA. Todas aportan algo. Todas estas, y las decenas de entrevistas previas que he hecho durante más de una década, y que también tienen su lugar en el libro
¿De qué lado le han llegado más críticas?
Regularmente de ambos, lo cual suelo interpretar como una buena señal. Si hay equilibrio es que el trabajo está más o menos bien hecho, al menos en cuanto a representatividad. Ojalá no hubiera críticas, claro. Pero no por mí ni mi ego, sino porque cuando eso suceda será señal de que realmente lo habremos superado.
¿Cómo describiría en pocas palabras la situación actual de la política vasca?
Es un momento de ‘impasse’. El actual Ejecutivo nacional no tiene intención de mover un dedo por intereses electorales, y el Ejecutivo vasco parece estar prestando más atención a los movimientos de quienes fueron sus socios en Cataluña. Dependiendo de lo que pase allí, del reparto de poder en las próximas autonómicas y de quién se siente en Moncloa las cosas se moverán… o no.
¿Cómo ha sido para usted conseguir publicar este libro mediante crowdfunding?
Una especie de prueba: sabiendo que los medios no estaban interesados en la historia, poner a prueba el interés de los potenciales lectores fue un ejercicio interesante. Por suerte la campaña salió adelante y, de momento, el feedback que tengo del libro es bueno. No sólo porque guste, sino porque remueve e incomoda. Ojalá siga siendo así.
¿Por qué no había ninguna editorial que quisiera publicarlo?
No es que no hubiera ninguna editorial que no quisiera –nunca intenté hacer un libro-. Yo intenté hacer algo como esto en un medio de comunicación, que es a lo que me dedico, y fueron los medios los que evidenciaron que no les interesaba. Ahí surgió el interés de Libros.com, porque fueron ellos quienes me hicieron la propuesta para editarlo. El mérito de hacer ver que en realidad esta historia sí es interesante, aunque no interese, es de ellos en primer término.
Puedes comprar el libro en: