Cuál es, por tanto, el mensaje claro que quiere lanzarnos con toda seguridad José María Herranz con este libro en concreto, en el que ha colaborado junto al pintor de Mingo (autor de las ilustraciones) que cualquier mensaje puede ser construido y reconstruido de nuevo, cuantas veces uno quiera, y durante el proceso queda revestido de nuevos valores y significados porque todo en esta vida fluye y está en continuo movimiento. De hecho, a la temática militar y de lucha del manual militar francés de los años 70 le ha añadido tanto de Mingo (con sus ilustraciones) como Herranz (con sus poemas) connotaciones eróticas y de protesta social que, por supuesto, el libro antiguo no poseía.
En el primer poema el hablante lírico asume que todos llevamos máscaras, pero que es importante la aceptación de nuestra verdadera identidad, que nos mantengamos fieles a nosotros mismos y bien anclados en el presente (la sencillez de la vida … es abandono en el instante) para conocernos mejor a nosotros mismos, en particular, y al mundo, en general.
todo personaje es una máscara
de sí mismo
pero toda negación de nuestra identidad
es la violencia del estado
contra nuestro cuerpo y nuestro amor
Y más tarde añadirá el poeta otra idea que refuerza lo anteriormente dicho:
la cuestión es conocer
quién es quién en este baile de máscaras
Por cierto, otra fuente de conocimiento indudable para Herranz será la de nuestra intuición:
en mi corazón
las cosas no necesitan explicarse
sino vivirse desnudas
Sin duda son versos luminosos en los que prima el optimismo, la alegría de vivir o la pasión por la belleza y el arte:
porque la vida es arte
en el escenario de nosotros mismos
Otra característica de esta obra será la trasgresión constante que propone y de la que hace constante gala para encontrar precisamente esa anhelada verdad del ser (porque tú debes transgredir / tus límites y los ajenos / para ser hombre) y para hallar al mismo tiempo la esencia de la belleza, algo tan necesario en la existencia de cualquier artista (no hay engaño / sólo belleza / ciega).
Aparte de cuestiones de género e identidad sexual y de transgredir nuestros propios límites, tendremos dosis y más dosis, seguidas de más dosis de erotismo. De hecho, todo este libro rebosa erotismo homosexual y es toda una defensa a ultranza del colectivo LGTBI. Y de alguna forma toda esa carga bélica, de lucha militar o de boxeo se convierte en este libro en pulsión sexual como tan bien recogen los siguientes versos:
porque la danza desnuda y masculina
del boxeador es la del amante
prohibido y venerado
También hallaremos en este poemario la creencia firme de que no somos sólo hombres o mujeres sino sobre todo personas. Y que todos tenemos algo de hombre o mujer a lo que no debemos renunciar:
el hombre está hecho
de nubes
es niño alumbramiento y seno
fecundo
es falo y vagina
a la vez
Por otro lado, no faltará tampoco como adelantábamos al principio la fuerte crítica social. Este libro será un canto, por ejemplo, a las energías renovables véanse si no los siguientes versos:
hágase la luz
la electricidad limpia
el fin del petróleo
Asistiremos, con razón, a una denuncia de nuestra sociedad capitalista y del fuerte consumismo que la impregna:
Enredados en la world wide web
en un inmenso basural de pensamiento
somos sujetos de consumo
objetos de la tiranía
esclavos del dow jones y del Nasdaq
En estos otros versos podremos apreciar cómo el poeta se queja apesadumbrado mediante el recurso de la apóstrofe de que estamos a veces indefensos ante tanta manipulación, falsedad y engaño:
Cómo nos protegeremos
de nosotros mismos
si el mercado nos ha transformado
en nuestros propios tiranos
No obstante, como ya he señalado con anterioridad, este libro de versos tiene un carácter optimista y vitalista, y la voz del poeta se nos muestra como una llama que se erige por encima de todos los problemas y nunca se da por vencida, por eso nos propondrá que para encontrarnos nos busquemos sobre todo en el otro (busca el sentido / en el cuerpo del otro iluminado), ya que desnudándonos y dándonos seremos felices.
Como conclusión, versos auténticos y desenfadados, escritos con un lenguaje reflexivo, cuidado y directo. Poemas, cargados de sensualidad, que nos hablan especialmente de nuestra identidad sexual, y que sin duda nos harán reflexionar sobre las máscaras que todos llevamos en algún momento.
Y es que el séptimo poemario de José María Herranz quizá sea uno de los más arriesgados, ya que habrá en estos poemas: deseo, travestismo, erotismo a raudales, construcción y deconstrucción de la masculinidad… y, además, ofrecerá un holgado espacio para la denuncia y crítica social sobre las fronteras, la esclavitud migrante, la contaminación o el consumismo feroz.
En fin, en suma, versos certeros con los que no nos aburriremos y nos regalarán momentos de auténtica plenitud. Un poemario que nos sorprenderá por su fuerza y magnetismo y sobre todo por la frescura desinhibida de sus versos.
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