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“La voz y la espada”, de Vic Echegoyen

miércoles 19 de agosto de 2020, 23:00h
La voz y la espada
La voz y la espada

La escritora Vic Echegoyen ha escrito una de esas novelas históricas que quedarán en nuestra memoria durante mucho tiempo por su arriesgado planteamiento narrativo y porque cuenta una historia de aventuras con el gusto de un Dumas en su mejor momento. En “La voz y la espada” biografía a una mujer única en la historia: la cantante y espadachina Julia d´Aubigny.

Esta mujer fue un caso insólito en aquel siglo XVII y comienzos del XVIII. Como espadachina fue el terror de sus coetáneos y como cantante de ópera una auténtica diva en la corte de Francia. Su voz se podía calificar como de contralto, pero durante un tiempo se hizo pasar por castrati, con la que sedujo y atrajo a miles de espectadores. Además, vivió, gran parte de su vida, fuera de la ley, huyendo de la justicia por sus presuntos crímenes y felonías.

La novela comienza con una originalidad digna de la autora madrileña. El epílogo será el primer capítulo que nos encontremos al inicio del libro. Un capítulo donde la voz en primera persona del Marqués d´Argenson, jefe de la policía de París en 1705, nos desvela poco de lo que va a pasar en la novela. Pero que nos dejará muy intrigados. La novela concluirá con la misma voz que sólo aparece en esos dos apartados que abren y cierran tam singular trama.

Toda la novela está escrita en primera persona, pero utilizando diferentes voces. Por supuesto, es la voz de Julia, con sus diversos alias, el hilo conductor de la novela. En contraposición, las voces de su padre y algunos de sus amantes se van alternando con la suya. Así, veremos una historia desde diferentes puntos de vista, lo que hace que se enriquezca la narración e incluso gane en brillantez porque vemos que la autora es capaz de meterse en diferentes papeles y personalidades sin perder un ápice de su pulso narrativo.

Julia Maupin, así sería conocida en el mundo de la ópera, que tanto le gusta a Vic Echegoyen y donde demuestra un conocimiento exhaustivo de ese mundo, tanto porque en su familia ha habido personas dedicadas a ello y porque ella misma hace sus pinitos como cantante; es la protagonista absoluta de una narración que tiene mucho de aventuras y de road-movie del Barroco. Es, desde luego, un personaje asombroso y singular. Durante años se vistió de hombre para aprender las técnicas de la espada y los duelos, en los que casi siempre salía victoriosa. En una huida casi sin fin, descubriría sus dotes para el canto, se podía hacerse pasar tanto por castrati como por soprano o contralto. En su vida, demostró ser una mujer poliédrica, con muchas aristas y sombras, aunque curvas las tenía y luz desprendía en todas sus actuaciones. Y, también, pionera. Tuvo muchos amantes de ambos géneros, sin que le importase la condición de estos. Lo que realmente la importaba era el amor.

La novela, como he apuntado antes, es sobre todo una historia de aventuras prácticamente interminable, una especie de montaña rusa de acontecimientos y sentimientos, algo que le importaba mucho. Según abramos las página del libro, nos podremos encontrar con chorros de sangre que nos salpicarán o con arias que nos apaciguarán el espíritu. Todo contado con gran fluidez, donde los adjetivos brillan por su ausencia, y con mucho humor que estará presente en muchos pasajes de la novela. Sobre todo en los dos capítulos anónimos donde la escritora nos sorprende con unas sátiras, en formato de quintilla, que son realmente desternillantes y quitan hierro a las partes más dramáticas, que las hay en abundancia.

Vic Echegoyen nos recuerda en la nota final del libro que todo lo que cuenta sobre Julia d´Aubigny es verídico salvo el posible final. Todo lo ha documentado con precisión milimétrica basándose en innumerables lecturas. Sorprende que una novela tan fiel pueda haberla escrito en tan sólo seis meses, pocos lo pueden hacer así. También ha utilizado sus conocimientos de los lugares donde se desarrolla la historia, principalmente en ciudades como Bruselas, que conoce bien de primera mano. Mención a parte merecen las descripciones de las intrigas palaciegas del rey Sol y su corte que son desmenuzadas certeramente y muy aclaratorias.

Su estilo, ya apuntado, puede compararse con Dumas en las novelas de sus mosqueteros del rey. En la novela hay pocos mosqueteros, pero sí muchos espadachines y matasietes y, sobre todo, mucha pasión. Pasajes de amores pasionales, sensuales y eróticos, donde las cualidades de Julia se dejan ver en todo su esplendor. Hacer protagonista a una persona tan marginal tiene sus riesgos que la autora ha sabido superarlos con excelente tacto y originalidad. Julia Maupin era una persona que la insatisfacción la llevaba en su ADN y tenía un fuerte componente autodestructivo que le hacía cometer numerosos errores guiados sólo por su instinto. Afortunadamente, Vic Echegoyen no es así y ha sabido convertir a su protagonista, a la que no conocíamos, en una heroína que va a quedar en nuestra memoria para siempre. Desde luego, estamos ante una novela histórica portentosa, extremadamente bien escrita y arrolladora que nos sumerge en una lectura donde el vértigo y la precisión son sus mejores cualidades, con ella lloramos, reímos, nos encolerizamos y disfrutamos a partes iguales. El mejor cóctel narrativo de la temporada.

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